"La "Crisis" nunca pasa de moda" por Dante Pena
Castelar, como otros tantos barrios, tenía su “centro comercial”. Chiquito, pero comercial. Durante esta crisis de 1975, algunos comercios decidieron cerrar sus puertas. Convenía mas especular con el precio de las mercancías, que vendérselas a los vecinos. Inclusive, en algunos locales, vos podías ver las botellas de aceite, (De vidrio), detrás del mostrador…..pero el almacenero te decía, con una sonrisa cínica: “Lo siento pibe, aceite, no tengo”.
Algunos recordarán, que sobre la avenida Arias, donde luego funcionó un garage, y ahora hay locales comerciales, muy cerca del semáforo con el cruce de Carlos casares, había una estación de servicio que no sé si recuerdo bien, pero era una “Isaura” …¿O era otra?. A mi me gustaba pasar delante de ella, porque tenía una ardilla con un casco como el de Fangio, pintada en la pared. Pues bien, la estación de servicio tenía un cartelito en los surtidores, que decía: “No hay Nafta”….(mentira, claro). Y muy cerca, en la antigua rotisería Santa Anita, la máquina de los pollos al spiedo, dormía la siesta. Porque parece que los dueños de las granjas de pollos, decidieron perdonarle la vida a los animalitos, esperando que engordaran mas, y especulando también, con que el precio subiera “Un poquito”.
En al almacén “La Viguesa”, que estaba en la esquina de Francia y Campana, (Donde ahora hay otro horrible edificio torre), Su dueño, el señor Comesaña, te podía mostrar whisky de importación, que tenía escondido en el sótano del almacén. Y era uno de los pocos lugares donde podías conseguir “Fernet Branca”.
Papá, fumador compulsivo, se desvivía para poder conseguir cigarrillos “Parliament”. Pero se conformaba con fumar “Particulares 33”, negros, sin filtro; medio de contrabando, (que olían a yuyos quemados). En mi casa, las estanterías estaban algo vacías. Y habían aparecido algunas bolsas, con kilos de harina, garbanzos, porotos, leche en polvo medio berreta, y bidones de aceite de dudosa procedencia…porque si no conseguías productos “A granel”, te cagabas de hambre. Fue por esa época, que descubrí que no toda el azúcar era blanca. Porque tampoco conseguías azúcar. Te tenías que conformar con una cosa medio asquerosa y pegajosa, que se llamaba “Azúcar negra”, o “Azúcar morena”. ¿Manteca para las galletitas?...olvidáte. ¿Galletitas?....olvidáte también. Creo que hubiera vendido mi alma al diablo, por un paquete de “Manón”.
En la tele, un señor con anteojos y un toscano en la mano, vestido de frac, se cagaba de risa de los políticos. Me daba bronca, porque no entendía lo que decía. Tato Bores, no era para chicos. También daba igual, porque a esa edad, todas estas cosas de la crisis, me confundían mucho . Y la palabra “crisis” estaba en boca de todos. ¿Quiénes pagaban esta crisis?....Los Pelagatos de la clase media…o sea, nosotros. Asi que decidí atrincherarme en el galpón del fondo de casa, con una caja de fósforos, amenazando con empezar mi particular piquete incendiario, reclamando que me compraran la revista “Billiken”, como siempre….Podíamos comer arroz y tortas fritas con aceite barato, pero a mi nadie me iba a privar de leer la revista Billiken.
Mas tarde saqué mis propias conclusiones: “Crisis”, significaba que los cuadernos del colegio ya no fueran “Rivadavia tapa dura”, sino “Gloria tapa blanda”. “Crisis”, significaba que como no había alfajores, te tuvieras que conformar con esas asquerosas “Mielcitas” con sabor a jarabe de la tos. “Crisis”, era la razón por la cual, mi abuela remendaba las zapatillas “Flecha punta de engranaje” del año pasado. “Crisis” era el riesgo de comerte un chancletazo en el culo, si no te comías la sopa de verdura, hecha con el producto de la huertita de mi abuela Dora, de Floresta. Y finalmente “Crisis”, significaba fundamentalmente, que para llenar el album de figuritas, tuvieras que ganárselas a los otros chicos, jugando “Al punto”, “A la tapa”, “Al espejito” o “Al chupi”. Porque papá ya mo me traía paquetes de figuritas “Tarzán”.
A veces escuchaba a mis mayores, contando batallitas acerca de otras “crisis”. Mi abuelo Daniel, decia: “¡¡¡Crisis, fue la del año 30, che!!!....esto es una joda”. O las ocurrencias de mi abuela Tina: “Cuando la guerra civil, hervíamos las cáscaras de las papas “….Yo los escuchaba aterrorizado…creo que ya no pediría mas, que me compraran la revista “Patoruzú”. Me sentía un cretino.
En el colegio, las fibras “Sylvapen caja de 12”, se cotizaban a precio de oro. Las gomas de borrar ya no eran blanditas y blancas, sino verdes, duras, ásperas como una lija, y olían mal. Los libros se compraban de tercera o de cuarta mano, y los mapas se calcaban si, o sí. (Los mapas de las librerías eran prohibitivos). Un compás era un artículo de lujo. Recuerden que antes, no había “Made in China”, así que las cosas de la escuela se fabricaban en nuestro país, y si tenías mucha guita, podías comprarte algo “Made in USA”.
Si usabas una lapicera “Parker” o “Sheaffer”, te convenía esconderla, y salir corriendo a comprar una lapicera marca “Perfecta” o “303”. Si te arrancaban el bolsillo del guardapolvo, de un manotazo, es probable que volvieras al otro día al colegio, con un bolsillo nuevo….de otro color. Y el papel secante, se utilizaba hasta que literalmente desaparecía hecho jirones, adentro de algún cuaderno. Recuerden que las Biromes, estaban absolutamente prohibidas por las maestras. El que escribía con una Birome, se ganaba una nota en el cuaderno de comunicados, (El de forro araña de color verde).
Luego, “otras” crisis adornaron “otros” arbolitos de Navidad de “otros” años. Siempre teníamos “Una Crisis”. Pero jamás me privé de jugar con esos cochecitos de plástico con cucharita. Si no había plata para rellenarlos con “Plastilina”, Los rellenábamos con masilla robada de las ventanas, o con tornillos, cachos de tuberías de plomo, o arena mojada. El secreto estaba en el poder de improvisación. La improvisación siempre fue el Deporte Nacional Argentino. Ahora hasta improvisamos las crisis, aunque el resto del mundo navegue en sentido contrario.
Las personas de Castelar fueron superando esta crisis. y otras también. O al menos eso creíamos. Porque al final, uno no sabe si fue superada, o fuimos nosotros los que nos transformamos en parte de ella… Al final volvieron los pollos a la rotisería Santa Anita, las botellas de aceite “Cocinero”, a los almacenes; la nafta a las estaciones de servicio, Y el azúcar blanco a las azucareras. Pero siempre nos quedaba “Una marquita”. Cada vez estábamos mas quemados y enojados. Porque en ésa época, daba igual que te costara conseguir algunas cosas… Nadie saqueaba supermercados. Nadie mataba a nadie, defendiendo a tiros, lo que era de cada uno. Ni en Castelar, ni en ningún otro sitio. “Crisis” era sinónimo de fastidio, no de demencia colectiva.
Mas adelante, sufrimos otros estados de crisis. Estábamos mas hartos, y mas violentos. Y pasó lo que pasó. A nivel mundial, se supone que ahora estamos atravesando una “Crisis”. Digo a nivel “Mundial”, porque a diferencia de cuando era chico, ahora sí sé lo que está pasando en el mundo. Tengo una visión un poquitín mas amplia de lo que pasaba en mi barrio. Me causa enojo, y fastidio. Pero no me siento violento. Debo agradecer este estado, a las enseñanzas de mis mayores. Y al clima de inocencia de mi niñez. A mi plácida y añorada vida en Castelar. Mi barrio me hizo un poco como soy. Algunas veces tuve miedo. Otras tuve euforia. Pero al final, creo que tuve una buena niñez. En el sitio preciso para vivirla.
Como otras tantas veces, terminaré comparando mi pasado con mi presente. No puedo hacerlo de otra forma, porque Castelar está en mi pasado, aunque siga en mi corazón. Mi presente está en Madrid. Que sin querer, se ha transformado un poco en el “Castelar de mi vida adulta”. Por lo menos en lo que hace a la tranquilidad de sus habitantes.
Suelo ser algo lento en mis movimientos. La gente de aquí ya me conoce bien. Saben que no me apuro por nada del mundo. Sin embargo, se cuidan de utilizar conmigo el más mínimo impulso de sarcasmo. No pueden. Son españoles. Y saben que los argentinos estamos muy , pero que muy quemaditos con estas cosas de “Las Crisis”. A veces me preguntan que fue “Eso del Corralito”….Creo que tienen miedo de que pase en España. Pero les contesto que la crisis del “Corralito”, fue un acontecimiento que me tocó vivir lejos de mi país y de mi barrio. Cuando ya llevaba mas de 10 años viviendo en España.
Algunas veces, en algún bar dejado de la mano de Dios, algún español me comenta que “Está hasta las narices de la Crisis”…..y que está “Preocupado”, porque no sabe si podrá cambiar este año el Mercedes Benz. Lo afirma, escupiendo las migas del pan con el que está empujando una rodaja de Salmón ahumado, con una ensalada Waldorf. Me lo comenta muy alterado, mientras llama al servicio de mantenimiento de su chalet de cuatro plantas en las afueras de Madrid. A veces, los ignoro. Otras me bajo un poco los anteojos, y los miro por encima de las lentes de aumento: No puedo evitarlo. Creo que me despiertan ternura. ¿Crisis?...¿Que Crisis?... Tengo una excelente Obra Social Gratuita, (Como todos los españoles). Hospitales enormes y modernos, con todos sus servicios funcionando. (Aunque creo que los médicos de Argentina, son mejores que los de España), Policías educados y profesionales, que además de cuidarme, si les pedís permiso, te acercan a tu casa. Escuelas gratis con comedor, para los chicos. Ayudas estatales, si es que tengo un estado de necesidad. Ciudades limpias y seguras. Políticos que si meten la gamba, son despedidos o se queman para el resto de sus carreras políticas… Cosas que funcionan….¿por que?....¿Son mejores que nosotros?.....Yo creo que no.
Pero debo reconocer que la crisis se deja ver. Se “Huele” en la desconfianza de las personas. Un tufillo xenófobo se siente de vez en cuando, en los etílicos comentarios de algunos parroquianos. Sin embargo, estas personas sortearán este estado. Al fina l lo superarán. Volverán a cambiar sus coches de lujo una vez por año, y alfombrarán sus casitas de fin de semana…No creo que tengan que comprar bolsas de harina barata o aceite a granel, para poder comer. Tal vez sería bueno que hablaran con algún anciano, de los que se pueden ver por las plazas, dándole de comer a las palomas, para que les enseñen como se vive en “crisis”. Cuando en España se pasaba verdadera hambre, y desesperación. Mas vale que les pregunten. Porque si bien aquí, en España, los ancianos pasan de los noventa años, algún día se llevarán sus secretos a la tumba. Y puede que esa experiencia sirva para bajar del pedestal a mas de uno. Yo por ahora, me conformo con poder comer, respirar, y jugar de vez en cuando con mis sobrinos. Ellos me cuidarán cuando yo sea mayor. Creo que les enseñaré a armar cochecitos con cucharitas y masilla. Y a jugar a las cartas, cuando se les rompa la “Play Station”….No se confundan. Las crisis son buenas. En especial, cuando hacen añicos los espejos de los vanidosos. Aprendan a amasar pan. Porque el final de la “Crisis”, está muy lejos. Y en medio de todo esto, está la vida.
Pegando un billete de 5 Euros con cinta “Scotch”, los saluda:
Dante.