Sonidos neumáticos, chispas de colores y movimientos que recuerdan a películas de robots. Desde un extremo, un gigante rollo de metal pasa por más de siete tambores que lo estiran y afinan, luego otra mesa lo corta y endereza para por fin ingresar en la soldadora. Al final de la cadena de producción el insumo necesario para rejas, mesas, caniles o todo lo que se pueda construir con mallas soldadas.

A mediados de la década del 80, Eduardo De Benedetto, especializado en materiales de construcción, eligió por los metales y montó en Libertad lo que sería la empresa familiar que hoy llevan adelante sus hijas y su familia. Hierros Libertad lleva su impronta y esfuerzo, su familia continúa con el legado.

Sobre Eva Perón, más conocida como Ruta 21, y Pedro C Pereyra, se erigen los hangares de la firma. Desde allí salen los metales que son parte de obras, construcciones y artísticas de toda zona oeste. Con más de 30 años de trayectoria, participaron en la construcción del Showcenter de Haedo, hoy Al Oeste Shopping, como también del Plaza Oeste o incluso de partes de la Autopista Acceso Oeste. Hoy, uno de sus productos emblema son las mallas soldadas.

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En damero perfecto, la vista se pierde hacia el interior de la pila formada de mallas. Es casi hipnótico y un desafío para la vista poder identificar cada malla. Su producción, en marte automática y en parte manual, necesitó de la explicación de Christian Bulacio, Gerente de Hierros Libertad, quien ofició de anfitrión y guía.

Lo primero es el material, pesados ovillos de hierro que se transforman en insumo. “La máquina se llama perfiladora. Es la que va achicando el material hasta el calibre que nosotros necesitamos. Pasa de un grosor de 5.5 milimetros a 3.2 y 2.6”, explicó Bulacio ante las consultas de Castelar Digital. “Salen los rollos de alambre de las medidas que necesitamos y pasan a la enderezadora. Se encarga de estirar, cortar y enderezar cada alambre. Ahora ya son varillas”, completó.

El siguiente paso es el más ruidoso y el que cautiva a la cámara. La soldadura eléctrica se genera por medio de grandes transformadores que entregan su potencia a mechas de cobre que, un instante y por décimas de segundos, alcanzan la temperatura para que los metales se unan. “Las chispas son normales, suelda por calor y cuando se separan los cobres surgen esas chispas. A un buen ritmo tranquilo podemos producir 100 mallas por día. A un mayor ritmo se pueden recalentar los transformadores, porque son muy grandes, muy potentes, y no queremos que les pase nada”, bromeó el gerente.

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“El producto final: las mallas soldadas. Se usan para cercos, rejas, caniles… nosotros nos construimos un ‘guardatodo’ que es como unas jaulas donde guardamos distintos materiales y sabemos que están protegidos”, cerró orgulloso Bulacio.

La cadencia del sonido habla de perfección. Alimentada de varillas, la soldadora trabaja sola. Está bajo control y supervisión de los empleados de Hierros Libertad, pero ella se encarga de la creación y las chispas. El proceso completo demanda algunos minutos, lo que eran pesados rollos de grueso material, ahora son una interminable pila de cuadraditos.
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