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Manolo y su hijo Fernando en la Pizzerí­a
Manolo y su hijo Fernando en la Pizzerí­a
Sociedad
3 Nov 2010

Alem Pizza & Café, tradición en Castelar

Esta es la historia de Manolo, un hombre que desde España vino a Argentina decidido a forjar su propio destino y que, con esfuerzo y sudor, logró construir su sueño, un ladrillo a la vez...
Para empezar la entrevista le pedimos a Manolo que nos cuente un poco sobre la historia de cómo llega a Argentina, y más precisamente a Castelar: “En marzo del 52 llegué a la Argentina. Ahí trabajé un año en la Capital, después me mudé a Haedo y en el 54 me vine a Castelar”. Manolo nos cuenta que la razón por la que vino a Castelar estaba relacionada con un amigo suyo, que ya vivía aquí y que le comentó sobre la ciudad, cómo estaba progresando y que sería una buena idea comprar un terreno para hacer algo. “Entonces compré el terreno, me puse una prefabricada, y en el 56 se hizo la panadería La Española, ahí trabajé 5 años hasta que en el 61 puse la pizzería, no acá en este local, sino en donde está la entrada de los camiones del Denisi. Ahí estuvimos un montón de años, acá llevamos 17 años”.

¿Cómo recuerda el Castelar de esa época?
“Por  Alem hasta Santa Rosa no se veía prácticamente nada, algunas quintas nada mas, el asfalto llegaba prácticamente hasta acá a Carlos Casares, el único asfalto que pasaba Carlos Casares era Arias, porque se comunicaba con puente Roca y el cruce San Miguel.  También Arredondo tenía un poco mas de asfalto que llegaba hasta la Escuela Nº7. Por Carlos Casares el asfalto llegaba hasta Tucumán y Avellaneda llegaba hasta Munilla, habían asfaltado hasta ahí porque en esa cuadra vivía un militar. Para el otro lado de Alem era todo tierra hasta Gaona”.
Durante las noches Manolo trabajaba en La Española, por la mañana dormía algunas horas y a la tarde trabajaba como albañil con el señor Alvarez, también él español, y quien le había recomendado comprar el terreno en Castelar. Gracias a ese trabajo incorporó conocimientos sobre construcción, lo que le permitió levantar su propia casa. Este hombre más tarde se convirtió en socio de la pizzería: “Hacíamos un turno cada uno, cuando a mi me tocaba a la mañana aprovechaba el mediodía para ir a trabajar un poco en casa”.

Le preguntamos cómo surge la idea de comenzar su propio emprendimiento, a lo que nos contesta: “Cuando yo aún estaba trabajando en una panadería de Haedo, antes de La Española, tenía dos amigos del barrio que trabajaban en Grimoldi, la fábrica de zapatos que estaba en Zapiola. Yo me había anotado para ir a trabajar ahí, me había entusiasmado porque me quedaba cerca y porque yo a Haedo iba y venía en bicicleta, lloviera, tronara o lo que fuese. En la panadería eran 4 los dueños, todos españoles, le dije a uno de los dueños que era el más grande; yo tenía mucha confianza, me querían mucho, hasta que me vine a vivir a Castelar dormía en la panadería; le dije –Don Diego, me voy a ir, porque quiero entrar a trabajar en Grimoldi de Castelar que me queda cerca de casa así no tengo que andar viajando tanto-. Me quedaron grabadas las palabras que me dijo: -Mira Manolo, los españoles vinimos a la Argentina no para entrar en una fabrica porque ahí vas a vivir del sueldo toda la vida de la fábrica, los españoles vinimos para lucharla y el día de mañana tener nuestro negocio-.”

Al escuchar estas palabras Manolo decide no ir a Grimoldi, se quedó en la panadería hasta que abrió La Española, ahí estuvo 5 años. “A Santiago uno de los dueños de la Española, que eran tres hermanos, Antonio Gonzalez, el más grande,  Julio González el del medio (el rematador ), y Santiago González el más chico,  lo llamaba yo a las 5 de la mañana para viajar juntos a Campo de Mayo porque él estudiaba martillero y cuando le toco el servicio militar iba a las 5 de la mañana a Campo de Mayo, firmaba y se volvía . Y con el del medio de los González nos dimos cuenta que acá en Castelar había pizzería solamente en Arias y otra donde estaba el cine Select, donde ahora está el Bowling, entonces pensamos que sería bueno poner una pizzería más en el barrio. Acá donde hoy está la tintorería había una chica que andaba de novia con González y allí tenían una carnicería, cuando se les muere el papa cerraron la carnicería y nos la alquilaron a nosotros para poner pizzería. Estuvimos  allí 7 años y nos pasamos luego a donde está la entrada de camiones de Denisi ahora. Era un local más grande, con dos baños, con todo. Ahí estuvimos más de 20 años. Dos de los González fueron también mis socios, y como éramos tres se llamaba Pizzería El Trío. Después a los González se les muere la madre y Santiago los unió a los 3 hermanos para que volvieran a trabajar juntos  en la panadería La Española, entonces le pagamos la parte y se volvió a la panadería. Entró otro muchacho como socio pero para el 84 ya estaba yo solo.”

¿Cómo influyeron los vaivenes de la economía argentina en la pizzería?
“Mirá, desde Perón pasé por todos los gobiernos, hubo épocas buenas y épocas en las que había que remarla, cuando estaba en el otro negocio cerrábamos a la 1 o 2 de la mañana y de ahí con un muchacho que era mi compadre nos íbamos a jugar al billar del otro lado de Rivadavia, íbamos a tomar algo al copetín del vasco y lo conocí mucho al vasco, el marido de Choly Berreteaga. Teníamos una buena clientela, pero después decidimos mantener  solamente el tema de las pizzas para comer acá y para llevar, pero ya copeo no. Había que lucharla, pero gracias a Dios nunca tuve un problema serio con el local.”

¿Cuál considera que es hoy la especialidad de la pizzería?
“La especialidad, lo nuestro, son las pizzas y las empanadas. Tanto para las empanadas como para  las pizzas tenemos un muy buen surtido de variedades. En cuanto a las primeras lo que más se vende son las de pollo, carne y jamón y queso, después hay un montón de alternativas más, y de pizzas las que mas salen son las de jamón y morrón, la napolitana, y la de palmitos. Tenemos 30 variedades de pizzas, hay para todos los gustos.”  acalara Fernando.

¿Qué planes tienen para el futuro?
“Y para los años futuros, si Dios me da salud, porque ahora tuve un año embromado porque me operaron de la carótida, pero gracias a Dios me salió todo bien, ya te digo, me operaron un viernes y el domingo ya estaba en casa. Tengo ganas de tener salud y llegar a los 50 años con el local acá en Castelar; es la pizzería más vieja de la ciudad!”.

Desde atrás, el hijo de Manolo, Fernando Gómez, nos comenta que para celebrar esa ocasión tienen ganas de planear un evento ahí mismo en la calle, cortando el transito en el que puedan participar los vecinos de Castelar, comiendo, disfrutando y conmemorando los 50 años de la pizzería.

“Tengo 3 hijos, varones, él es el más chico, el del medio se casó y vive en Ituzaingó, y el mayor hace 23 años que está en España, yo me vine para acá y él se fue para allá.”
“Si yo hubiese entrado en Grimoldi por ahí no podría haberle dado un estudio a mis hijos, nunca se sabe pero sería muy difícil seguramente.”

Siempre pensando en los emprendedores de Castelar le preguntamos a Manolo si tiene algún consejo para compartir: “Les diría que la luchen y tiren siempre para adelante, y verán que es lo mejor. Yo no entré a Grimoldi por las palabras que me dijo mi patrón, no sé si fue por el destino que cambié de la noche para la mañana de no ir.”

Como dato de color, en la charla Manolo nos contó que tuvo de cliente a Pascualito Pérez, el primer campeón mundial de boxeo que tuvo la Argentina: “Tenían una quinta en Parque Leloir- nos cuenta Manolo-, y el camino para ir a la quinta era Alem hasta Santa Rosa, venían por ahí los que lo entrenaban, y paraban en la pizzería a tomarse una copa. Venían todos los fines de semana, así lo conocí a Pascual Pérez que en aquel entonces era lo máximo en boxeo”.
Otras personalidades que pasaron por la pizzería fueron Pedro Troglio y Rodolfo Bebán.

Para cerrar la entrevista pedimos como siempre una pequeña reflexión para nuestros lectores: “A la gente le diría que Castelar siga creciendo, pero que habría que resolver algunas cosas primero. Ya es espantoso como está el tránsito en el centro de Castelar, ayer fui a la estación y no podía estacionar, es una locura, antes había lugar en cualquier lado, ahora es imposible. Yo le dije a mi señora, conviene ir en remis, te bajás en Arias o contra la vía o donde quieras, haces todo y después te tomás el taxi en la estación y no dejás el coche a 4 cuadras de Arias.”

A lo largo de la charla recordamos muchos momentos de Castelar, en este recorrido que estamos realizando por el pasado de nuestra ciudad, de la mano de figuras que han vivido lo que muchos de nosotros gracias a ellos, hoy podemos revivir a través de sus recuerdos.

Para conocer un poco más sobre el pasado de Castelar los invitamos a visitar también las notas de Jaimes, Santiago González, Perfumería Karina y Bowling Palos.

¡Hasta la próxima nota!


Entrevista: Gabriel Colonna
Redacción: Gabriel Colonna

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