La primera impresión fue suficiente. Un simple encuentro de vacaciones cambió el futuro del matrimonio. Sin esperarlo, se toparon en el norte de España con lo que serían no sólo 500 kilómetros de caminata, sino también un sinfín de paisajes, pinturas y hasta un libro.

Alicia Gelpi es artista plástica, se dedica a la pintura y es escenógrafa. Su marido, Luis María Sierra es médico de profesión y vocación y en su casa de Castelar Sur atiende desde su consultorio a los vecinos de todo el barrio. Allí mismo está el taller de pintura de su esposa. Desde hace 40 años recorren Castelar, el mismo que eligieron para entrenarse físicamente para poder completar el Camino a Santiago de Compostela.

El Camino a Santiago es una de las peregrinaciones más importantes para la religión católica que se repite en Europa desde hace más de 10 siglos. Comienza en Francia y atraviesa todo el norte de España hasta llegar a la catedral donde estarían enterrados los restos del Apóstol Santiago. La zona más transitada es la correspondiente a la península ibérica. El matrimonio tras toparse con los peregrinos no dudó en modificar todas sus vacaciones para cumplir con la especial procesión.

“Hace diez años hicimos un viaje largo por Europa, teníamos un libro que hablaba de las leyendas del Camino a Santiago y de historias de los distintos lugares. Entonces, una parte del recorrido lo desviamos para ir a Santiago de Compostela en auto e ir parando en los lugares donde decía el libro. Tardamos cuatro días. El último día se nos hizo de noche en un pueblo chiquito donde estaban todos los hoteles ocupados por lo que pasamos la noche en un convento que daba hospedaje a los peregrinos. Ahí mismo yo hubiera dejado el auto y hubiera empezado a caminar. Nos movilizó mucho”, relató Alicia a Castelar Digital.

Ese primer contacto los llevó, pocos años después, a recorrer a pie más de 500 kilómetros y a editar un libro en el que cuentan las peripecias de la procesión, las reflexiones que emanaron durante tantas horas de caminata y además muestra los paisajes a través de las pinturas de Alicia, muchas de ellas creadas a la vera del camino. Con la meta puesta en la famosa catedral de Galicia, el matrimonio se puso en campaña para organizarse y entrenar para realizar al menos 300 kilómetros del Camino a Santiago: “todos los viajes siempre los preparé yo y nos íbamos por nuestra cuenta, no por agencia. La idea era hacer 300 kilómetros hasta Santiago, recorrer España, ir algunos días en micro, subir, bajar, durante cinco días hasta León y después si, seguir a pie. Hice el recorrido, tenía datos sobre donde estaban los lugares y los albergues, teníamos planeado no hacer más de diez kilómetros por día caminando”. Ante tal esfuerzo, el matrimonio se entrenó por las calles de Castelar. Primero caminaron por el barrio y la ciudad, yendo de una punta a la otra. Luego teniendo la ciudad como punto de partida marcharon hasta Liniers, hasta Padua, e inclusive practicaron cuantos kilómetros podían hacer llevando peso en la mochila, “viajamos a Luján y con la mochila en la espalda salíamos a caminar por las rutas, para acostumbrarnos a la mochila”.



Con el entrenamiento cumplido, en 2004 se decidieron a enfrentar el Camino a Santiago: “Empezamos por Roncesvalles. Calculamos caminar diez kilómetros por días, porque una cosa es un día y otro es la suma de los días. Me llevaba más de 20 días hacer eso y 5 días íbamos a hacer en micro. Cuando llegamos a Roncesvalles dormimos en un albergue para peregrinos, y al otro día no había micros, entonces empezamos desde ahí. Hicimos 23 kilómetros el primer día. El segundo día seguimos y vimos que estábamos enteros, entonces reorganicé todo para 20 kilómetros por día”, así los 300 kilómetros de peregrinación estipulados superaron los 500. Sólo un pequeño tramo del recorrido fue en tren, para ganar tiempo al principio de la procesión y llegar a Santiago a pie antes de que terminen las vacaciones.

A la par que caminaban y conocían cada rincón y secreto del antiguo camino, Alicia pintaba y plasmaba sobre el papel con acrílicos las imágenes y los colores que se le presentaban: “llevaba una mochila mínima, porque la tenía que cargar, pesaba siete kilos; uno era de pinturas, pinceles y un block de hojas. En un principio si podía trabajar y pintar en el camino, como soy muy rápida para trabajar no necesitaba más de un rato, pero a medida que pasan los kilómetros, el cuerpo se resiente. En los últimos días nos toco lluvia por lo que era imposible pintar. Algunos cuadros los hice en el camino, otro los hice acá. Entre fotos que saqué y el recuerdo, no haciendo una copia de la foto sino lo que yo sentía en el momento, en ese lugar. Fui creando a partir de lo que había vivido”.

Durmiendo junto con otros peregrinos en conventos y albergues comunitarios, con solo dos mudas de ropa que se secaban en el exterior de la mochila mientras seguían caminando, el matrimonio alcanzó la meta y llegaron a la ciudad de Santiago de Compostela. Al regreso, fue Luís el encargado de relatarle a sus cuatro hijos y a sus amigos más íntimos lo que había vivido, lo que había sentido en ese viaje que según cuentan fue una manera de encontrarse con dios y con ellos mismos. Esos relatos se transformaron con el tiempo en un libro escrito a mano y cocido por Alicia que todavía atesoran sus hijos. “mi marido escribía cada tanto lo hecho en cada día de caminata, mas algunas reflexiones. Cuando se termino de escribir, hicimos un libro casero con mis pinturas. Cuando llego a manos de mi hijo que vive en Salta, lo quiso publicar, fue mi hijo el encargado de editarlo y entonces la presentación del libro y las pinturas se hizo en Salta”, apuntó Alicia.

El camino a Santiago de Compostela atraviesa distintos relieves del norte de España y gran parte del sendero utilizado por los peregrinos no es más que una huella que atraviesa, campos, bosques y montañas, solo en contadas ocasiones está paralelo a una ruta, por lo que la travesía exige a cada caminante: “Como experiencia fue maravillosa. El peregrino se tiene que adaptar a lo que viene, a cómo esté el camino, si llueve, si tenés dolores. Cada día es un acontecimiento y no sabes cómo va a ser, pero te da un crecimiento enorme. Tenés en la mochila tu casita y no tenés nada más que eso. A veces acá las cosas no te alcanzan y allá te arreglas, no necesitábamos mas”.

“Lo importante es cómo te reciben en los albergues, no es la comodidad de ir a un hotel, sobre todo para gente grande, éramos 100 personas durmiendo en un albergue, o en un convento, uno al lado del otro; hombres y mujeres. Pero el peregrino respeta al otro, ayuda. Todo lo bueno de una personas se manifiesta ahí”, rememoró la artista.

“El camino a Santiago, primero es un separarse de todo lo que te rodea, de tu familia, de lo que tenés. Es vivir un poco de una manera como se podía vivir en el siglo XII, cuando caminaban por ahí. Pero principalmente es un encuentro con uno mismo y con dios. Vas caminando y en ese caminar hay mucho para pensar. Podes ir charlando pero la mayoría del tiempo es en silencio. Llega un momento en el que vas caminando y vas mirando la naturaleza y te vas conectando con uno mismo. También se va probando lo que uno puede hacer. Vas aprendiendo a vivir”.

La peregrinación además los obligó a aprender a vivir casi sin ningún dinero. Un problema con una tarjeta bancaria lo obligó al matrimonio a subsistir los últimos días apenas con monedas y parando en albergues gratuitos o a donación. Los últimos kilómetros de la peregrinación fueron una prueba hasta en el factor económico. Pero tras soportar el clima, el hambre y el dolor en los músculos cansados, llegaron a destino.
Este logro los impulsó a repetir la peregrinación pero de manera distinta. En 2010 recorrieron otros 500 kilómetros pero en lo que sería el comienzo del camino, en Francia y en la zona de los Pirineos, donde debieron afrontar sólo con lo que llevaban en sus mochilas, el frio, la nieve, la dificultad del camino de montaña. “El primer viaje empezamos en Roncesvalles y terminamos en Santiago, el segundo empezamos en Le Puy en Velay (Francia) y lo terminamos en Pamplona, cruzamos Roncesvalles a pie. Hicimos los recorridos al revés, pero si cierro los ojos y pienso en el Camino, lo recorrimos entero”, explicó Gelpi.

Alicia en su casa de Castelar da clases de Historia del Arte y lleva adelante un taller de pintura. Según explica, siempre sintió una atracción especial por el arte, muy influenciada por su padre quien se desempeñó como escenógrafo toda su vida. Ella también es escenógrafa y llegó a trabajar en el Teatro Cervantes, en cine y televisión, y además fue jefa del área de escenografía y decorados del Teatro Municipal de Morón. Inclusive se desempeñó en trabajos de escenografía e imagen en TVA (TeleVisión Abierta) Canal 5 de Castelar, hasta hace pocos años. Su pintura, según manifiesta, es rápida y con mucho hincapié en los reflejos y las dobles lecturas de las imágenes: “en general soy rápida para hacer el trabajo, por mi impaciencia quiero ver lo que voy haciendo, por eso uso acrílicos, porque seca rápido, el oleo no te lo permite, el acrílico te permite ir trabajando, superponiendo colores, generando distintas calidades. Se ve lo que está abajo. Dentro de las tendencias lo mío ha ido cambiando, pero siempre fui de trabajar de manera muy rápida. Hay momentos muy coloristas, empleo mucho color pero de manera armónica, no creando choques ni acideces. Busco que mis trabajos sean armónicos. Empleo lo que es el impresionismo, de lo que capta el ojo tratar de plasmarlo en la pintura. Ahora estoy haciendo algo más abstracto, pero me gustan los reflejos, los espejos, todo lo que de una doble imagen”, relató.

Según explicaron Luís María y Alicia, el Camino a Santiago se puede realizar por tres motivos: por deporte, por convicción religiosa, o para conocer a la gente y la cultura de cada región a lo largo del recorrido. Estos dos últimos motivos fueron los que llevaron al matrimonio a caminar en dos viajes más de 1000 kilómetros y dejar como testimonio de su experiencia un libro colmado de recuerdos, personas que los acompañaron e imágenes a pulso y colmadas de colores que muestran las metáforas y sentimientos que rodearon durante dos meses a los dos viajeros.

Luís y Alicia presentarán la última reedición de su libro, Memoria del Camino, el 28 de junio en el Rotary Club de Morón, Casteli 150. Más información: www.consultorajprossi.com.ar/aliciagelpi/

N. de R.: Castelar Digital estuvo presente en el Corpus Christi, procesión del Santísimo Sacramento, que se realizó en Santiago de Compostela, España, el 26 de Julio de 2011 y donde fueron tomadas las fotografías de esa región que ilustran la nota, así como también los videos que iremos subiendo a nuestro espacio en facebook.
El día 28 de Junio 2011 Castelar Digital llegó a Finisterre donde se encuentra el faro del fin de la tierra, denominado de esa manera por ser el punto más adentrado en el atlántico del continente europeo. Este lugar es el destino final de los peregrinos, incluso después de la celebración de la misa y paso por Santiago de Compostela, y donde tradicionalmente se incineraban las ropas y dejaban los zapatos usados en el arduo recorrido simbolizando el comienzo de una vida nueva libre de pecados.

Entrevista: Gabriel Colonna
Redacción: Leandro Fernandez Vivas
Fotos: Flia Gelpi y Gabriel Colonna