Atilio, el hombre detrás de la calesita
“Vinimos el 8 de diciembre del 73. Fue casualidad, porque había hecho la calesita y quería tener un lugar que comercialmente fuera apto, y como yo pasaba seguido por Castelar, estaba frente a la barrera y ahí justo había un terreno, algo insólito, muy grande; entonces fui a averiguar porque no decía nada, al lado que había un bar donde me atendió un señor, Antonio Jaruf el dueño del bar, que tenía autorización del dueño del terreno para alquilarlo”.
Luego de acordar algunos temas se cierra el trato, sin contrato, ya que el dueño deseaba tener la libertad de poder vender el terreno en el momento en que se presentara la oportunidad. Ahí estuvo 34 años. En el último tiempo, ya junto a una concesionaria de automóviles, que lamentablemente redujo el espacio que antes ocupaban otras atracciones además de la calesita, como una autovía que recorría el terreno y el espacio para estacionar si uno concurría con su vehículo.
Atilio se emociona cuando recuerda unos pinos que él había plantado a modo de decoración natural para las atracciones, que con el tiempo habían formado naturalmente un techo abovedado para el circuito lo cual hacía aún más agradable el paseo. Para su sorpresa, una mañana los encontró destruidos y tirados en un rincón. Habían sido talados para hacer lugar para la concesionaria.
Cuando el dueño del terreno fallece, los nietos deciden venderlo. Al cabo de unos meses Atilio tiene que moverse del lugar. Los comentarios de que la emblemática calesita debía mudarse llegan a la sociedad de fomento, más particularmente a José Luís Gomez, quien se acerca:”él me conocía a mí, me dijo que si yo quería él me iba a juntar firmas, y toda una movida para poder colocar la calesita en la plaza”.
Así fue como entonces, se encaró el traslado a la plaza. Esta transición duró aproximadamente un año, debido principalmente a todos los trámites y cuestiones legales que tal emplazamiento implica. Durante este tiempo Atilio se encargó de restaurarla, pintarla y prepararla para su nueva ubicación, con ayuda de mucha gente.
El 25 de Julio, del 2000 se inaugura la calesita, esta vez, en la plaza Cumelén: “le quedaba muy bien a la plaza la calesita, y a la calesita le quedaba muy bien la plaza” generando una simbiosis perfecta y continuando con su tradición, siendo protagonista de mas tardes y recuerdos.
Si bien Atilio ya está jubilado, hace 45 años que trabaja en una empresa, realizando transformadores; pero durante los fines de semana y los feriados todavía podemos encontrarlo en la calesita, alegrando la tarde de niños y sus familias. “Eso me ha llevado a dejar muchas cosas, que ahora me las reprocha mi familia, por no estar nunca o tener que decir que no a un asado, pero a mí eso era lo que me gustaba, no creo haber sido egoísta, pienso que hacia lo que me gustaba. Por un lado tengo el reconocimiento de haber estado siempre todos los sábados y domingos y por el otro tengo los reproches de haber dejado de lado el tema familiar”.
A pesar de todo su mujer siempre lo ayuda: “Ella colaboró siempre, sobre todo cuando vino la persona que en ese entonces estaba a cargo de la galería, por el año 78, me vino a proponer si queríamos atender el tema de la calesita y como yo tenía un par de juegos que había ido haciendo, que eran diferentes a lo que se acostumbraba a ver, eso gustó”.
Estos juegos son algunas de las legendarias atracciones que todavía en el día de hoy podemos observar en la galería, juegos por los que muchas generaciones de niños castelarenses han pasado, como la nave espacial a la que Atilio le añadió un pequeño televisor entre los controles. Casi todos los juegos son construidos por el mismo Atilio en sus ratos libres, de a poco y utilizando creativamente materiales de todo tipo, como por ejemplo el tablero de un Fiat 600 para la consola de un helicóptero.
Lamentablemente por una serie de cuestiones, estas atracciones fueron perdiendo su protagonismo en la vida de los más chicos, pero lo que es cierto, es que jamás serán olvidadas. Muchas de las atracciones construidas por Atilio sufrieron graves daños durante el reciente incendio a la calesita, pero afortunadamente, algunas de las más emblemáticas pudieron ser salvadas, y próximamente serán recuperadas y restauradas para volver a ocupar su lugar en la plaza y en las tardes de los chicos.
Si bien fue un suceso doloroso, que genera un profundo sentimiento de indignación en todos los que vivimos en Castelar, es bueno destacar como a pesar de la adversidad, la ciudad puede unirse para reprochar este comportamiento y lograr que un símbolo tan importante como lo es la calesita, vuelva a tener su lugar y no sea simplemente olvidado luego de un día o dos. Eso prueba lo fuertes que son estos símbolos, estos emblemas, y cómo ocupan un lugar importante en los corazones de los habitantes de Castelar.
Agradecemos a Atilio por concedernos esta entrevista y principalmente por haberle regalado a Castelar una de sus características más recordadas, más queridas por todos y que todavía tiene muchísimos gratos momentos para ofrecer a las nuevas generaciones.
Entrevista: Gabriel Colonna
Redacción: Gabriel Colonna