El Premio Cóndor, entregado por la Federación Argentina de Fotografía, es el máximo galardón anual entregado a los profesionales de la imagen en este país. Sólo un único fotógrafo por categoría es elegido entre varios cientos de la región. Durante más de 50 años el Cóndor premió el ingenio, la precisión, la sensibilidad y la estética. En su edición 2016 para la categoría “Serie, Colección o Ensayo” el premio fue otorgado a Marcelo Carbone.

Fotógrafo, integrante del Grupo fotográfico Parque y miembro de GAMA Taller de Imagen, Marcelo Carbone alcanzó su máxima meta en el ámbito del fotoclubismo, el Premio Cóndor, con una serie de fotografías bajo la disciplina Ensayo. “El Premio Cóndor es el mayor premio y el salón más importante del año, el único con cinco jueces que juzgan simultáneamente”, explicó el fotógrafo a Castelar Digital, y completó, “Era mi aspiración vocacional”.

La fotografía profesional podría resumirse a la técnica y capacidad de manejar tres factores propios de una cámara, el tiempo de exposición, la sensibilidad a la luz y el tamaño del diafragma por donde pasará la luz reflejada. Empero, el resultado de una mano y un ojo profesional  es mucho más que el juego de estos tres factores. La vocación de Carbone por la fotografía nació en su niñez con cámaras que estaban muy lejos de ser profesionales: las clásicas de los años 70 Kodak Fiesta u otras descartables. “En mi familia no había ningún antecedente artístico. Pero cuando tenía diez años comencé a sacar fotos. Aunque era totalmente restrictivo, uno no podía comprar un rollo de fotos, sacar fotos con una Kodak Fiesta, llevarlo a revelar en blanco y negro porque era muy caro. Mis padres pudieron viajar y traerme una Kodak descartable, con el flash cubito, y pude hacer unas tomas y mandar a revelar a un laboratorio de San Justo. Me quedé con ganas, yo a las pasiones le doy mucho tiempo para madurar, quizás demasiado”.

Recién el 1992 tuvo su primer contacto real con la fotografía profesional. Por amistad, se transformó en el fotógrafo, “stage manager”, plomo y extra de una banda del momento. Los Solcilloncas habían nacido en San Justo hacía muchos años, pero ese verano recorrerían La Costa: “Los solcilloncas fueron una banda emblemática de San Justo y Ramos Mejía a fines de los ochenta, principios de los noventa. En el 92, una persona, el padre del entonces bajista de los Solci, Aldo Bosco, una de las personas más influyente en la historia del fotoclubismo en Argentina, me puso una Canon en la mano y me dio un tutorial rápido de cómo sacar fotos, cómo fotometrear, cómo encuadrar. Documenté toda la gira de la banda por la Costa Atlántica en no más de 10 rollos de 36 fotos. No volví a tocar una cámara de fotos hasta que me compré una réflex semiautomática, en el 96. La usé poco, la archivé, la vendí”.

Su pasión esperó hasta el nuevo siglo para volver a ver la luz. “Volví en el 2010, 2011, cuando uno de los hijos de Aldo a quien siempre consideré como un “hermano menor”, muy amigo mío, me dio su Canon 30D. Me la vendió con la condición de que yo me dedicara a la fotografía. A fines de 2010 empecé a sacar fotos y en el 2011 empecé a estudiar en el Centro Argentino de Fotografía. Empecé a hacer fotos, hice fotos rudimentarias, de lo que yo quería hacer: fotografía artística. Ya en aquella época, con escasos recursos, empezamos con GAMA, el emprendimiento fotográfico profesional que llevo adelante con Gabriel Colonna. Las primeras fotos de estudio, moda y productos. Y ahí empecé a darle forma a mi especialidad que es el ensayo fotográfico”.

El Fotoclubismo

Talleres y cursos, brindado entre amigos y colegas, los fotoclubes son la manera de seguir creciendo en la disciplina más allá de las carreras formales. Reuniones de fotógrafos con itinerarios y tareas a realizar con el fin de conocer todas las aristas del arte de la luz. “El Fotoclubismo es una rama de la fotografía; lo que hace es juntar a fotógrafos en clubes con reconocimiento internacional. Es un club para gente que hace y habla de fotografía. Mi foto club es el Grupo Fotográfico Parque. Yo llego al fotoclubismo de la mano de mi peluquero, Franco Settembrino, me llevó al FotoGrupo Visión, un grupo formado por fotógrafos locales de San justo y Ramos Mejía. Anteriormente en la misma zona había existido el FotoClub San Justo. Ahí estaba Aldo Bosco, que fue uno de los creadores y principales exponentes del Foto club San Justo, en los 80 y 90. El Foto Club San Justo fue la primera institución en ganar internacionalidad. Participó y ganó el concurso de clubes a nivel internacional, la Copa Argentina varias veces. Cuando el Fotogrupo Visión se disolvió como entidad, casi todos los que lo formábamos migramos al Grupo Fotográfico Parque. Mi norte profesional es Aldo Bosco, él tenía un Cóndor y ahí apunté”.

El ensayo del Cóndor

“Mi primera participación en el circuito fue en el salón del Cóndor del 2012.Desde entonces participé todos los años en pocas categorías: monocromo, color y ensayo. Y desde que tuve la primera participación en el 2012 hasta mi última participación del 2016, he consolidado bastante la técnica como para competir en buen nivel en la categoría que me gusta: el ensayo fotográfico”, relató Carbone.

Las distintas categorías del premio Cóndor responden a los distintos trabajos y presentaciones de las obras. Marcelo Carbone eligió el ensayo. “El Ensayo difiere de la serie o colección. En los tres casos se trata de una obra de 3 a 5 fotos concatenadas, todos tienen que tener un sentido, pero la colección puede tener un mero sentido estético mientras el ensayo tiene que tener un sentido narrativo. Uno narra alguna situación con 3, 4 o 5 fotogramas. Cuando uno habla de fotoperiodismo o paisaje, se va en busca de la foto pero puede no encontrarla; cuando vamos a un ensayo fotográfico es planificado, uno no suele hacer ensayo fotográfico en forma espontanea, siempre hay un camino hacia él. La preparación para este premio fueron muchos años de aprendizaje, el cual nunca terminará”.

“La realización de la obra ganadora habrá sido en cuanto a trabajo fotográfico de estudio no más de una hora y media. En cuanto a edición de ese trabajo fotográfico no habrá sido más de 6 horas en total. El tiempo global de la obra fue, no obstante, de dos años, quizás un poco menos. El concepto de la obra lo tuve desde el momento en que Gabriel Colonna me plantea la idea de hacer fotos con una contorsionista. En ese momento se me ocurrió el concepto de la obra que es jugar con el contorsionismo simétrico, en monocromo, para lograr impacto visual, que represente a dos modelos gemelas haciendo formas geométricas dentro de una sesión. Tuvo una preparación, todo el set, pensar las posturas, diagramar la iluminación, más allá del ensayo en sí, o lo que fue el trabajo fotográfico de campo, y con demoras por cuestiones físicas de la contorsionista. Las fotos las sacamos el 12 de febrero, y la obra se premió el 12 de marzo, muy poco tiempo medio entre ambas cosas”, explicó sobre la obra que le permitió alcanzar el Cóndor.

“Un viejo joven, viejo por la trayectoria, Javier Castello me dijo, ‘el fotoclubismo y los salones son un juego, uno debe tomarlo en serio y no tan en serio’. Debe tomarlo en serio para aprender fotografía y no debe tomarlo tan en serio y creerse fotógrafo por haber ganado un premio. Un premio no hace a un gran fotógrafo. Un gran fotógrafo puede obtener un premio pero puede que no. El premio puede obtenerlo un fotógrafo mediocre, que encontró una formula o la foto le salió bien o fue bien juzgada por la gente que creyó entender determinada cosa de esa imagen, es todo relativo. Hay fotos que uno no entiende como son vendidas en galerías cuando no tienen un sentido ni siquiera visual o estético. Por ejemplo aquellas obras adornadas desde mi punto de vista, con bellas palabras que acompañan la imagen. La imagen es un lenguaje y la fotografía es el lenguaje de la imagen, si además hay que sumarle un metalenguaje de palabras es porque la imagen no lo dice, entonces la fotografía no sirve, pierde entidad como elemento comunicacional”, se explayó el fotógrafo y completó, “El premio más importante era el Cóndor 2016, parece algo banal pero no lo es, era un objetivo de vida alcanzar este premio. Mucha gente que me conoce me decía que iba a andar muy bien y que iba a llegar, era cuestión de tiempo, pero se sorprendieron de la velocidad con que lo alcance”.

Las exposiciones

Alcanzada esta meta de su vida en el fotoclubismo, Marcelo Carbone se prepara para encarar un nuevo desafío: la exposición de sus fotos en distintos salones y al público en general.  La primera muestra se realizará a principios de Mayo en la Universidad Nacional de La Matanza. Esta casa de altos estudios cuenta con una larga trayectoria en exposición y selección de muestras de artes. Su curadora, la artista plástica Viviana Oriola, eligió las fotos de Carbone que se verán en la universidad. “Tengo preparado mi primer salón, mi primera muestra en la Unlam. Será un hito porque es mi primera muestra. Además, estamos preparando con Gabriel Colonna una muestra itinerante en Haedo, Castelar, Ramos Morón, Ituzaingó. Estamos buscando hacer muestras itinerantes más expuestas al público en general. Mi futuro va por la vía artística. Quiero seguir en el circuito, seguir perfeccionándome y aprendiendo. A nivel profesional el 2016 va a estar encarado a moda, fotografía publicitaria. Es lo que más nos gusta, lo que nos da más satisfacción, es muy difícil desde la producción hasta el producto final, pero podemos hacerlo bien y competir con una calidad de producto y servicio muy buena”, finalizó el fotógrafo.

La muestra de Marcelo Carbone se podrá apreciar en la universidad Nacional de La Matanza desde el 5 de mayo al 2 de Junio. Así mismo podras conocer más de su trabajo en su espacio www.behance.net/MarceloCarbone o en su cuenta de instagram marcelo.carbone.

Entrevista: Gabriel Colonna
Redacción: Leandro Fernandez Vivas