El Valor de la Innovación en los Negocios y la Profesión: Un Camino de Imaginación y Cambio
Por: Marcelo Carbone.No hay mayor error que quedarse quietos mientras el mundo avanza. Pensemos en ejemplos cotidianos: empresas gigantes como Kodak o Blockbuster cayeron porque ignoraron señales claras de cambio en sus industrias. Por otro lado, compañías como Netflix no solo aceptaron el cambio, sino que lo impulsaron al redefinir la forma en que consumimos contenido. Esto demuestra que innovar no siempre se trata de crear algo desde cero, sino de reinterpretar la realidad con nuevos ojos.
A menudo se piensa que innovar requiere recursos enormes o un equipo especializado. Nada más alejado de la verdad. La innovación empieza con una pregunta sencilla: ¿Cómo puedo hacer esto mejor? Una pregunta que todos podemos hacernos. En mi experiencia, muchos emprendedores creen que necesitan una idea brillante, algo nunca antes visto. Pero la verdadera innovación, esa que tiene impacto, muchas veces surge de mejorar lo que ya existe. Cambiar procesos, implementar nuevas herramientas, buscar maneras más efectivas de interactuar con los clientes. En cada pequeño ajuste, en cada nueva forma de hacer las cosas, hay innovación. Un buen ejemplo es el "drive-thru" de McDonalds. No es que alguien inventó la hamburguesa; simplemente alguien pensó: "¿Cómo puedo hacer que la experiencia sea más rápida y cómoda para el cliente?" La respuesta fue un cambio en la forma de servir comida, y ese simple ajuste revolucionó la industria. ¿Hace falta ser la gran empresa de los Arcos Dorados para tener una buena y disruptiva idea? ¡Por supuesto que no!
Si nos quedamos haciendo las cosas como siempre, terminamos siendo irrelevantes. Esto es válido no solo para los negocios, sino también para nuestras profesiones y nuestra vida diaria. La mejora continua no es un eslogan corporativo; es una forma de vivir. Y dicha forma de vida requiere humildad para reconocer que siempre podemos hacer algo mejor y el coraje para intentarlo. Hacer cosas novedosas no significa reinventar la rueda cada vez. Puede ser tan sencillo como probar un nuevo enfoque en la gestión del tiempo o implementar un software que mejore la comunicación en tu equipo. La clave está en no conformarse y en estar dispuestos a fallar para aprender.
Uno de los mitos más dañinos sobre la innovación es que está reservada para genios, científicos o mentes brillantes. Esto no es cierto. La creatividad y la innovación son inherentes a todos los seres humanos. Basta con observar a un niño jugando; su capacidad para imaginar y crear historias es infinita. En el ámbito profesional, esa creatividad no desaparece; simplemente necesita estímulos. Los mejores líderes y emprendedores son aquellos que saben que su equipo tiene ideas valiosas. Fomentar una cultura donde todos se sientan capacitados para aportar ideas, por pequeñas que sean, genera un efecto multiplicador.
La imaginación es el primer paso hacia la innovación. Sin ella, estamos condenados a repetir patrones. La imaginación nos permite soñar con futuros posibles y visualizar soluciones donde otros solo ven problemas. Si algo aprendí en mi experiencia es que la imaginación no tiene edad. No importa si tenés 20 o 50 años, siempre podés volver a activar esa chispa imaginativa. En mi caso, el skateboarding y el snowboard son formas de alimentar mi creatividad. Me enseñan a observar el entorno desde nuevas perspectivas, a adaptarme a los cambios y a no temer las caídas, porque cada caída es una oportunidad para aprender.
Activar la imaginación es activar el potencial innovador. La imaginación no es algo que sucede por casualidad; es algo que podemos estimular. Leer libros, explorar nuevos entornos, escuchar a personas diferentes a nosotros, incluso meditar, son maneras de activar esa parte de nuestro cerebro que a menudo descuidamos. Un ejercicio práctico que recomiendo a mis clientes y alumnos es el brainstorming inverso. En lugar de pensar en cómo solucionar un problema, pensá en cómo empeorarlo. Este enfoque extraño pero poderoso ayuda a liberar nuestra mente de patrones rígidos y abre espacio para ideas frescas y originales.
Por último, debemos tener muy en cuenta y repetirnos que “La innovación es un viaje, no un destino”; implica observar, aprender y actuar. En los negocios y en la vida profesional, la capacidad de innovar no solo mejora los resultados, sino que también enriquece nuestra experiencia. Innovar es arriesgarse, soñar y construir. Es tener el coraje de cambiar lo que parece inamovible y la paciencia para cultivar ideas hasta que florezcan. Porque al final, la innovación no es solo una ventaja competitiva; es la manera en que dejamos nuestra huella en el mundo.
Marcelo Carbone
Emprendedor Serial
Marcelo Carbone, Mentor de emprendedores. Emprendedor serial, Consultor, docente universitario en Marketing, Administración y Control de gestión.
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