En 1974 inauguraba modas Alessandra
Después de trabajar como encargada durante 16 años en Pinocha (Morón), local que posteriormente se llamaría Chatelet, y ganando experiencia en el área textil, Norma consiguió inaugurar con mucho esfuerzo y la ayuda de su esposo, la tienda ‘Alessandra’, buscando en ella mas que un rédito económico, un lugar en donde su vitalidad y energía pudieran explotarse de mejor manera, brindándole al mismo tiempo una especie de terapia cotidiana.
Modas Alessandra fue unos de los primeros negocios dedicados a la indumentaria, tal es así que hoy en día es el más antiguo. “Compramos acá donde había sido una importante clínica. Y la tiraron abajo para construir 5 locales. Fuimos uno de los primeros de esos 5. En ese momento los negocios que estaban antes que nosotros eran la florería Mauro, la zapatería Atenas y algunos pocos más”, dice Norma y luego Héctor agrega: “Esta calle era muy conocida por el cabaret Glen Miller, que estaba aquí en frente. Conocido en todo el oeste; el dueño Vittorino Rodi fue el primer inmobiliario de Castelar”.
¿Cómo recuerda a Castelar en esa época?
“Sobre Timbues paraban los colectivos, todo cambió mucho. Estaba todo mas tranquilo. Inclusive me acuerdo que la dirección del tránsito en la calle Avellaneda era para el otro lado”, asegura Norma.
¿En materia de inseguridad cual cree que fue la peor época?
“Sin lugar a dudas ésta es la peor. Cuando cumplimos 50 años de casados, fuimos de viaje a Colombia, y nuestros amigos nos decían que era muy peligroso. ¿Más peligroso es estar acá?. Hace 2 años me asaltaron y me rompieron la cabeza de un culatazo cuando salía del negocio”.
¿Qué opinan de la llegada de los edificios a Castelar?
“Es un cambio que no me molesta, porque significa progreso y crecimiento. Similar a lo que ocurrió en Ramos Mejía. Claro que es importante tener en cuenta cosas indispensables como las cloacas. Tiene que estar todo bien estudiado”, sostiene Norma.
“En Haedo hay casas que tienen que utilizar motores para subir el agua a los tanques porque de tanto consumo, bajó mucho la presión”.
Mientras Norma le pide a Lilita, (su empleada que, de tantos años de trabajar, ya es como parte de la familia), un café para invitarnos, nos comenta que algunas de sus clientas son la tercera generación que viene a la tienda, y recuerda algunas vecinas muy queridas. “La tienda es para nuestras clientas como un confesionario”.
Ya con el café servido, Norma nos recuerda una anécdota. “En una oportunidad entró al negocio un hombre preguntando por una pollera y una blusa. Era un hombre muy agradable y parecía muy culto. Le pregunté si eran para regalo, y para mi sorpresa me respondió, ‘No no, es para mí’, imaginate mi asombro. Luego explicó que era actor, que tenía que interpretar a una mujer y hasta me mostró una peluca. ¡Nos hemos reído tanto aquella vez!..”.
¿A qué colegio fueron sus hijos?
Fueron primero a colegios del Estado: la escuela número 17 y la número 1. Con ambos colegios estuvimos satisfechos. De hecho éramos amigos de las maestras. Luego los mandamos a Inmaculada.
De los clubes del barrio, el Argentino es el único al que concurren. Allí Norma practica Acua-gym.
Norma y Héctor , que están por cumplir 52 años de casados, son oriundos de Córdoba, donde se conocieron a los 13 años de edad. La primera en venir a Buenos Aires fue ella, después de terminar sus estudios. Héctor llegó aquí para continuar la historia de amor, que no se interrumpió en ningún momento y que, a pesar de las distancias, siguió mediante las cartas que se escribían por correo periódicamente.
Al preguntarles cuáles eran las salidas típicas de esa época, ellos concuerdan en que ir a comer pizza y luego al cine era lo clásico, tal como lo afirmaban los dueños de la heladería “San Remo”, a quienes ya tuvimos el agrado de entrevistar. Héctor añade que existía en ese entonces en Morón un boliche llamado “La Pomona”, ubicado en las calles Córdoba e Irigoyen, al cual él no asistía por tratarse de un ambiente distinto a los que frecuentaba.
Antes se trasladaban mucho en la línea Sarmiento del tren, y recuerdan con melancolía épocas en que los vagones estaban hechos artesanalmente en madera y era común que el primero de la formación, fuera destinado sólo para mujeres. Eran años en donde la cantidad de usuarios estaba lejos de la saturación que existe actualmente.
Héctor nos cuenta que es dueño de un Chevrolet 39, que conserva desde que su padre lo compró 0km en Córdoba. Es un auto al que le tiene mucho aprecio y que solo lo utiliza en ocasiones especiales como fiestas y casamientos.
Norma nos cuenta orgullosa que a sus 75 años, es aun ella quien arma las vidrieras del negocio y viste a los maniquíes. A simple vista se nota que se trata de una mujer muy vital y positiva. El encuentro nos dejó con ganas de seguir charlando y conociendo más de estas sabias personas, y sobre la historia de nuestra querida Castelar.
Entrevista: Gabriel Colonna - Agencia SIEN
Redacción: Agencia SIEN