Mi vida en una sola patica, por Maria Salome Lorente Moreno
Por: Maria Salome Lorente Moreno.Anónimo
Una tarde, sentado a la puerta de la casa vi que se acercaba un camión muy grande y salí disparado como una flecha detrás de él. Tenía unas ruedas enormes y no pude medir bien la distancia, de pronto sentí un golpe muy fuerte en mi cuerpo y rodé por la calle como una pelota de fútbol. No comprendía nada, sé que gritaba muy fuerte porque algunas personas se acercaron a mí y me levantaron del suelo. Me llevaron corriendo a casa, pero mi dueña no estaba y me dejaron allí solito con aquel dolor insoportable.
No sé cuánto tiempo habrá pasado, pero Águeda, la vecina de al lado, se acercó a mí y dijo algo que no pude comprender. Creo que dijo algo así como: “Pobre animalito, lo han atropellado”. Rápidamente me alzó en sus brazos y me llevó a su casa. Curó todas mis heridas y vio que mi patica delantera izquierda colgaba como un racimo de uvas en una planta. Entonces decidió llevarme a un lugar donde una chica de gabacha blanca me revisó por todas partes y le escuché decir que yo no podría usar más esa patica para andar. Me puse muy triste.
Águeda me llevó de nuevo a su casa y decidió que desde ese día yo sería parte de la familia y me puso por nombre Titi. Cuidaba mucho de mí y a los dos o tres días, después del accidente, comencé a caminar de nuevo solo que mi patica no respondía para andar y me quedaba colgadita del cuerpo. En la casa viven ocho perritos más, ellos me aceptaron enseguida y comenzamos a jugar cuando estuve mejor.
A mí me gusta mucho el balanceado que me sirven, también como pollo, carne picada y arroz. Me bañan con frecuencia y están pendientes de que mis amigos y yo no tengamos pulgas ni garrapatas porque dicen que son muy malas.
Así pasó mucho tiempo con la felicidad que significaba ser parte de una familia que me quiere. Nadie sabe exactamente qué edad tengo, pero suponen que 10 o 12 años. Hace algunos meses mi patica comenzó a arrastrarse por el piso y me lastimaba constantemente. Águeda ya es muy mayor y es Patricia, su hija, la que nos cuida siempre y nos lleva a la consulta del doctor.
El mes pasado fuimos a la veterinaria Colombo y allí me atendió un señor de gabacha blanca que se llama Daniel Tenorio y le comentó a Patricia que lo mejor era operarme y quitar mi patica porque cada día estaría peor. Arreglaron todo y la semana pasada el doctor Tenorio y el doctor Colombo me operaron. Yo sentí que soñaba y soñaba, después me desperté en un lugar tranquilo adonde una señora, después escuché que su nombre es Salomé, me venía a hablar y a decirme que no tuviera miedo, que ya venía Patricia a buscarme.
En realidad, no he sentido mucho que me quitaran mi patica pues desde hacía mucho tiempo no podía apoyarme en ella y me había acostumbrado a caminar solo con tres. Ya me han llevado varias veces para controlar que todo esté bien. Ayer me dieron el alta y los doctores dijeron que podía seguir haciendo mi vida normal pues no tengo ninguna otra dolencia.
Sigo disfrutando de la compañía de mis amigos y corro de un lado para otro de la casa, siempre con mucho cuidado pues Águeda ya está mayor, tiene 80 años, pero nunca se olvida del día que me rescató mal herido de la calle y yo nunca podré olvidar que ha sido y será mi ángel guardián.
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Maria Salome Lorente Moreno
Lic. Historia del Arte, Lic. Español y literatura, Lic. Filología, Correctora de textos, Escritora de Literatura Infantil. Actualmente trabajo para una editorial. Realizo desgrabaciones y edición para una revista digital. Colaboro, asesoro y corrijo los trabajos de un artista y escritor argentino, radicado en Perú, en la labor que realiza con los niños, en el campo literario, en una obra social comunitaria en la villa El Agustino en Lima.