Viaje infinito, por Haydée Piteo
mi blanco corcel
sus ojos fulguran
ardientes amatistas
zafiros relucen
en vibrantes cascos.
Pétalos rosados
mis manos prendidas
en riendas de oro;
sus crines plateadas,
al aire flotando
en rítmica cadencia.
Se perdió en el éter
mi blanca mortaja
y en capa irisada
de celestial fulgor
llegué ante el portal.
Hincada ante la guardia
del imponente luz
anuncié mi llegada,
¿sería el instante?
Aguardaban luces
el brillante resplandor.
Un fondo infinito
se abrió ante nosotros,
amazona y corcel.
Ejercito alado
aguardaba la venia:
¡Iría con sus huestes!
Haydée Piteo