Adriana Giovannini: 25 años compartiendo arte en Castelar
“Desde mi adolescencia tuve las pinturas en la mano. Tratando de decorar todo, siempre estuve intentando con objetos para decorarlos, pintarlos. Primero con los elementos que tenía, ahora hay mucho más en el mercado, es más fácil, antes era lo que había”, explicó Giovannini a este medio y continuó, “cuando empecé, en los 60, no había ni variedad de pinceles y la pintura era todo sintético”.
Lo que nació como un hobby, sumarle belleza a objetos diarios de su casa a través de la pintura, de la intervención artística, se transformó en vocación: “Empecé con la pintura decorativa, con objetos que no se utilizaban: pavas viejas, cacharros. Con el tiempo, como no tenía técnicas empecé a buscar cómo obtener esas técnicas. Fui estudiando con distintos profesores y aprendiendo de todo. En los 90 comenzaron a llegar muchas revistas norteamericanas y allá estaban muy avanzados con el arte decorativo. Me sumé a una sociedad de pintura decorativa y me abrió las puertas a otro mundo”, describió. La posibilidad de contactarse con otros como ella, que disfrutaban de la pintura, le facilitó también alcanzar bibliografía específica y cursos temáticos. Llegó a tomar clases directamente de una profesora norteamericana, Priscila Hauser, quien le permitió capacitarse y perfeccionar su arte.
“También a fines de los noventa tuve mucha posibilidad de viajar, a través de la Sociedad de Pintores Decorativos, a muchas convenciones, con seminarios, tomaba clases de técnicas con diferentes profesores, así me fui capacitando, para lo que fue todo lo de pintura decorativa. Llegó un momento en que no me fue suficiente, comencé a practicar sobre bastidores, entonces empecé a aprender sobre pintura sobre bastidores con profesores nacionales: Willy Beruti, con Atilio Laguzzi, ese profesor fue genial, Alejando Rosemberg que es con quien terminé de capacitarme en figura humana, excelente también. Todo lo hice en los noventa, fue una vorágine de cosas, de aprender, de capacitarme, de mostrar lo que hacía. Tengo la satisfacción de haber recibido muchos primeros premios en pintura decorativa. En la sociedad que se había fundado acá recibí primeros y segundos premios. Todos me gustaron, en todos me presenté para conseguir el premio pero para seguir adelante, no me detengo, ni siquiera por los que conseguí por cuadros. No me detengo, no le doy el valor intrínseco del premio, es una etapa, es la búsqueda de ver a cuánto puedo llegar. Pero si tengo un primer premio, es porque puedo llegar a otro”.
Disciplinas, técnicas y tendencias
“La pintura decorativa es embellecer un objeto con un diseño pero tiene que ser el diseño de acuerdo a lo que estamos queriendo decorar. Decoramos un objeto, valorizamos a partir de su decoración. Generalmente los objetos son de madera, metal, porcelana”, explica con simpleza la artista sobre un genero plástico que conoció su apogeo a fines del siglo pasado. Tras la intervención de objetos hogareños Giovannini llevó sus pinturas al lienzo: “A la gente que le gusta pintar lo decorativo le queda chico, las técnicas las aplican para pintar cuadros que quedan más presentes dentro del hogar. Podes colgar un cuadro, pero cajas, cajitas, es limitado, tiene un tiempo de duración. Me gusta pintar porcelanas, son un desafío. Tengo tres porcelanas que son de la centuria 17, porcelana china. Me encantan porque son atrapantes, es una obra de una obra”.
Ya volcada a la pintura tradicional, al cuadro, al bastidor, Giovannini eligió el realismo. Sus obras muestran un instante congelado y colmado de detalles de un sector cotidiano de su vida, su casa o una persona. “Hago realismo, mi técnica es el realismo, captar y capturar un momento determinado en nuestra vida. Me encantan los bodegones y Still Life: son composiciones con flores, frutas, hago figura humana. Se le llamaba naturaleza muerta porque eran elementos muertos. Hoy por hoy la inclinación por el inglés es Still Life: aún vivo. Son flores, frutas, esa es la denominación. La pintura holandesa que es donde nace esto, el bodegón y la ‘naturaleza muerta’ es de 1800, 1700. Hay pedazos de carne, conejos, si no tenias animales de caza había mariposas, la fruta está un poco consumida, de ahí la denominación de naturaleza muerta. Eso se fue refrescando, se fueron agregando flores, frutas, lindos contenedores para las frutas, se le cambió a Still Life. y es lo que yo pinto, no tengo nada de lo que corresponde a muerto, todo está aún vivo”.
Libros y talleres
Cursos, seminarios, capacitaciones, congresos, encuentros, charlas y pinceles le dieron la practicidad de realizar su obra y compartirla. Transmitir los conocimientos adquiridos durante muchos años ya sea de manera directa o a través de sus libros. En 2003 fue convocada desde Estados Unidos para lanzar su primer libro. Nació Everyday Beauty: “En Norteamérica me conocían a través de la sociedad de pintores decorativos, por mi trabajo, por las exposiciones. Me convocaron para hacer un libro con mis trabajos. El libro me llevó un año, el objetivo del libro es que quien tiene el libro pueda -a través de mi explicación y mi diseño- pintar y llegar a practicar el arte decorativo. Tiene técnicas, patrones, el mapeo de colores, cada patrón tiene diseñado donde colocar cada color, para lograr el diseño definitivo”.
La enseñanza también se plasmó en un taller que durante 2018 cumplirá 25 años de trayectoria. Compartir sus conocimientos y difundir la cultura de Castelar es parte de su objetivo: “trato de transmitir lo que yo experimento, lo que yo sé. Empecé hace 25 años como taller, en el salón de usos múltiples de mi casa, después me quedó chico y alquilé una casa en la calle Campana: una casa venida a menos, ahora funciona otra cosa, que la respeté según su arquitectura. En el 2001 con la crisis todos nos tuvimos que reacomodar a la situación, alquilé un local en Italia y Arias. Y hace tres años tuve la posibilidad de tener el nuevo taller en Alem 2189, entre Padre Arieta y Chivilcoy. Tengo más de 30 alumnas pero la cantidad que pasó por mi taller es de más de 200 personas”, reseñó la artista.
“Dos de mis alumnas más antiguas van a cumplir 20 años conmigo. El taller es un modo de vida, no solo aprendemos a pintar. El nivel del taller es excelente, es muy parejo. Además las participantes buscan este ámbito para estar con sus compañeras, muchas se han convertido en amigas. Compartimos muchos momentos a través de los años, organizamos eventos, salidas, tenemos un grupo de caminata. Buscamos, a través del arte, convivir en otras situaciones”, finalizó Adriana Giovannini.
Una pequeña selección de sus obras formó parte de la celebración por los 60 años del Centro Comercial e industrial de Castelar. Su taller sigue trabajando, creando y formando artistas como lo hizo el primer día hace casi ya 25 años, Giovannini ha ayudado a compartir y difundir el arte de sus vecinos y toda la ciudad.
Entrevista: Gabriel E. Colonna
Fotos: Gabriel E. Colonna
Redacción: Leandro F. Vivas