En la casa donde la artista plástica Alicia Gelpi pasó su niñez, a metros del obelisco, era habitual ver proyectados los dibujos de su padre - el escenógrafo, vestuarista, dibujante y director artístico, Germen Gelpi -, quien pasaba mucho tiempo allí pensando sus decorados. “Hacía todo el diseño de lo que iba a hacer, los dibujos ya levantados como un arquitecto, pared por pared”, rememoró su hija y también escenógrafa, de Castelar. Gelpi trabajó con los principales directores teatrales del país y del extranjero como Armando Discépolo y Margarita Xirgu; y en cine, junto a Lautaro Murúa (La Raulito) y Daniel Tinayre (La Patota), por nombrar sólo algunos.

“Era todo un trabajo que yo lo vi desde que nací. Mi contacto con el arte fue permanente desde muy chiquitita y su influencia fue muy importante, evidentemente, porque seguí la profesión de él. Desde niña ya dibujaba. Me gustaba el arte, siempre me gustó y cuando tuve la edad para entrar en Bellas Artes, lo hice. Después estudié Escenografía en (la Escuela Superior de Bellas Artes, Ernesto de) la Cárcova”, señaló.

Como escenógrafa trabajó en el Teatro Cervantes y en el Teatro Municipal de Morón. También lo hizo en cine y en televisión, en TVA Canal 5 de Castelar. Además, se dedicó a la enseñanza. Fue ayudante de cátedra en la Escuela de Bellas Artes, Ernesto de la Cárcova y dictó talleres de pintura. “Cuando dejé un poco la escenografía me aboqué a la pintura. Hice una exposición en Puerto Madero, después otra en el centro y otra en el interior. Y los últimos años, me dediqué a dibujar, a pintar y tuve la suerte de poder viajar bastante”, comentó Gelpi.  

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Los viajes y el dibujo, han tenido un lugar importante en su vida. “La primera vez que visité Europa fue con mis padres a los 15 años. Un viaje a esa edad y con una predisposición al arte, ¡Te abre la cabeza!, realmente”, explicó. En cada viaje llevaba acrílicos, lápices o acuarelas para pintar y hacía una bitácora. Como cuando junto a su marido, el médico Luis María Sierra, hizo el Camino de Santiago (de Compostela) en España, y cuya experiencia, repartida en dos viajes, dio origen al libro Memoria del Camino que incluía dibujos de paisajes.

“En el primer Camino, en 2004, llevé para pintar y, claro, nosotros viajábamos con una mochilita, nada más. Hicimos 500 kilómetros caminando ¡con la mochilita! (rió) en donde llevás lo mínimo e indispensable, no podés llevar nada extra porque pesa. ¡Y yo llevaba 1 kilo entre papeles y pinturas! En un momento dado, lo hubiera dejado pero mi marido insistió y dijo: `¡No!, te lo llevo yo´. Algunos los pinté ahí mismo y otros acá con las fotos y el recuerdo de lo que había visto. Hice una serie de 33 trabajos. Son bocetos hechos de forma muy ágil. No podía estar tres horas sentada pintando. Cuando estoy en el lugar, el que sea, lo pinto y después lo dejo. Al día siguiente o a la noche, veo lo que le falta, si tengo que remarcar algo o si hay que poner una sombra acentuada, por ejemplo. Porque a lo mejor, en un principio, no lo notás porque la vista se te cansa”. (Ver: De Castelar a Santiago de Compostela)

“En el viaje trabajé con acrílicos pero los usaba como témpera, que se seca enseguida y podés pintar arriba. Deseché siempre el óleo por esa razón, tarda en secar para pintar sobre capas. Y si son días húmedos o con ciertos colores, perdés dos o tres días. Yo no tengo esa paciencia. A mí me gusta el trabajo rápido, la cosa momentánea, espontánea. Del acrílico pasé a la acuarela. En estos últimos tiempos, me dí cuenta que yo a la acuarela no la uso como acuarela solamente, no me basta. Yo lo que necesito es dibujar. Entonces, es una mezcla de birome con acuarela. Con la birome le doy ciertos toques al dibujo y la acuarela me lo completa. Es una técnica mixta que uso yo”, compartió.

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Hace dos años, en 2020, una prima le comentó de una muestra para artistas llamada Matite in Viaggio - Lápices en viaje -, que, desde hace 12 años, realiza la Asociación Cultural de ese nombre en el Centro Cultural Candiani, en la localidad de Mestre en Venecia, Italia. "Los participantes tienen que enviar ocho trabajos por correo electrónico y la propuesta es que si vos viajás o vas a algún lado, destaques lo que te llama la atención y, de alguna manera, darle un carácter a lo que hacés. Al ser el año de la pandemia, aparte del tema de los viajes, hicieron la cuarentena”, dijo la artista.

Al no poder viajar, Alicia se dedicó a dibujar el interior de su vivienda y a sus trabajos los acompañó con un texto. Su casa, definida por sus hijos como La casa más linda del mundo, es la misma que inspiró a su hija Julia Sierra, Profesora en Letras, para desarrollar el proyecto de escritura que cuenta con una Columna en Castelar Digital. (Ver: Columna: La casa más linda del mundo) En esta ocasión, sus dibujos fueron seleccionados. Al año siguiente, se volvió a presentar, esta vez retratando edificios de Buenos Aires y volvieron a elegir sus obras. “Como tampoco podía viajar, dije, `¿Qué hago? Bueno… ¡Buenos Aires, es mi ciudad!´ Entonces me fui al centro a buscar cúpulas y fachadas de edificios”, relató.

Este año, volvió a surgirle la duda sobre qué dibujar ya que todavía no había viajado y no encontraba nada que la motivara a pintar. Hasta que pensó, “Si yo vivo acá en Castelar. Castelar-Morón es mi zona. ¡Eso es lo que voy a pintar!”. Hizo cuatro dibujos de Castelar y cuatro de Morón y en el texto puso: “Yo me crié a metros del obelisco, me eduqué en pleno centro pero después cuando me casé elegí venir a zona oeste, volviendo a donde mis abuelos vinieron de Italia. Ellos se instalaron en Ituzaingó. De alguna manera, sigo sus raíces”.

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La Recova sobre la calle Martín Irigoyen, la esquina de Timbúes y Arias, peatonal donde conviven cafeterías, locales y una farmacia; y el histórico bodegón La Tarzán, en Castelar y en Morón, un edificio arquitectónico con pintadas barriales, una casa señorial entre dos construcciones modernas y la Catedral cuya cúpula “se ve acorralada entre elevadas edificaciones” son algunos de los lugares que dibujó, quedando seleccionada por tercera vez consecutiva. “Para mí fue una grata sorpresa porque se presentan un montón de personas, no sólo los italianos, y no todos quedan. Ser elegida por tercera vez… ya con eso me siento gratificada, ya gané. Es un aliciente para mí”, manifestó.

Las obras que integran la muestra Matite in Viaggio serán exhibidas a partir del 21 de octubre en el Centro Cultural Candiani en Italia. También podrán verse publicadas en la página de Facebook Matite in Viaggio. “Por la pandemia, todavía no pude ir a verlas. Voy a ver si este año puedo viajar y dibujar en el viaje, que es lo que me gusta hacer”, concluyó.