Perfumería Karina, un clásico de Castelar
“Los proveedores que vienen acá son todos hinchas de Boca, sino no son proveedores nuestros” bromea Frecero.
¿Como nace la perfumería Karina?
-La historia empieza por 1954 o 55 con unos amigos míos que comienzan en Ramos Mejia con una perfumería y yo los empiezo a ayudar en la parte contable. Se trataba de un negocio mayorista al que concurrían muchos viajantes. Un día uno de ellos nos informa que en Castelar se había quemado una perfumería. Era un local que estaba sobre Martín Irigoyen al 400, del lado Sur, y los dueños se querían deshacer de la mercadería, porque no pensaban continuar. Los que llevaban adelante el negocio eran 3 familias muy conocidas de la zona: Del Romero, Pérez y Curtó. Yo lo vine ver con uno de los socios que tenia en Ramos Mejia, porque quería saber si se podía recuperar. Decidimos comprar esa mercadería y ese negocio quemado, porque resultó que el dueño Juan Manuel de la Torre, había sido compañero mío en el Instituto San José de Morón. Y así arrancamos del lado Sur, que resultó muy favorable porque en ese entonces el comercio fuerte estaba de ese lado de Castelar. En frente teníamos la librería La Recova. Después estaba la Iglesia, la sala de primeros auxilios, un despacho de pan muy concurrido, el negocio “La Avispa” de pulóveres, muy importante que pertenecía al Señor Baliner quien fue el que trajo luego acá una sucursal del banco Credicoop.
Arrancamos allí el 16 de Marzo de 1960, y unos años después se construye la Galería Norte, de Santiago González. Cuando están por inaugurar, en el 68 me ofrecen un local en el centro de la galería, donde hoy está “Cuadrille”, y decidimos poner una sucursal.
¿Por qué el nombre Karina?
-El Local de lado Sur se llamaba Perfumería Castelar. Cuando abrimos este local, mientras el otro seguía funcionando, había dos embarazadas en la familia y quedamos en nombrar el nuevo negocio en honor a la que naciera primero. Finalmente nació Karina.
¿Qué otras sucursales tuvo la perfumería?
-En Villa Tesei tuvimos la suerte de abrir otros dos locales. En uno de ellos haciendo una mezcla rara entre juguetería y perfumería, al que denominamos “Nuevo Mundo”. Yo venía relacionado con el rubro de los juguetes por el lado de mi padre, él había sido durante ocho años presidente de la Cámara del juguete, tenia mucha relación con ese ramo. Y pensamos en crear esta fusión. Estaba ubicada en Vergara y Pedro Díaz, una esquina muy importante.
Tiempo después, estando con esas sucursales en funcionamiento, se pone en venta esta vivienda aquí en Arias, que es donde yo vivo actualmente. La propiedad tenía una casa muy antigua en el fondo, de más de 100 años perteneciente a Arturo Serviliano García Sanabria, un conocido abogado de la zona. Nos mudamos en agosto del 70 y la empezamos a remodelar. Lo que hoy es el salón de ventas, era el garaje. Tuvimos la suerte de comprar la propiedad, que también la adquirimos a través de Santiago González, e inauguramos este local en 1974, pero cerrando el local de la Galería Norte, porque era ilógico tener dos negocios en la misma cuadra a pocos metros de distancia.
¿Qué negocios recuerda había en esa época del lado Norte?
-Había negocios importantes, que se fueron transformando. Estaba la verdulería de Valenciano acá en frente. Ya estaba Flores Mauro acá al lado, Santa Anita en donde esta ahora la Farmacia Rossi.
Una cosa que quería destacar es que en esa época se hicieron unos festivales muy lindos acá en Castelar pero para contarles la historia tengo algo mejor.
En este momento es cuando Frecero busca a un costado de su escritorio y nos acerca unos típicos sobres marrones, bastante cargados, mientras nos dice “Estuve buscando algo para mostrarles a ustedes”.
Nuestra fue la sorpresa cuando comenzamos a ver la cantidad enorme de material fotográfico e ilustrativo que guardaba Don Pablo. No solo asombrados por el perfecto estado de conservación sino también por la calidad de las fotografías, todas tomadas por un profesional. La gran mayoría del archivo se trataba de imágenes de los festivales Primavera Castelar de fines de los años 60 y principios de los 70. Al respecto, nuestro entrevistado nos relata la historia.
“Todo comenzó cuando se inaugura la Galería Norte en 1968, se hizo una gran fiesta aquel día aprovechando el comienzo de la primavera. Y quedó la semilla, gustó. Entonces en el 69, 70 y 71, se repitió la experiencia y se hicieron más importantes. Se invitó a muchos artistas, mucha gente del folklore como Jorge Cafrune, El chango Nieto y Daniel Toro y del tango como Enrique Dumas. Se los contrataba mediante una comisión de no más de 10 personas, encabezada por Cesar Jaimes. Quisimos contratar a Horacio Guaraní y Mercedes Sosa pero ellos solo cobraban en dólares y nosotros nos manejábamos nada más que en pesos. El día que iba a estar Cafrune, se enfermó y no estaba en condiciones de subir al escenario, pero de todos modos vino y se quedó toda la noche con nosotros, contando historias. Y Enrique Dumas, cuando me tocó ir a pagarle me dice: “Flaco, ¿Vos sabes lo que armaron ustedes acá? Esta es una fiesta fabulosa. Esto no existe en ningún lado. Te deseo que lo sigan haciendo, esto es hermoso”.
“Durante un mes, todos los fines de semana había distintos actos en le Club Argentino, en el Mariano Moreno, o en el Castelar, que esta del otro lado. El organizador, Cesar Jaimes era quien además tenía todos los contactos. Estaba relacionado con el folklore porque había formado parte de un conjunto de folklore muy conocido en el país “Jaimes y Barraza”. Se organizaban concursos de pintura para chicos, se hacían sorteos e incluso se conseguían rifar premios importantes como autos 0 Km. Eran fiestas verdaderamente muy lindas, y emocionantes al ver cómo todo el barrio se movilizaba y participaba”
Dentro de la comisión Pablo Frecero era el tesorero, y era quien se ocupaba de cobrar a los auspiciantes el dinero de los avisos que salían en el catálogo, un pequeño librito que se imprimía en esa época para los festivales. Es por eso que todas las hojas se leen los precios anotados en lapicera al lado de cada espacio publicitario, llamativamente de idéntico diseño todos, a pesar de los distintos rubros.
De todas las fotos del Festival Primavera Castelar, hay varias que son retratos de los desfiles que se llevaban a cabo en los clubes. Decenas de bellas jóvenes competían por ser la Reina de la Primavera. “Eran realmente esculturas las chicas que teníamos en Castelar. Una de las ganadoras era Maria Victoria Gonzáles, en ese entonces empleada mía de Karina. Estas chicas a lo mejor las conoces, o son señoras que ves caminando hoy por las calles de Castelar” nos dice Frecero.
No solo de mujeres era el desfile, sino que también vemos imágenes algunos hombres luciendo pijamas de la época.
Algunas de las celebridades que participaron de los desfiles fueron Raquel Satragno, Noemí Sanguinetti, Chunchuna Villafañe, Liliana Caldini
“También en esa época se celebraba la ¨Fiesta de la Flor¨ en Escobar, que tenía una trascendencia mucho mayor a la de ahora. Acá se fabricaron algunas carrozas para el desfile del pueblo, y después se fueron a competir a Escobar. Y una de ellas, que la había hecho un señor llamado Loureiro, ganó el segundo premio en el concurso organizado por la Municipalidad. Fue una sensación, y la carroza era preciosa, representaba una mariposa que movía, al desplazarse, sus alas articuladas. Llevaba colocados 25.000 claveles naturales."
En algunas de las fotos de la calle Arias se distingue un negocio que fue un clásico en el barrio. Se trata de “Copetín el Vasco”, que estaba frente a Karina y era propiedad del Vasco Berreteaga, el marido de Choly, la famosa cocinera. Y un desfile militar que llamaba mucho la atención. Se trataba del Regimiento de los Patricios cruzando el paso a nivel de la estación de Castelar. “Me acuerdo que el día que vino la banda de Patricios no había nadie en la calle. Era un domingo a la mañana, habían caído 3 o 4 camiones del ejército con toda la banda, y el capitán de la banda decía: ‘Yo no puedo salir a desfilar si no hay nadie’ y nosotros le decíamos que la gente estaba toda avisada, habíamos hecho mucha publicidad, ya iban a salir. Y justo nos acordamos que vivía un Coronel en el barrio. Uno se fue hasta la casa y le comentó la situación. Y el Coronel salio así como estaba en pantuflas y se vino. Se presenta a la banda y el capitán le dice: ‘Coronel, no puedo desfilar. No tengo la orden para hacerlo’ y el Coronel lo único que le contesto fue ‘Ya la tiene’. Entonces la banda salió y empezó a tocar. Y ahí empezó a salir la gente. La banda fue hasta la plaza de los españoles, dio la vuelta. Después siguió todo por Arias y paramos en el Club Argentino, donde se les había preparado un lunch. Ese día fue maravilloso, muchísimo público nos acompañó.”
A raíz de estos festivales surgió la inquietud de fundar un periódico: Nueva Ciudad. Funcionó durante un tiempo y contaba con la participación de muchas personalidades locales. Incluso Helios Gagliardi difundía un grabado suyo en cada una de las ediciones. Y fue la gente que participaba de esta publicación quienes tuvieron la iniciativa de darle el título de Ciudad a Castelar. Los integrantes eran: Emilio Pasos, martillero. Osvaldo Nicolini, dueño de una casa de deportes de la zona. Santiago González, de la inmobiliaria. Pablo Nicolás Frecero y un tal Señor Marcos, que tenía una zapatería. Cesar Jaimes era el director. El periódico se caracterizaba por no hablar de política. Éramos 3 peronistas y 3 anti-peronistas. Se fomentaban las actividades y artistas plásticos, y los diversos atletas de la zona.
Luego de algunos años, como la mayoría de los proyectos se dificultó su financiación y terminó desapareciendo.
¿Qué otras actividades realizó en la zona? ¿Fue socio de algún club?
-No, nunca fui a ningún club. Me gustaba el golf y me dediqué durante más de 30 años a ese deporte. Iba al Golf Club de Padua, pero abandoné hace como 10 años y ya no fui mas para allá.
Don Pablo asegura que la última época brillante del comercio en la zona fue durante el periodo de actividad del ministro de economía Juan Vital Sourrouille, en la presidencia de Alfonsín, previo a la hiperinflación. En ese entonces no existían los hipermercados y todo el comercio se realizaba en negocios minoristas, e incluso la perfumería había sido uno de los primeros negocios en incorporar la tarjeta de crédito, por lo que los niveles de venta eran altísimos.
Hoy en día a pesar de la implacable competencia de los shoppings, la perfumería sigue trabajando. Tiene su clientela, que aunque le cueste más estacionar frente al local, sigue siéndole fiel a un clásico de Arias. Uno de los pedidos al municipio de parte de los negocios de esa cuadra y que beneficiaría a muchos peatones y muy especialmente a los discapacitados, es la implementación de una senda peatonal (con bajada para los mismos) que permita el paso directo del principal flujo de gente que sale de la estación y que viene por Timbues, hacia la vereda de en frente de Arias. La falta de este cruce, afirma Don Pablo es “insólito”, y explica además que los oficiales de tránsito “no son de acá y no conocen el flujo de peatones. De lo único que se preocupan es que pase el tráfico rápido. No tiene importancia el peatón, el pueblo y cómo vive la gente”.
¿Ha hecho usted alguna propuesta al municipio para conseguir el cruce?
-Yo no. Ya tengo 76 pirulos, no me preocupo más por esas cosas. Yo de lo único que me ocupo seguro, es de tener la cuota del Cementerio Parque paga. Una vez que pagué eso en el año ya me quedo tranquilo. Espero al otro año (risas).
¿Algo más que agregar?
Solamente agradecer a los vecinos de Castelar, el apoyo que nos brindaron en éstos cincuenta años, y que estimamos corresponde a la calidad de los productos que comercializamos, que siempre fue nuestra mayor preocupación junto a la buena atención.
Entrevista: Gabriel Colonna
Redacción: Agencia SIEN