Angelita escuchó cuando la vecina de al lado iba a regalar una perrita a unas personas que vivían en la villa. Ella se puso muy triste porque pensó que, tal vez, no podrían cuidarla bien y decidió pedirle a la señora que se la regalara. Esa perrita soy yo y Angelita, mi madre adoptiva, me puso por nombre Millie.

Tengo 10 años, soy de color negro con algunas manchitas blancas. He vivido una vida muy feliz con mis padres humanos. Papá falleció hace un tiempo y mi madre, Angelita, me cuida y protege como si yo fuese la joya más preciada del mundo. Ella se encarga de mimarme y me da de comer muchas cositas que me gustan, prefiero el pollo y la carne, aunque no me está permitido comer mucho porque me puedo enfermar.

A la casa viene una chica muy cariñosa que se llama Tamara, ella también cuida de mí y me acaricia con mucha ternura.

Hace algunos días desperté sintiéndome muy decaída, algo que preocupó a mi mamita que enseguida llamó a su sobrino Óscar para que me llevara a la veterinaria. No quería ni levantar mi cabecita, me dolía todo el cuerpo.

Fuimos a la veterinaria del Dr. Colombo, había muchos perritos y gaticos como yo que esperaban para ser atendidos por los doctores. Estaba muy nerviosa, pero a decir verdad, no tenía deseos ni de levantar mi cabecita.

Cuando la doctora Carina me llamó por mi nombre, supe enseguida que ya me iban a atender. Me revisó por todas partes, no hubo un lugar de mi cuerpito que no examinara. Luego le dio toda una explicación a Óscar que yo no comprendí muy bien, pero él escuchaba atento para no perder ningún detalle. De inmediato la doctora me puso un suero que duró mucho rato y me quedé dormidita, cuando me desperté sentí que ya estaba un poquito mejor. La doctora dijo que era necesario que me llevaran unos cuantos días seguidos para seguir mi tratamiento y que después me haría unos exámenes de sangre.

Me he sentido mucho mejor en los últimos días. Hoy me llevaron a la veterinaria y tuvimos que esperar un rato en la sala pues estaban operando a un perrito. Fui con Óscar, él tenía que marcharse al trabajo, entonces vino Tamara y se quedó conmigo. Me hicieron exámenes de sangre, la doctora dijo que esperaríamos para poder seguir un tratamiento de acuerdo a cómo fueran los resultados.

Yo me siento mucho mejor y mi ánimo ha mejorado mucho. En la veterinaria todos me quieren y cuando llego siempre me dicen palabras bonitas. Hoy, la señora que ayuda en la veterinaria me acariciaba y me decía que todo iba a estar bien.

Ahora descanso tranquilamente en mi casita y le pido al Dios de los perritos que los resultados de los exámenes estén bien. Como estoy descansando decidí contarles la historia de mi vida. Ahora ya peino canas, pero puedo decirles que mi vida ha sido y soy muy feliz pues Angelita, Óscar y Tamara hacen que mis días sean hermosos y cargados de amor.

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