La música encontró su casa en Movarte
Movarte es un estudio de grabación que nació hace diez años con el objetivo de producir discos y canciones en el oeste del Conurbano. Impulsado por el músico y productor fonográfico Lucas Díppolito ha estampado su marca en más de 20 álbumes y han confiado en él artistas como Facundo Ferreira (Paz Martinez, León Gieco, La Marga, Celia Cruz), Fernando Monteleone (Virus – The Beats), Diego Chicou (Video Match - Los Rodriguez - Todo x 2 pesos), Diego Vergara (Pimpinela), Jorge Rabito (Cesar Banana Pueyrredón), Carlos Arin (Cristian Castro, Los Nocheros), Catriel Ciavarella (Divididos), entre otros.
“La idea de Movarte es generar conciencia en el arte”
El estudio no se limita a ser una simple sala de ensayo sino que brinda sus equipos y staff profesional para poder concretar toda producción discográfica. Cuenta con una batería Mapex modelo Orion confeccionada en madera de maple-arce con Tambor Premier England y parches Remo Coated Ambassador & Pinstripe. Además, equipos para guitarra Cabezal Luthier valvular modelo Overdrive y Caja Orange junto con amplificadores Marshall Valvestate 8080. Para el bajo, Cabezal Wenstone modelo BassMaster Pro Be-3000 H. El sonido valvular de los equipos se aprecia en monitores Yamaha NS10M de origen japonés, KRK y JBL EON 315. Pero más allá del equipamiento, la diferencia notoria de Movarte es el trabajo de Lucas Díppolito quien aporta su virtud en la batería y otros instrumentos siempre que se lo necesite y su experiencia como productor musical: “la idea de Movarte no es solamente que sea un estudio de grabación, sino que también genere conciencia en el arte”, explicó a Castelar Digital el vecino.
Movarte está ubicado en Segunda Rivadavia 20900 entre Lincoln y Dean Funes. Muchos vecinos músicos han transitado por sus micrófonos e instrumentos. “Movarte es grabación, mezcla y mastering. Movarte es producción de música general. Vienen los músicos, o el artista que quiere materializar su música y me dice ‘hay que hacer cumbia’, bueno hacemos cumbia. Me dicen ‘tengo letras, pero no tengo instrumentos, pero canto y afino música celta’, bueno, encaramos el proyecto. Movarte brinda desde la sala de ensayo hasta el diseño de tapa o la creación de una web para el artista. Nuestros cuatro servicios principales son producción musical, grabación, sala de ensayo y reparación electrónica”, completó D’ippolito.
“Movarte es grabación, mezcla y mastering. Movarte es producción de música general”
Diego Chicou también es músico y se dedicó gran parte de su vida a la composición y producción de canciones para televisión, desde cortinas de programas a piezas de humor como Marta de El Lobizón del Oeste para Video Match. Los últimos años se volcó por completo a sus canciones y emociones, produciendo y grabando en Movarte. Su disco ‘Volviendo a mí’ lo llevó a tocar en el Centro cultural Kirchner, Lucas D'ippolito lo acompañó en la batería tal como había hecho en la grabación del álbum: “Maravillosa experiencia produciendo, grabando y mezclando mi primer disco en Movarte como cantautor, con más de 25 músicos participando del mismo. Gran calidad humana, compromiso y profesionalismo. Hiper recomendable para cualquier proyecto musical”, señaló Chicou ante la consulta de Castelar Digital.
El músico
El vínculo entre un músico y su arte trasciende edades y voluntades. Lucas D’ippolito comenzó a coquetear con la música desde su infancia, ya a los ocho años empezó a escuchar música con atención y con una variedad que nutrió su oído. Desde Guns N’ Roses a Luis Miguel pasando por Elton John y George Michael. Pero su conexión directa con la música sería de la mano de una banda local y de otros perfiles como Sementhal: “Al principio me había conectado mucho con la guitarra pero después elegí la batería y de ahí, a los 14 años, empecé a estudiar y hasta el día de la fecha sigo eligiendo la batería. Empecé a estudiar con Diego Pérez, baterista de Sementhal, acá en Castelar, en Barrio Seré. También estudié con Facundo Ferreira un poco de jazz. Y después tuve mucho de autodidacta, partiendo de escuchar mucha música”, señaló el artista.
“Tuve mucho de autodidacta, partiendo de escuchar mucha música”
Los primeros círculos de sociabilización de toda persona son la familia, el barrio y la escuela. Lucas Dìppolito heredó la pasión por la música de su padre quien también tocaba la batería, en el barrio conoció a sus mentores, aquellos que, como en muchos otros rincones de Castelar, se reunían en alguna casa, un garaje o esquina a ensayar sus canciones teniendo a sus vecinos como primer público. Y luego en la escuela encontró a quienes serían sus primeros coequipers: “Hice la escuela en el Colegio Nuestra Señora de Fátima, ahí conocí a Sebastián Oliveto, con quien nos hicimos muy amigos, y también a Leonardo Ciccaroni, con quien fuimos cuñados. Pasamos de tocar en misa, en los actos del colegio a formar nuestra propia banda que se llamó Nuestra Tierra y después la cambiamos a En Marcha. Tocamos 15 años juntos y después nos separamos. Ahora volvimos a juntarnos y queremos ver qué pasa, volvimos a apostar por la banda”.
“Empecé a tocar a los 14 y a los 21 se me ocurrió grabarme tocando la batería, escucharme como baterista para poder mezclarlo y editarlo. Más allá de que me dijeran que había ingenieros de sonido buenísimos y por la zona, quería grabarme a mí mismo. Creo que es como el pintor, puede estar el mejor pintor del mundo, pero pinto porque me gusta pintar. Con el estudio fue lo mismo, empecé a grabar, a grabarme, me compré una plaquita y seguimos creciendo. Empezamos en la calle Prudán, cerca del Polideportivo Gorki Grana, donde estuvimos como diez años. Y el año pasado nos mudamos a Segunda Rivadavia. El cambio de aire fue para mejor, ahora la sala de ensayo tiene piso de madera, acustizada con paneles y lana de vidrio, diseñada por un ingeniero para acustizarla bien. En la sala anterior hicimos discos muy buenos, pero esta es mejor, van a producir mejores discos aún”, resumió el músico.
“Cuando ves que a la otra persona se eriza la piel… ¡wow, es tremendo!”
La energía de los músicos se vive distinto en cada lugar donde exprese su arte: sobre el escenario y frente al público el eje es la comunión de voces y voluntades; en el momento de la composición se trata de un artista intimista, introspectivo; en la sala de grabación, el músico da todo de sí para que el material registrado sea el mejor reflejo de su mensaje: “la magia que pasa en el estudio es única, cuando ves que a la otra persona se le empieza a erizar la piel y está sacando todo ¡wow, es tremendo! en el estudio pasa eso, es tremendo. Nos pasó muchas veces, ver esas emociones, ver la mirada del músico… eso es magia”, finalizó D’ippolito desde Movarte.
La sala siempre tiene música. Más de 20 producciones fonográficas llevan la firma de Movarte y siempre algún álbum está sonando, cuando no hay una banda ensayando o un músico grabando su parte para una composición, la música encontró su lugar en Castelar norte, sobre Segunda Rivadavia, a metros del puente de Botta.
Entrevista: Gabriel Colonna y Leandro Fernandez Vivas
Redacción: Leandro Fernandez Vivas
Fotos: Gabriel Colonna