Cirugía vertical, Milena Bracci
- Quiero ser veterinaria -le comenta, mientras atrapan hormigas con un palito.
- ¿No era que querías ser actriz?
- No. Quiero ser veterinaria y salvar animales.
Lilí se pone un poco nerviosa y ahora aplasta las hormigas con la rama. Luca no nota este cambio de actitud.
- ¿Me ayudás a hacer algo?
- ¿Qué cosa?
- ¿Viste el sapo que se escondió en ese yuyo?
- ¿Qué yuyo?
- ¡Ahí, Luca, allá! ¿Lo ves?
- Ah, sí…
- Lo veo un poco caído, lo quiero abrir.
- ¿Abrir?
- Sí, seguro está enfermo y necesita cirugía. A ver, dame ese palito tuyo que es más filoso.
Luca ayudó a Lilí a atrapar al sapo con un vaso de plástico. Una vez capturado, ella le dijo que lo sujete de las patas, bien estiradito. Como vio que la rama no cortaba su piel gruesa, fue a buscar un cuchillo de cocina a la carpa. Luca empezó a transpirar, le daba bastante asco la situación.
- ¡Tenelo firme, eh! Bien quietito…
Lilí, por fin, pudo abrir el sapo; pero, para su sorpresa, dentro de él no había nada muy curioso ni muy curable. Había algo horroroso de matar al sapo, que le generaba atracción.
En fin, el bicho murió retorcido y le hicieron un velorio como era debido. Pozo, cuerpo al hueco y una lápida de piedra. Rezaron un padre nuestro y a otra cosa, mariposa. ¿Mariposa? Esa sería otra buena víctima. Quizás, algún día, podrían curar una mariposa que vuele raro, o ayudar a una oruga a hacer la metamorfosis.
Pero, por ahora, Lilí se conforma abriendo sapitos y enterrándolos, intentando descubrir qué tienen de curioso por dentro.
Milena Bracci, Ituzaingó