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Alicia Serra y Gabriela Villano
Alicia Serra y Gabriela Villano
Sociedad
17 Mar 2010

Entrevista a Alicia Serra y Gabriela Villano

El pasado martes 9 de este mes, tuvimos el agrado de encontrarnos con dos mujeres que, si tuviéramos que describir como agradables, nos quedaríamos más que cortos. Ellas son Alicia Serra y Gabriela Villano, dos narradoras orales que, desde hace tiempo, se dedican a darle vida a diversas historias en la mente e imaginación de su público.
Antes de comenzar la entrevista, nos presentamos y charlamos un poco sobre los vertiginosos cambios tecnológicos que nos esperan para este año y de qué manera, a pesar de que estos avances propongan alternativas cada vez más novedosas para la Literatura, el libro jamás perderá su lugar en la vida de las personas. A medida que avanzaba la conversación, sabíamos que nos esperaba una entrevista interesante y amena.

–Nosotras contamos cuentos –comienza diciendo con una sonrisa Gabriela–, contamos cuentos en español y en inglés, para niños, para adultos y también para adolescentes.

Les preguntamos cuáles eran los lugares en los que acostumbran realizar las narraciones, y nos contaron que se han presentado en una gran variedad de locaciones como colegios, bares, librerías, empresas, ferias del libro, uniones vecinales y festivales, entre otros.

La idea de narrar cuentos tiene origen en la formación literaria de ambas narradoras. Gabriela Villano, por su parte, además de contar cuentos oralmente, es escritora y publica desde la década de los 80 en Argentina, Chile, México y España. Se volcó a la narración oral a partir de 2004.

–Fue de una manera natural, además de contar mis propias historias en papel, empezar a contarlas oralmente a un público interlocutor. Si bien cambia el formato, el medio, en el fondo es lo mismo, se trata de contar una buena historia. Yo creo que se debe, básicamente, a que soy una mentirosa profesional –se ríe–. Así empecé mi carrera. De chico uno siempre trata de zafar en la escuela, entonces con las composiciones que le hacía a la maestra de Lengua, esa materia la tenía solucionada y me podía dedicar nada más que a Matemáticas, que era mi gran dolor de cabeza.

Con el tiempo, Gabriela comenzó a publicar. En los años 80, al igual que Fernando Bonsembiante, ingresó en el Círculo Argentino de Ciencia Ficción y Fantasía, y publicó varios cuentos en revistas y en antologías, en Argentina, España, México y Chile. Gabriela tiene también publicadas dos novelas, varios libros de cuentos y, desde 2004, narra en bares y centros culturales, encuentros literarios, ferias del libro y teatros; incluso presentó dos libros de cuentos mediante espectáculos de narración oral.

Esta profesión también la llevó a conocer muchos lugares, como Olavarría, Córdoba, Villa María y Alta Gracia donde también se presentó como narradora. En noviembre del año pasado, estuvo contando cuentos en La Habana, Cuba.

–Así que ahí andamos –comenta–, haciendo camino y llevando tanto historias propias como ajenas por todos lados.

Alicia nos cuenta que sus comienzos en la narración oral, alrededor del año 2002, se dieron de la mano de la curiosidad, cuando se enteró de que en Morón se realizaba un festival de cuenta cuentos. A partir de ese evento, comenzó a averiguar y a adentrarse en el tema.

–Yo siempre digo que empecé a contar un 2 de enero a las 2 de la tarde con 40 grados de calor, y desde ese día nunca más dejé de contar. Como dice Gaby, yo también debo de ser cuentera desde toda la vida –se ríe –. Hice muchos cursos con diferentes maestros de narración oral, tanto argentinos como extranjeros; aún hoy en día sigo haciéndolos porque pienso que es muy importante estar actualizada.

Alicia también ha contado en festivales de Necochea, Córdoba y en colegios, muchos de zona oeste.

–He tocado muchos timbres y me han cerrado muchas puertas –nos cuenta sobre lugares en los que no fue bien recibida la propuesta, pero, afortunadamente, también se ha cruzado con gente que la recibe con los brazos abiertos y aprovecha lo que puede brindar esta experiencia.

–He contado a audiencias de más de 100 adolescentes en colegios carenciados muy deteriorados, y los chicos se han quedado con la boca abierta.

Aprovechamos el comentario para preguntarle cómo la reciben los chicos, estando acostumbrados a un enfoque completamente distinto y muchísimo más frío en la educación, tanto como en otros aspectos de su vida.

–Una de las últimas experiencias que tuve me conmovió mucho. Había unos 70 chicos de entre 15 y 18 años. Estaba yo, y entraron 7 profesores; empecé a contar y los adultos se fueron retirando, me dejaron sola con la directora. Conté unos cuentos de la dictadura y vi como a una chica se le llenaban los ojos de lágrimas. Y cuando terminé de contar, se pararon los varones y me dijeron: “Doña, ¿no nos cuenta algo más?” Eso tiene más significado, más valor que cualquier otra cosa.

Gabriela y Alicia nos explican que, si bien ellas no son actrices que actúan los cuentos, ni declaman ni leen en voz alta, hay muchísimas técnicas dentro de esta disciplina, que forma parte de las artes escénicas. Muchas veces la gente no sabe apreciar la dedicación y conocimientos que debe tener el narrador oral para realizar correctamente su trabajo. La narración, de alguna manera, consiste en pedirle permiso al público interlocutor para entrar en su paisaje mental y plantearle, en un momento, un mundo completamente nuevo.

–Si estamos contando un cuento sobre una plaza a 20 personas, en ese momento tenés 20 plazas distintas que se están generando del otro lado, es un ida y vuelta constante; el contador de cuentos también se alimenta de las sensaciones, de lo que va sintiendo el público mientras se hace vivir al cuento, que en ese momento, por más que sea fantasía, se hace realidad –comenta Gabriela.

Los cuentos no son narrados de memoria, por lo cual son adaptados a cada espacio de narración en particular, de acuerdo al tipo de público e, incluso, a la recepción del mismo:

–Cuando se trabaja con cuentos de tradición oral, tenés más margen para manejarte, pero cuando se trabaja con cuentos de autor, no podés traicionar la esencia, la ideología del cuento –nos comenta Gabriela–. Por más que sea el mismo cuento, siempre cambia, ya sea por el estado de ánimo del narrador, de la audiencia, si se trata de un público más cálido o mas frío, etc.

Si bien Alicia y Gabriela se conocían como narradoras, su emprendimiento comienza hace más o menos un año, cuando en casa de una amiga en común deciden, aprovechando sus conocimientos de idiomas, empezar a contar cuentos juntas, pero esta vez en inglés.

La propuesta de las carismáticas narradoras involucra mucho más que entretenimiento. Se trata de un proyecto innovador que puede ser aprovechado por docentes de idiomas para dar un giro inesperado a la manera tradicional de enseñanza a la que los chicos están acostumbrados. De esta manera, rompiendo el esquema, Alicia y Gabriela ofrecen un espacio, o mejor dicho, una experiencia más que interesante para compartir en el aula.

La selección de cuentos está dada según los diferentes niveles de inglés y es posible, en todos los casos, la articulación con las distintas materias, para realizar diversas actividades luego del espacio de narración.

–Nosotras –dice Gabriela– ofrecemos narración en inglés en colegios y profesorados, proponemos una “caja de herramientas”. Después de la sesión de narración oral, los docentes de Inglés, de Lengua, o incluso de Geografía y de Historia, en inglés, pueden utilizar esos cuentos para determinadas actividades con los alumnos después de la contada. Por eso lo llamamos caja de herramientas, no es solo un contador de cuentos que entretiene a los chicos, sino que se puede trabajar la gramática, sintaxis, composición, habilidades expresivas orales y escritas.

El proyecto está aún en una etapa de crecimiento, y el lugar elegido por las narradoras para dar comienzo a esta empresa es Castelar. Con el tiempo planean expandirse e ir ofreciendo el servicio en distintas zonas.

–Es diferente el enfoque cuando contamos en inglés que cuando lo hacemos en castellano –nos explica Alicia– Cuando contamos en inglés, estamos más abocadas a pensar, por ejemplo, que en este cuento hay muchas preposiciones, en éste se está usando la voz pasiva o tal tiempo verbal; todo eso va a estar seleccionado de acuerdo con el nivel que tengan los alumnos.

Con esta idea no sólo logran romper un poco los paradigmas educativos a los que estamos acostumbrados, sino que también brindan algo que, siendo muy importante hoy en día, se deja bastante de lado: el contacto humano.

–Los adolescentes la pasan bárbaro porque están intercambiando sensaciones –afirma Alicia–. Los cuentos nutren; y el hecho de que te vayan a contar cuentos y compartas todas esas cosas ayuda mucho, en esta época de tanta tecnología que pone barreras en el contacto directo entre la gente.

Por otro lado, sus servicios también cuentan con una oferta a empresas, ya sea con el objetivo de enseñanza de inglés, motivación empresarial, capacitación de gerentes con técnicas específicas de narración oral, etc.

–Nosotras narramos, luego la empresa y los especialistas pueden decidir cómo utilizar la experiencia –comentan.

La narración puede aplicarse hasta en terapias de grupo, en donde la historia es seleccionada junto con el terapeuta para generar debates, ideas, sensaciones, etc.

–Es una herramienta multipropósito –agrega Gabriela, a lo que Alicia contesta:

–Además, ¿ a quién no le gusta que le cuenten una buena historia? A todos nos gusta, hasta los más reacios terminan enganchados, una vez que empieza la contada.

Sus servicios también son bastante buscados dentro de su propio ámbito familiar. Alicia nos cuenta cómo los más chicos disfrutan de las contadas y cómo son también los que poseen la mejor memoria, señalando a cada momento aquello que van recordando de los cuentos.

Algo muy importante de esta profesión es la dicha que se encuentra en el ida y vuelta, en la relación que se genera entre el narrador y aquel que escucha la historia:

–Es muy importante la satisfacción que uno siente, como cuando vas a narrar a geriátricos y te encontrás con un viejito que tiene la mirada apagada y, de repente, recuerda algo a partir de la historia y se conecta nuevamente. Después, cuando te vas, vienen y te dan las gracias porque la pasaron muy bien o recordaron cosas; eso te hace bien, te nutre –comentan las narradoras.

Cuando les preguntamos qué era lo que más les gustaba de la narración, Gabriela nos contestó:

–Me gustan esas contadas en las que uno esta narrando y… es una cosa un poco rara, un poco mágica, hay un momento en que el narrador no es una estrella, no es un divo que se sube a un escenario para que lo miren; lo único que importa, la única vedette es el cuento. En esos momentos mágicos, el narrador se transforma nada más que en un medio, un vaso comunicante que está ahí porque tiene que estar para que el cuento viva. Son momentos en los que uno no está intelectualmente pendiente de lo que tiene que decir y el cuento se hace presente, lo que importa es que estén el cuento y el público.

Gabriela y Alicia aún no han añadido a su amplio repertorio de cuentos textos de escritores de Castelar, lo que abre una puerta para aquellos interesados, como nos contaban en la entrevista. Hay muchos artistas talentosos que, muchas veces, no obtienen la difusión que merecen, y la narración oral es otro medio para entrar en contacto con el público, dando a conocer su obra de una manera más que interesante.

Aprovechando que Alicia ha vivido mucho tiempo en Castelar, le preguntamos si recuerda algo en especial o si tiene alguna anécdota para compartir con nosotros. Nos contesta:

–Esta es una anécdota que, incluso, he contado en narraciones. Los chicos quedaban muy sorprendidos, porque yo les contaba que, cuando tenía 5 o 6 años, a mí me gustaba que lloviera porque el auto se encajaba en la calle El Facón, que tomábamos para ir a casa. La mole que tenía mi papa, negra, se encajaba ahí, en la entrada de lo que, en aquel entonces, era el portón de la estancia de los Leloir, un portón maravilloso de hierro; y el auto lo teníamos que dejar ahí en Udaondo y El Facón. Entonces, mi papá me hacia upa, mi mamá agarraba la canasta, y nos íbamos caminando 4 cuadras hasta casa. A la mañana siguiente, yo me levantaba bien tempranito y lo esperaba a mi papá, que me decía que no, que me iba a embarrar toda y que mi mamá se iba a enojar conmigo. Yo lloraba y pataleaba para que me llevara con él, y ahí comenzaba la aventura. Íbamos caminando hasta Udaondo, esperábamos el 242 que nos llevaba hasta Tradición y Baldin. Ahí terminaba el recorrido, después de ahí era tierra de nadie, campo. Había un almacén de ramos generales donde está ahora Los Pinos. Enfrente de ese almacén, había una casita muy humilde en donde vivía el negro Pocho, que era inmenso y cuando lo veía a mi papá le decía: “¡Uy, don Serra! ¿De nuevo?” Entonces, Pocho salía con un carro y un percherón. Yo me sentaba al lado del negro Pocho porque me fascinaba y mi papá se sentaba atrás, y desandábamos el camino hasta donde estaba encajado el auto. El negro sacaba el percherón, lo ataba a un costado del auto y él se ataba al otro y tiraban al mismo tiempo hasta sacarlo. Yo estaba ahí parada, embelesada con lo que veía, llena de barro. Cuando sacaban el auto, el negro volvía a atar el caballo al carro, yo me subía y me dejaba llevar en carro hasta casa; mi papá iba atrás manejando el auto. Éramos todos una masa de barro cuando llegábamos a mi casa a tomar el café con leche. Cuando les contaba a los chicos, les preguntaba si sabían dónde había pasado todo eso, que era a 6 cuadras del colegio Lourdes, donde yo estaba contando en ese momento. Me miraban y no sé si pensaban que era un fósil o algo así -se ríe.
Para cerrar la entrevista les dejamos un comentario que surgió a medida que conversábamos:

–Contarle un cuento a una persona es un acto de amor –dice Gabriela–. Todos narramos, desde el que llega a la oficina y dice: “¡No sabés lo que me pasó hace un rato en el tren!”, hasta los vecinos que se sentaban en la vereda y se contaban cosas. Narrar es parte del ser humano, por eso es importante recuperar esta actividad, ya que a partir de ella se generan momentos muy mágicos.

¡Muchas gracias, Gabriela y Alicia, por una entrevista tan interesante!

Para más información o si desean contactarse con Gabriela y Alicia, les dejamos algunos links y las direcciones de correo electrónico de las narradoras.


Alicia Serra
Tel.: 4621-6958

Gabriela Villano
http://loscuentosdelvillano.blogspot.com


Entrevista: Gabriel Colonna - Agencia SIEN
Redacción: Agencia SIEN

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