Decisión final, por Guillermo Mazzuz
Tengo muchas dudas, miedos.
Una repentina indecisión.
Imágenes de la vida pasando en segundos.
Las caras de ellos, se precipitan en mí imaginación.
Momentos de la vida, abruman mis pensamientos.
Recuerdos repentinos, buenos y malos.
Pensamientos en blanco y negro.
Mi mente repasa esos momentos a alta velocidad.
Felicidad, logros o las peores situaciones.
Alguien pasa por detrás y me devuelve a la realidad.
¡Loco! ¿Qué haces? ¡Locooooo!
¿Loco?, no lo sé.
Aquí parado en el puente, de cara al río, me siento abatido.
La luna esta oculta por las nubes, el río se ve negro, oscuro, aterrador.
Tengo miedo a lo inminente. La oscuridad me resulta incómoda, ciega.
Sin embargo, el ruido del agua, me trae tranquilidad.
Miro a la ciudad, con sus brillantes luminarias. Me angustia.
Siento que me va a fagocitar en su insoportable intensidad.
En el otro extremo, la tenue luz del pueblo, con sus calles solitarias.
Siento tranquilidad, seguridad en su verde arboleda.
Sentimientos contrapuestos, ¿son mis debilidades o mis fortalezas?
Una barcaza se acerca hacia mí. A lo lejos, veo sus tenues luces de comando.
Logro escuchar el leve golpeteo del agua contra su proa.
Siento que la situación me apura.
Se encuentra a una distancia considerable, seguramente no noten mi presencia.
Vuelvo a reactivar en mi mente cataratas de recuerdos, son en blanco y negro.
El impulso es terminar con este halo envolvente, que me quita el aliento.
La barcaza se acerca, puedo ver algo más de luz, que proviene de la cubierta.
El golpeteo del agua se escucha cercano.
Momento de decidir qué hacer. El final de un difícil camino.
La barcaza está cada vez más cerca.
Siento la presión de una decisión que me jala desde el río.
Tengo dudas, siento la vergüenza de lo que dirán.
¿Loco o cobarde?
Mi visión se obnubila, mi cuerpo se inclina, sobre la cara oscura del río.
Mi mano derecha, se va soltando del agarre.
En un instante, todo cambia.
En el río veo el reflejo de la luna, todo se ilumina.
La mano izquierda tiembla por el peso y por mi inclinación.
La barcaza está muy cerca, siento mariposas en mi estómago.
Golpea el agua, sus luces son más intensas, percibo ruidos familiares.
El sonido del silbato de la barcaza, me vuelve a la realidad.
Mi cuerpo se siente desbalanceado, mi mano derecha quiere equilibrar mi peso.
¿Me gritan desde la barcaza?
Quizás veo sus siluetas, son ellos.
¿Gritan mi nombre?, mueven sus brazos, quieren mi atención.
Mi mano izquierda pierde el control.
Siento que caigo, escucho el silencio de mi caída, la barcaza grita.
Golpeo fuertemente contra el agua, me hundo en el fluido de mi conciencia.
Siento tranquilidad, me dejo llevar, vivo un momento de paz.
Algo me jala hacia arriba, en instantes estoy en la superficie.
Mis pulmones se llenan de aire, todo mi ser se revitaliza.
Las figuras en la barcaza, ya no están. Ellos no están.
No estarán.
Una manta cubre mi cuerpo frío y mi alma congelada.
Alguien me habla, pero no escucho.
Solo veo, por delante, una luz brillante, que se agranda cada vez más y me envuelve.
Es la paz, es el paraíso, son ellos, soy yo.
Guillermo Mazzuz
Alumno del taller de Analía Bustamente