Sus pinturas han decorado rincones emblemáticos de Castelar como La Cucha o la plaza Cumelén. Ahora sus obras se pueden ver en gran parte de América. Aves Libres es una propuesta en la que por medio de pegatinas el vecino devuelve pájaros autóctonos a las ciudades que antes habitaron, aunque una explicación tan pormenorizada apenas sirve para tener una aproximación a la obra de Buda. “Libertad es salir y dejar alguna pequeña obra de arte pegada en un rincón, que embellezca pero a la vez se genere un juego, hay algo lúdico: las aves están escondidas y a veces parece que estuvieran ahí desde antes que uno pase. Entonces, la libertad es uno de los espíritus principales, de salir a pegar, a intervenir algunas paredes de las ciudades de distintas regiones del cono sur”, explicó el artista a Castelar Digital.
 
Con el estilo característico de Buda en sus dibujos, las aves, en tinta negra sobre fondo blanco, se transforman en parte de la misma ciudad que, en muchos de los casos, las desplazó. Así cualquier transeúnte de Montevideo se puede topar con un biguá semi escondido en la Avenida 18 de Julio, como un curioso en Santiago de Chile puede descubrir un pelícano en la Alameda. “Arranqué pegando bandurrias en Tierra del Fuego y la Patagonia. Seguí con chucaos en el sur de Chile. Golondrina patagónica en la Comarca del paralelo 42, en la cordillera sur del lado argentino”, señaló.

Se trata de pegatinas creadas por el artista que representan a cada una de las aves elegidas. De simple creación y aplicación, buscan repoblar los cascos urbanos: “seguimos con pelícanos en el centro de Chile; zorzal chalchalero en Salta; cóndor en el norte de Jujuy y Villazón, Bolivia; horneros y tordos por el sur de Buenos Aires; benteveos por La Rioja; pirinchos y teros por Salta; el biguá y la copetona para algunos lugares de Uruguay”.

“Vamos a ir cerrando el año con algunas aves, como gaviota, para la zona centro del pacifico que es tan simbólica allí. En cordillera sur también alguna ave de la Patagonia. Van surgiendo ideas, voy estudiando y veo que ave es propia de cada lugar. La laburo antes de llegar a ese lugar y llevo ese tipo de avi-fauna originaria a cada rinconcito. La idea es que en cada lugar haya pegatinas de aves propias de esos lugares”, señaló Buda.

La elección de las aves por parte del artista no fue azarosa. “Lo bueno de las aves es que uno las puede ir pegando, soltando, en las paredes sin modificar la arquitectura, prácticamente uno las va escondiendo en algún dintel de una ventana, en algún mural, en algún lugar cultural, o un cartel muy llamativo, donde también suele haber otras pegatinas. Y como está hecha con pintura que aguanta la luz solar, si nadie las arranca o no caen grandes lluvias puede durar algún tiempo, también es verdad que con una esponja se puede sacar fácilmente. Si la pegatina se hace en algún lugar donde a la gente no le gusta puede ser sacado fácilmente. Por supuesto esta obra tiene un punto de vista conservacionista: las aves son las primeras afectadas de los agrotóxicos. Entonces también subliminarmente cuando uno defiende a las aves está defendiendo a un modelo de producción que lejos está de el modelo extractivista, el modelo de monocultivo, con semillas tratadas para que determinados animales no las ataquen, por lo tanto hay ciertos insectos que desaparecen de algunas regiones y pájaros que deben migrar a otras regiones para poder volver a conseguir su alimento”.

“Las aves tienen esa particularidad en ser las primeras en romper con la quietud del paisaje. Desde un cóndor solitario volando en el cielo, a un gorrioncito que se aparece por ahí en un séptimo piso en un edificio de una ciudad, donde quien vive en el séptimo piso prácticamente no ve nada de vida, nada que tenga que ver con la naturaleza en su encierro y las aves llegan ahí, demostrando que la naturaleza llega a lugares impensados”, finalizó Budapest.

Entrevista: Luciana Vallerino para revista Wop! y Gabriel Colonna.
Redacción: Leandro Fernandez Vivas