Haedo y El Palomar tuvieron lagunas turísticas pero las taparon
Así como gran parte de la zona oeste, toda la región estuvo atravesada por arroyos y lagunas, de distintos tamaños, que le dieron forma y vida al perfil de lo que hoy son grandes ciudades. El Arroyo Morón, entubado en su mayoría, el pequeño arroyo que corría por lo que hoy es la avenida Sarmiento en Castelar, el charco donde hoy está la plaza de la solidaridad y otros tantos espejos de agua, desaparecieron con el crecimiento de los pueblos.
En Haedo y El Palomar, según informó el Instituto y Archivo Histórico de Morón, hubo lagunas que llegaron a tener interés turístico. Al menos para los vecinos que las disfrutaban.
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El Instituto, que se reconoce en las redes sociales como Historia Morón, es un ente municipal dedicado a la protección, estudio y divulgación de la memoria material del Partido de Morón. Publicó hace unas semanas las historias de los cuerpos de agua:
En El Palomar existieron, antes de la plena urbanización, varias lagunas. Una de ellas, según los testimonios de viejos vecinos; recibió varios nombres: “Aguardiente”, “Curvela” y “Cipoletti”. Estaba ubicada dentro de terrenos de la Base Aérea frente al colegio Emaús, aproximadamente entre las calles Dolores Prats y Céspedes. La calle Céspedes tiene un nivel bajo muy notorio con respecto a la zona circundante, por esta calle pasaba un zanjón o cañada, que terminaba su recorrido en la laguna. Una vecina recuerda “…la cañada de Céspedes, era como un arroyito y en donde está la vía muerta se formaba una laguna (…) me acuerdo que no me dejaban ir sola, tenía que ir con mis hermanos. La zona era inundable hasta que se hizo un arreglo en el Barrio Aeronáutico y en la calle Rosales para que no se inunde…”.
En la zona de esta laguna los vecinos mencionan un almacén conocido como “Almacén de las cuatro patas” de la familia Mutti, ubicado en la calle Rosales y la vía muerta. El origen de este nombre se debía a que el local estaba ubicado sobre cuatro pilares que permitían nivelar el inmueble con la altura de la calle. El bajo nivel de la calle Rosales estaría originado en la existencia de esta antigua laguna. “… La laguna Aguardiente estaba atrás de la famosa almacén de las cuatro patas, que le decían, que está en Rosales… entonces era muy profunda, iban los chicos de acá del barrio, Iba yo, iban todos, se iban a bañar y a varios se los… era peligrosísima…” Las lagunas y zanjones eran un atractivo para chicos de todas las edades. Allí se cazaban ranas, se pescaban anguilas , recuerdos que se manifiestan en los testimonios de los vecinos.
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La Laguna Benguria se encontraba en las calles Congreso y Juan B. Justo, Haedo. Tenía una isla central y se utilizaba para la crianza de patos. El señor Austín Raux alquilaba botes para los vecinos que paseaban por allí. La laguna fue rellenada con troncos de eucapilto y las tierras fueron loteadas.