La Fiesta de la Democracia, por Mirta Vivas
Recuerdo a una mamá muy joven que llevaba a su bebé con ella y le impidieron entrar al cuarto oscuro y debió entregarlo a las autoridades. La autoridad era un soldado del Ejército de mediana estatura, flaquito. Este upó al bebé de unos 5 o 6 meses y se rió como hacen los bebés. El soldadito le devolvió una hermosa sonrisa. En ese momento no se sabía quién de los dos tenía más cara de niño.
Pasaron varios años. Luego del descrédito de las Fuerzas Armadas por la derrota en el conflicto austral, que nos permitió salir del capítulo más sombrío de nuestra historia reciente, volvemos a ilusionarnos con la esperanza de una nueva elección.
Y así fue. En 1983 volvimos a votar. Volvió la democracia y el país nuevamente fue una fiesta. Así ganó el doctor Raúl Alfonsín. Confieso que yo no lo voté. Pero eso no hizo que no me sintiera feliz de volver a vivir en un país donde se respeten los derechos. Nada de presidentes puestos a dedo. Donde pudiéramos hablar de todo sin correr riesgo. Donde pudiéramos estudiar lo que quisiéramos. De vestirnos como nos gustaba. Por todo esto hay que cuidar la democracia. La nuestra es joven, sólo 40 años. Pero hay que tratarla bien. No podemos permitir que ideas foráneas la maltraten y pongan en peligro nuestra patria. Tendrá defectos, claro que los tiene, pero sigue siendo lo mejor para vivir.
Han pasado muchos años, ya soy una abuela que peina canas. Pero cada vez que voy a una votación, siento la misma alegría y emoción que aquella muchachita que votó por primera vez en 1973. Para mí sigue siendo una fiesta, la FIESTA DE LA DEMOCRACIA.
Mirta Vivas