¿Cómo se inició en el arte?
-En realidad a mi me gustaban todas las manifestaciones del arte, ya sea la música, la danza, la pintura, y principalmente también el arte lírico. Desde la primaria me apasionaba mucho la pintura y el dibujo, mis padres se dieron cuenta que tenia que seguir en una escuela de bellas artes. Muy joven me inscribí en la Escuela Nacional Manuel Belgrano, hice bachiller y después seguí en la Academia Nacional de "Prilidiano Pueyrredón”. Había conseguido por concurso un puesto de dibujante en la casa de la moneda. Pero después al poco tiempo me casé con un artista, Alberto Balietti, y el gran maestro Lino Spilimbergo, lo selecciona entre todos los discípulos para ayudarlo a organizar el departamento de arte en la Universidad Nacional de Tucumán. Allí nos fuimos por dos años, y terminamos quedándonos doce. Así que por amor, deje muchas cosas.
En Tucumán, logré ser profesora de artes plásticas e historia del arte. Pero en determinado momento decidimos regresar. Vinimos a Castelar, ya con dos hijos. Extrañé mucho Tucumán, porque era como un lugar intimista, como Castelar, donde todos se conocen. Vida de pueblo, de afectos.

Al volver de Tucumán, ¿Qué los motivó a elegir Castelar?
-Primero por el clima. Veníamos de un clima muy húmedo, vivíamos al lado del río. Entonces decidimos venir para el oeste. Era el año 1962. Mis recuerdos de cuando llegamos son hermosos. Todas casas llenas de flores, plantas. Y no había esos edificios altos que hay ahora. Está cambiando la fisonomía, pero por suerte donde estoy yo no. En mi taller, con un gran ventanal. A mí me encanta la naturaleza y por suerte por aquí se conserva muy bien.

¿Qué comercios recuerda de esa época?
-Recuerdo que la galería principal era una que estaba del lado sur, galería “Miriam”. Me acuerdo de salir a pasear con mis hijos y pasar por una mansión en Carlos Casares hasta San Pedro, una residencia que tenia caballeriza, unas obras en relieve, unas arboledas realmente maravillosas. El mercado de la calle Avellaneda, entre Arias y Montes de Oca.
Después recuerdo cuando comenzaron a construir la Galería Norte. Porque la actividad era antes del lado Sur.

Mis hijos estudiaron en la Escuela nº 7 el primario, luego siguieron el secundario en el Dorrego y La Escuela Modelo de Castelar.

El camino del arte es difícil. Porque uno no solo es artista o trabajadora del arte, sino que también es persona. Y como persona tiene sus obligaciones. Entonces tenés que luchar para poder concretar un ideal, luchar contra la adversidad. Pero en lo que a mi respecta, por medio de un trabajo continuo, fui trabajando mucho, exponiendo. Y recién cuando me retiro de la docencia pude dedicarme de lleno. Ahí, trabajando dedicada exclusivamente a eso, comenzó a rendir sus frutos.

¿Cómo conoció a su esposo?
-Mi marido fue profesor mío, yo lo conocí de muy joven. Después de muchos años, de la escuela de bellas artes, concurrí a una sociedad artística y nos vimos nuevamente. Nos dimos cuenta que éramos personas que compartían el mismo ideal.
Él es un referente en el arte. El rompió con el modelo de lo que se hacia en escultura, un tipo decorativo de escultura. Tiene la particularidad de tener una formación académica equilibrada entre lo racional y lo emotivo. Y eso lo supo transmitir muy bien a sus alumnos. Y fue muy exitoso, recibiendo casi todos los grandes premios nacionales. Tiene muchos monumentos hechos, entre ellos el monumento a la familia, en Pergamino, tiene un grupo escultórico en la Plaza Flores, una escultura en el rosedal. Incluso trabajos en Europa, Milán, Madrid, Paris.
Me indigné mucho cuando hace poco pintando la acera y los árboles, pintaron con un acrílico blanco una escultura suya, en la plaza del puente entre Castelar y Morón.

Rita obtuvo galardones, ha expuesto en Madrid, fue declarada ciudadana ilustre, le han realizado homenajes en la ciudad de La Plata como mujer del año. Todo esto es una muestra del reconocimiento y el cariño hacia ella. Actualmente expone de forma contínua en la Galería Armarte en Buenos Aires Design, Recoleta

-Había estado trabajando en Casa de la Cultura de Ituzaingó, que nada tenía que ver con el municipio, fui docente en la Escuela Modelo, fui muchas veces jurado, integré la comisión de AMAP (Asociación Moronense de Artistas Plásticos). Participé de muchas exposiciones tanto individuales como colectivas. Hace poco me invitaron a exponer en la casa de la memoria, en el predio Gorki Grana, junto con otros artistas

¿Cómo fue la experiencia en la escuela con los chicos?
-A mí la docencia me apasiona, me gusta mucho trabajar con adolescentes. Yo daba de primero hasta quinto año de la secundaria, y no me basaba en un trabajo estructurado, de proporción, de equilibrio. Quise explorar más la emoción, por medio del color, de la forma, y principalmente ritmos y texturas. Y eso les abrió un nuevo mundo a los chicos y han hecho trabajos a nivel artístico. Le he dedicado mucho a la docencia, me quedaba hasta tarde preparando trabajos de forma tal que a ellos les pareciera que fueran un juego. Recuerdo que se iban a acostar mis hijos y yo seguía.

¿A cuál de sus obras es la que más aprecio le tiene?
-Hubo una serie a la que titulé “Exclusión”. Y la motivación, el disparador de esta serie fue notar el desequilibrio de la naturaleza. Y también el desequilibrio de nuestra problemática social. Pero no lo hice sólo desde el punto de vista ecológico, sino desde la mística, como unidad de vida. Es una etapa en la que me siento muy ligada a la tierra, y trabajo un conjunto figurativo con ciertas abstracciones.

¿Y de entre sus premios?
- Y en cuanto a mis premios, me distinguieron con el gran premio de honor en dibujo, aquí en el Consejo Deliberante de Morón.
Tengo la alegría de ir por la calle, y que venga alguien,  se me acerque y me diga: “¡Profesora!”, y me abrace: “Ud fue profesora mía, y sabe que seguí diseño gráfico por usted”. Podés recibir cualquier premio, pero el afecto de la gente es lo más importante.


¿Cómo comenzó a participar en el la Casa de la Cultura de Ituzaingó?
-Cuando trabajaba en la Escuela Modelo conocí una profesora de biología, que era muy amante del arte, venía frecuentemente ver las exposiciones. Forjamos una amistad, incluso realizamos un viaje juntas a Europa. Y un día me invita a unas reuniones que hacían, un núcleo de gente de la cultura de la zona, para trabajar ad honorem por la comunidad. Y como a mí me apasionaba colaborar para la comunidad, decidí participar. Se hacían muchos concursos, exposiciones, charlas. Todos poníamos nuestro granito de arena. Fueron 6 o 7 años, muy lindos.

¿Qué personalidades pasaron por allí?
-Me acuerdo del profesor Terán, él y su esposa son una pareja encantadora, que les gusta visitar exposiciones, son los padres del arquitecto Claudio Terán. También estaba Myrtha Asborno, una reconocida médica de Ituzaingó. Con ella preparábamos audiovisuales.

Entrevista: Gabriel Colonna - Agencia SIEN
Redacción: Agencia SIEN