Maxipasta nos cuenta su historia
¿Cómo arranca Maxipasta?
“Originalmente Maxipasta empieza con mi viejo, pero él a su vez, empezó en otra fábrica de pastas cuando solo tenía 9 años. Era la fábrica de sus padres, llamada ‘Santa Inés’, y estaba ubicada en Haedo. Con el tiempo tuvo sus diferencias con la madre y el padre, y decide abrirse. Se había casado, pero no estaba preparado económicamente para emprender el negocio, por eso lo ayudó mi abuelo, de parte de mi mamá, y pudo así abrir el local que se encontraba acá al lado. Se lo reformó todo, se compraron las máquinas. Mi viejo con toda la experiencia que tenía de la otra fábrica de pastas, pudo armar ésta.”
Era el 2 de Mayo de 1986, hace 24 años, cuando el local abrió sus puertas bajo el nombre Maxipasta. “Yo tenía once meses cuando mi viejo abrió acá al lado, y de ahí el nombre. Es lo que siempre me dijo. Que el nombre lo había puesto por mí. Pero bueno, ¡También combina! (risas)”, cuenta Maxi (25).
¿En qué momento expandieron el local?
“Acá al lado estuvieron nueve años, hasta que en el 92 mi papá compró este terreno, lo empezó a construir y en el 94, se mudó la fábrica. Ahí ya tenían otra perspectiva, con más empleados, el cuádruple de los que tenían antes. Dos que venían en la semana, mas dos chicas que venían los fines de semana, mas mi viejo y mi vieja. Y una vez que pasaron acá, ya empezaron a tener cada vez más, hasta que hoy en día son 18, que para ser una fábrica de barrio, es un numerito”.
Maxipasta fue evolucionando con el tiempo, y creció no solo en infraestructura (inicialmente el local solo cubría 30 metros y hoy 50), sino también posicionándose como una empresa de alta calidad en sus productos y precios bajos. Desde hace años sus productos se comercializan en destinos negocios de la zona, y son los clientes que ya venían al local de Além 1885, los que los siguen eligiendo en el almacén de su barrio.
Comenzaron ofreciendo apenas una docena de productos, y hoy cuentan con una variedad de más de cien.
¿Cuáles son tus pastas preferidas?
“Mis favoritos son los Sorrentinos de Muzzarella y Jamón. Después los Ravioles de Salmón y Tinta de Calamar, que son como la estrella del negocio”. Èl nos asegura: “Maxipasta no es un despacho, acá tenemos un aprecio por el cliente, una atención personalizada”.
Hacia el año 98 se intentó abrir una sucursal en Capital Federal, pero resultó que el socio elegido no fue lo que esperaban. Aun así el espíritu emprendedor de Maxi se nota “En un futuro la meta es poner un restaurante de pastas, o abrir sucursales cerca, pero crecer por ahora no, estamos manteniendo esto, que tanto tiempo nos lleva. Me encantaría hacer de esto un imperio, pero sé que hay que ir de a poco”.
Luego del fallecimiento de Víctor, en 2003, seguir adelante se volvió muy difícil para todos. Maxi tenía solo 17 años, y fue Claudia quien se puso al hombro el negocio.
“El día que murió, a mi se me vino el mundo abajo, no sabía ni donde estaba parado. Sabía que me dejaba esto pero no tenía ni idea de lo que era. Pero por suerte todo se aprende en la vida, de a poco fui creciendo”
Hoy en día, quienes se encuentran al mando son Maximiliano, su madre Claudia (Maxi asegura que es la que da el último sí), y desde hace 3 años se incorporó Gustavo, un consultor que acompaña a la familia desde mucho antes.
¿Cómo es tu relación con la zona?
“Yo vivo en Morón, y estudié en el San José hasta octavo grado, repetí y me fui. Fue un cambio grande, no me pude adaptar y decidí irme. Nunca hicimos vida de club, mi viejo era muy conservador, prefería tenernos en casa, que no salgamos mucho, nos daba los gustos como computadora y esas cosas. Medio que nos tenía como en una burbuja, no nos dejaba hacer muchas cosas. No lo hacía de malo, sino que lo hacía por protegernos”
Además de ser un pequeño empresario de las pastas, Maxi tiene su pasión por el fútbol, hecho que lo llevó a formar parte de un programa deportivo en ‘Fm En Tránsito’, de 10 a 12. “Además las pastas y el deporte van de la mano, ¡Son buenos los carbohidratos!” bromea Maxi.
¿Cuál fue la mejor y la peor época?
“La mejor etapa recuerdo que fue por el año 96, cuando ya habíamos abierto acá, según los cálculos de mi viejo. Y la peor época la crisis del 2001. Vos pensá que nosotros no vendemos artículos de lujo, como autos. Vendemos comida, fideos, que dentro de todo, es lo más barato que hay. Se sintió un poco, te dabas cuenta que la gente ya no venía tan seguido, o que les costaba sacar la plata del bolsillo. Pero es comida, así que dentro de todo, no fue tan duro”, explica Maxi, y asegura que hoy en día, con los constantes aumentos que su rubro vive, mantiene la filosofía de no trasladar automáticamente la suba a los precios, sino intenta esperar el tiempo suficiente como para que se regularice un poco.
¿Qué personajes importes pasaron por el local?
“Al principio venía Sabatella, en su primer mandato. Recuerdo que venía con el custodio y con la hija. Después ya dejó de venir, se volvió muy importante (risas). A veces Chicho Serna, trae a lavar el auto acá al lado y después pasa a comprar pastas. Viene Pinzón, comentarista deportivo. Ezequiel Fretes, que tiene un programa de radio, yo hago publicidad con ellos. Pedro Troglio, el director técnico. Y algunos más”.
¿Cómo ves la evolución de Castelar?
“Lo veo bien, lo veo creciendo. Cada vez pasan más autos por esta calle, ya para mi es una avenida. Me gusta mucho el proyecto que hay para, el día de mañana, trasladar la cancha de Morón. Me parece que va a andar muy bien, le va a venir bien al barrio. Va a levantar mucho el nivel de la zona, y va a promover la unión Castelar-Morón”. Le preguntamos a Maxi también su opinión sobre la exponencial construcción de edificios, y esto nos responde: “Y… Cada vez hay más. Yo qué sé, al comercio le conviene que haya edificios. Más gente en un solo lugar. Después no sé si los servicios van a funcionar bien para todos, las cloacas. Eso no lo sé. Pero para el comercio es una ventaja”
La empresa también lleva a cabo muchas actividades altruistas. Tiene un contacto, la señora Sonia, amiga de Claudia, quien en un momento les comentó que realizaba viajes periódicos a Misiones, de donde es oriunda. Allí ayuda a escuelas y aborígenes del lugar. Claudia le ofreció el espacio para poder pedirle a la gente lo que ellos necesiten. Mediante carteles que se fueron poniendo en el local con imágenes de las distintas ayudas, la gente comenzó a aportar de manera desinteresada, y se pudieron conseguir grandes donaciones. “Hay veces que no tengo lugar para poner más cosas acá atrás, de la gran repercusión que tienen estas ayudas”, asegura Maxi.
Además de la ayuda a Misiones, Maxipasta también ofrece caridad a varios Hogares de la zona, como Niño Jesús, San José, María Virgen Madre y Proyecto Corazón.
En este momento lo que más se está necesitando son pañales, leche en polvo, ropa. Pero será bienvenida toda aquella donación de cosas que en tu casa no utilices.
Entrevista: Gabriel Colonna
Redacción: Agencia SIEN