Zoom, Classroom y el desafío de aprender desde casa
Los grupos de madres y padres de WhatsApp fueron el primer canal de comunicación. Desde manualidades para los más chiquitos, hasta textos completos por PDF para los adolescentes. Las clases virtuales por medio de Zoom también ganaron terreno y el imbatible ClassRoom de Google fue otro de los elegidos por las escuelas primarias y secundarias. Por su parte, las universidades utilizaron herramientas de desarrollo propio, tal el caso de la Universidad Nacional de La Matanza y la plataforma MIeL.
Los centros culturales e instituciones de educación complementaria o alternativa apostaron también por las redes sociales con clases en vivo a través de Facebook o Instagram, o coordinando encuentros con celulares o computadoras de por medio. Tal es el caso de Villa Mecenas, la escuela de artes visuales del Municipio de Morón, o Casa Malvina y Casa El Balcón, cercanas al centro de Castelar, o El Umbral y Escuela de Pies a Cabeza, vecinas de San Antonio de Padua e Ituzaingó.
“La capacitación de los docentes y los alumnos fue sin vernos, a distancia”
Muy cercano al centro de Castelar, el Instituto West, que se dedica a la enseñanza del idioma inglés, también debió optar por las clases virtuales pero afrontando el desafío de brindar respuesta a alumnos de todas las edades, desde los más chicos de seis años hasta los adultos. Con más de 50 años de historia, debió adaptar sus clases a la tecnología y la cuarentena: “Empezamos por los grupos de WhatsApp y recolectando información. Tomé la base de datos y comenzamos a comunicarnos, incluso antes de la cuarentena, porque imaginamos que se venía un aislamiento”, explicó a Castelar Digital Federico Rodríguez, Socio Gerente del Instituto West. “Nuestro cronograma iniciaba las clases el 16 de marzo, pero el 15 el presidente anunció la suspensión de clases. Una semana después comenzó la cuarentena. Tuvimos una semana para decidir qué íbamos a hacer. Con Victoria Marcelini y María Belén Rodríguez, que son las directoras de Inglés, analizamos distintas alternativas, pero teníamos la complejidad de que cualquier herramienta que implementáramos teníamos que hacer la capacitación de los docentes y los alumnos sin vernos, a distancia”, completó.
“Zoom es una de las plataformas más comunes y permite tener pizarra virtual”
El orden normal de la cursada ya estaba interrumpido. Aquellos que se preparaban para los cursos habituales de cada año, o incluso quienes aprovechan los encuentros de conversación o se preparan para rendir los exámenes First o Proficiency, debieron reorganizarse para aprender desde casa. “Implementamos la plataforma Zoom para la mayoría de las clases virtuales. Zoom es una de las plataformas más comunes ahora para hacer video llamadas, permite tener pizarra virtual, casi no tiene límite de participantes, podes compartir la pantalla de la computadora de la docente, todos pueden escuchar y participar y es bastante sencilla de usar. Podemos vernos e interactuar. Además, la mayoría de los libros los teníamos en PDF, las editoriales los envían en PDF, por lo que podíamos compartir todo lo que necesitábamos para las clases. Con los más chiquitos fue más difícil”, describió Rodríguez.
El llamado home office permitió que muchos vecinos puedan continuar con sus trabajos desde su casa, pero limitó el horario y disponibilidad de las computadoras y celulares en el interior de los hogares. Fue necesario ordenar tiempos y usos para que todos tengan acceso a las redes y vías de contacto con las instituciones educativas. “Para los mas chiquitos pensamos que era más complicado implementar zoom porque a diferencia de los adultos ellos no tienen celular y en muchas casas pasa que los padres están trabajando con la computadora. Entonces, con los de seis a nueve, empezamos viendo contenidos a través de los grupos de WhatsApp. Enviábamos los contenidos y eso le permitía a las familias descargarlo y trabajarlo cuando ellos desearan, pero pusimos un horario determinado para consultas y funcionó. Más adelante tenemos planeado que los más chicos también se sumen a Zoom para poder interactuar, pero en un horario por la tarde, después de las 18 cuando la mayoría de los padres hayan terminado de trabajar así pueden prestarle la computadora o el celular”.
“La respuesta de los alumnos es variada: los que son adolescentes y niños ya en los colegios utilizan estas herramientas, están familiarizados con las video llamadas y con el ClassRoom. Todos queremos las clases presenciales pero somos conscientes de esta situación, los chicos entienden la situación y la respuesta es buena. Los padres están agradecidos porque saben que para los docentes es un esfuerzo doble, es cambiar la manera de trabajar y lo que no queremos es negociar la calidad que tuvo el Instituto West a lo largo de su vida, nos esforzamos para que las clases sean de la mejor manera”, señaló Federico Rodríguez.
“Al no estar los chicos en el aula se necesita mucha responsabilidad del alumno”
La llegada de la pandemia fue una sorpresa. Veloz, el virus se trasladó desde el otro lado del mundo en apenas unos meses. El aislamiento fue una respuesta rápida que parece ser efectiva, pero conllevó a cambios en los vínculos entre docentes y alumnos: “si bien no es lo mismo a las clases presenciales, estas herramientas nos permiten seguir adelante con la educación pero al no estar los chicos en el aula se necesita mucha responsabilidad del alumno: respetar horarios, prestar atención, participar en las plataformas. Es algo de aprendizaje para ellos que le va a servir el día de mañana. También estamos descubriendo herramientas, que nosotros podríamos llegar a utilizar en el futuro. Hay que verle el lado positivo, la tecnología y la educación se van a unir definitivamente en las clases del futuro, todo tiende a eso. En muchos trabajos se tiende a trabajar desde casa para reducir costos. Esta realidad que estamos viviendo nos obligó a bucear en el mundo de la educación virtual, remota, a distancia”, finalizó Federico Rodríguez.
El Instituto West tiene una matrícula de alrededor de 500 alumnos. La mayoría continúa con el aprendizaje de manera virtual y se espera que cuando se supere el aislamiento y la pandemia, regresen al aula todos los estudiantes. Miles de chicos siguen estudiando desde sus casas, desde el jardín de infantes hasta el secundario. Aquellas aplicaciones que antes tenían sólo una función lúdica, hoy remplazaron a los libros y el pizarrón. La educación se alió con la tecnología en época de cuarentena.
Entrevista y redacción: Leandro Fernández Vivas