En una estrella muy lejana, llamada Sirio, el señor del universo vio una lucecita que brillaba mucho más que las demás. Él sabía quién era y por qué brillaba tanto.

En aquella estrella, como en muchas otras, todos los seres eran muy buenos y se amaban compartiendo todo. Nada les faltaba y vivían en una inmensa paz. Todo veía el señor del universo desde su inmensa plenitud infinita. Todo estaba bajo su dominio y control, pero había un planeta pequeño en medio del universo que lo preocupaba mucho dado que los seres que lo habitaban no sabían realmente amarse, vivir en paz y armonía. Como este hecho lo tenía preocupado decidió enviar para allí a alguien que pudiera enseñarles cómo podían ser.

Ya que muchos seres de este planeta, llamado Tierra, sufrían demasiado y no podían compartir y amarse los unos a los otros, el señor del universo llamó a la hermosa luz pequeña y más radiante de todas y le explicó cuál sería su misión al tener que viajar a un lugar pequeño, lejano y con muchos problemas entre su gente. Le enseñó cómo transmitía sus enseñanzas, diciéndole que venía en nombre de su padre del cielo, que era su hijo y que sería como él mismo.

Le contó cómo sería su llegada: nacería en un cuerpo que lo sostendría para andar sobre el planeta tierra, ya que allá era muy diferente moverse y vivir. Dos seres muy buenos lo recibirían como padres, lo ayudarían a crecer en su nuevo cuerpo y lo guiarían a vivir allí, en un nuevo espacio, el que le iba a parecer muy pequeño, acostumbrado al espacio infinito y luminoso de donde venía. Cuando llegó el día que la pequeña luz tenía que viajar al planeta Tierra, los vecinos de muchos planetas y estrellas de todas las galaxias, se reunieron para despedirlo, desearle éxito y fuerzas para cumplir su misión, que iba a ser por siempre la más importante del universo.

Viajó en su traje de luz hasta llegar a un lugar muy  pequeño donde lo esperaban dos seres  muy luminosos, a pesar de vivir en la Tierra. Sintió el amor con que lo cobijaron y vio a su alrededor unos seres grandes que le echaban aire cálido. También estaba el ser que lo acompañó en su viaje que tenía dos alas muy luminosas, estaba allí junto a su pequeña cama que era de un material que no conocía, pero estaba feliz y cómodo.

Sus pequeñas manos se movían hacia quienes lo contemplaban, admirados y conmovidos de tanta luminosidad que irradiaba. Era un ser muy especial siendo tan pequeño. Durante días venían a verlo y lo adoraban muchos seres buenos que sabían quién podía ser, pues se anunció que venía a la Tierra el hijo del señor del universo. Se esperaba la visita de seres muy importantes que venían para expresar su homenaje y reconocer a este ser que acababa de nacer.

Una estrella muy grande y más brillante que todas se distinguía en el cielo, era el anuncio de que había nacido el hijo del señor del universo. Muchos no querían creer que había nacido el niño dios y había un rey en la Tierra que tenía muchos lugares desde donde dominaba a tantos de sus habitantes. Él no quería que hubiera otro rey más que sí mismo, por lo que dio orden de que desaparecieran a todos los niños que encontraran. Así muchas madres lloraron desconsoladamente porque aquellos seres que obedecían a ese rey malvado le quitaban sus pequeños hijitos para que ningún niño quedara, siendo que podría tratarse del ser que se anunció llegaría como nuevo rey del universo.

Así, donde reinaba el padre del universo, que aquí en la Tierra es nombrado también como Dios, sabían mucho de las leyes que todos los seres deben cumplir, como la principal que es amarse los unos a los otros, lo cual era lo que el niño dios venía a enseñar. Desde esas galaxias tan lejanas vendrían a darle su bienvenida a la Tierra, para presentarlo como el nuevo rey, unos seres muy importantes y sabios por lo que aquí se les dijo magos pues tenían poderes que aquí en la tierra no se conocían. Ellos traían ofrendas para expresar que el niño era el hijo de Dios, rey del universo, y como tal tenía todos sus poderes, a pesar de haber nacido en un lugar muy humilde y pequeño, pues tambien venia a enseñar que la humildad y la sencillez eran virtudes que todos teníamos que aprender. No por ser superior necesitaba tener muchas cosas.

El niño venía también a demostrar que no es el ropaje ni el lugar de donde venimos lo que nos hace más importantes ni mejores, ya que en este planeta Tierra había reyes tan malos a pesar de tener muchas riquezas, lujos, comodidades y dominar a los demás que tenían que obedecerlo.

Estos magos llegaron a la tierra en un vehículo de luz como se trasladan en otras galaxias, acá en la Tierra llamamos estrellas o algo que brilla mucho por eso se cree que su vehículo, en el que llegaron de sus lugares lejanos, era la hermosa luz que los acompañó hasta el pesebre donde nació el niño. Una vez que presentaron su homenaje y reconocimiento, volvieron al vehículo luminoso que los trasladaría de nuevo al lugar lejano de donde habían venido. Allá tenían sus misiones, como la de enseñar y preparar a otras luces que vendrían a vivir a nuestro planeta para ayudar a otros seres a ser mejores y aprender lo que el niño dios venía a enseñar a todos los habitantes de la tierra: amarse los unos a los otros.

Desde aquel entonces es tradición que un dia elegido en nuestro calendario sea el cumpleaños de Jesús, como fue llamado por sus padres al nacer en la Tierra, y días después se recuerda la visita de aquellos magos que ofrendaron con objetos divinos al recién nacido, quien luego sería llamado por la religión católica Jesucristo. Él sería el rey del universo por siempre, habiendo cumplido la misión que le encomendara su padre celestial y todopoderosos al enviarlo como hijo suyo para que naciera en la Tierra, por eso todos los años en nuestro calendario se festeja el dia de los Reyes Magos, los niños reciben regalos, en conmemoración de aquellos que vinieron a adorar y obsequiar al niño dios que siempre sería llamado Jesús.