Hace 50 años se realizó el primer vuelo transpolar tricontinental
Confiable, noble y con muchas horas de vuelo, también es el encargado de unir por aire el continente americano con la Antártida. La Argentina mantiene presencia ininterrumpida en el continente blanco desde el 22 de febrero de 1904, casi 120 años de actividad sin pausa.
Entre los hitos del avión y las actividades antárticas hay un suceso que destaca por ser riesgoso, inédito pero sin complicaciones, detalle muy positivo. En diciembre de 1973 un Lockheed C-130 Hércules, matrícula TC-66, de la Fuerza Aérea unió América con Oceanía haciendo escala en la Antártida. Despegó desde Aeroparque, aterrizó en Marambio para luego llegar a Australia y Nueva Zelanda. No satisfecho con tan largo viaje, regresó a Marambio para luego volver a descansar en El Palomar.
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La Fundación Marambio, organización que trabaja en al difusión de información antártica y en conservar y narrar las acciones heroicas e históricas de los pioneros que construyeron a pico y pala la primera pista argentina en la Antártida, publicó en su web los detalles de tan importante viaje que unió tres continentes.
El vuelo, de carácter experimental, partió desde el Aeroparque Metropolitano el 4 de diciembre de 1973. La primera escala fue la Base Marambio, la puerta de entrada a la Antártida desde la Argentina americana. El viaje demanda unas 10 horas de vuelo y siempre está supeditado a las condiciones climáticas extremas del continente que encierra al polo sur. En Marambio, el primer Hércules fue reabastecido de combustible por otro avión idéntico. Para poder realizar el salto por sobre el polo y llegar a oceanía el TC-66 fue adaptado con dos tanques de combustible extra en su interior que extendían su autonomía por sobre las 17 horas de vuelo. Además, para poder despegar con ese mayor peso en la corta pista de solo 1200 metros, debió utilizar cohetes, conocidos como JATOS, que anclados a los laterales del fuselaje del avión le brindaron un rápido y potente empuje por corto tiempo pero que complementa a sus cuatro motores como si se tratase de dos motores más.
Ya en vuelo, el Hércules se elevó hasta 8000 metros de altura para atravesar el continente blanco. Sobrevoló el Polo Sur y enfrentó el frío, unos -50º, los vientos, con ráfagas de hasta 155 Km/h, y lo desconocido en el rincón más austral del planeta, sin posibilidad de rescate en caso de un desperfecto técnico. Pero nada detuvo a La Chancha.
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Detrás quedó América, Luego la Antártida y una gran porción de océano hasta llegar a Australia. El primer destino fue Canberra, donde el Hércules aterrizó tras 17 horas y 54 minutos de vuelo con un retraso de dos horas por los vientos que debió afrontar.
Desde la capital australiana, el TC-66 se dirigió a Christchurch en Nueva Zelanda para reabastecerse y despegar nuevamente hacia América el 9 de diciembre a las 23:54. El vuelo de retorno no sobrevoló el polo sur sino que se dirigió en línea recta a Marambio, empero, esto lo llevó a sobrevolar una gran porción de la Antártida y sus campos helados. No obstante, ya en vuelo se decidió seguir hacia Río Gallegos por haber malas condiciones meteorológica en Marambio.
El C-130 tocó tierra a las 23:43 del mismo día. Por los distintos usos horarios, el avión aterrizó apenas 11 minutos antes de despegar de Nueva Zelanda. Recorrió un total de 25.170 km en aproximadamente 50 horas de vuelo.
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Actualmente el C-130 TC-66 sigue volando con los colores de la Fuerza Aérea Argentina, fue modernizado hace unos años y es apodado Polo Sur en reconocimiento a su vuelo histórico. Es habitual que descanse y opere desde la I Brigada Aérea de El Palomar, en el corazón de la Zona Oeste.