Venerarla, por Cecilia Corino
Por: Taller Literario Anaquel, Biblioteca Popular 9 de Julio.Gabriel unió las manos y bajó la cabeza para esconder el rostro. El silencio era tal que podía escuchar la respiración ronca de su madre, a quien espió con cautela. Los labios de la mujer se movían, enfrascados en la oración, sin prestarle atención a él.
Se irguió un poco —no lo suficiente para llamar la atención, ya había cometido ese error alguna vez en el pasado— y recorrió con la mirada la iglesia, buscando entre las cabezas inclinadas una en particular.
Qué fácil era hallarla.
Piernas cruzadas, el pie en el aire sacudiéndose impaciente, una cabeza que se mecía con la canción que estuviera pensando para matar el tiempo mientras veía al frente, sin fingir siquiera que oraba.
Casi por instinto, la chica volteó hacia él. Le sonrió, astuta. Gabriel casi pudo escucharla diciéndole en su cabeza: “te atrapé”.
Él esquivó su mirada, consciente del calor que le subía inevitablemente a las mejillas, y cerró los ojos con fuerza. Tal vez, si fingía estar ciego, ella se olvidaría de que la había visto.
Una risita burlona reverberó dentro de la iglesia, apuntalando el devoto silencio con absoluto descaro. Decenas de cabezas se levantaron para buscar el origen de la ofensa.
Él no lo hizo.
Permaneció a ciegas, consciente de los ojos que atravesaban la habitación enfocados en él como los clavos en el crucifijo que los vigilaba detrás del altar. Escuchó el murmullo desaprobatorio de su madre, como cada domingo:
—Esa mocosa irrespetuosa…
Y a Gabriel le costó un infierno no sonreír, deleitado por esa chica que jamás le hablaba, solo se burlaba de él con risitas cuando él la veneraba a ella en lugar de a Dios.
CECILIA CORINO
Taller Literario Anaquel, Biblioteca Popular 9 de Julio
Anaquel nació hace 8 años honrando una noble tradición literaria de la biblioteca.
Nos reunimos todos los miércoles por la tarde para leer, escribir, hacer juegos literarios y desarrollar actividades performáticas de escritura creativa.