La Felicidad ¿Un sueño inalcanzable?, por Rodrigo Aguiló
De modo que le propongo, querido lector, que busquemos en la Filosofía, ciencia de la cual soy estudiante, para poder encontrar alguna respuesta. Para eso me parece que podemos rescatar una postura en particular: la de Aristóteles. Quizás el nombre les suene, es considerado uno de los padres de la Filosofía y uno de los pensadores más influyentes de la historia. Y, a mi parecer, un escritor que todavía tiene cosas para resonar en nuestro tiempo.
Aristóteles propuso una noción de felicidad que trascendió su tiempo y que hoy, entre el caos que caracteriza nuestra sociedad, está detrás de todo el ruido, buscando llegar a los oídos de la gente. Él sostiene que todos queremos ser felices y que, por eso, todos merecemos serlo. Cada uno tiene en sí mismo la posibilidad de ser feliz; la cuestión está en ejercer ese poder. Solo somos felices en tanto trabajamos activamente para serlo y la felicidad depende de cada uno. No hay una felicidad universal, una especie de nebulosa hacia la que todos corremos, sino que hay felicidades particulares. Me atrevería a decir que hay tantas felicidades como individuos y que la felicidad está tan atada a quién es cada uno que nos resulta incomunicable. Puedo expresar las palabras “estoy feliz” pero no llevar en ellas lo que “feliz” significa para mí.
Sin embargo, Aristóteles es muy práctico, determina que para llegar a ser felices (¡Ojo! No estar felices) hay que formar hábitos que nos lleven a eso. La felicidad es algo que se busca en el día a día, en el ejercicio de la vida. Para eso tengo que conocer mi vida, conocer mis capacidades, mis anhelos y mis búsquedas. Si yo no me conozco, no podré jamás buscar qué es lo que me hace feliz. Porque, como dijo Séneca, “Cuando no sabes hacia dónde navegas, cualquier viento es desfavorable”. Como la felicidad se busca en una vida situada e histórica; tengo que conocer mi paso histórico por mi vida para conocer qué es lo que me hace feliz. Este autoconocimiento es una parte del trabajo que tenemos que hacer para ser felices. Así a medida que nos vamos conociendo vemos qué es lo que tenemos que empezar a hacer para conquistar esa felicidad, comenzamos a vislumbrar los pequeños pasos. Se empieza por los pequeños actos de cada día y repitiéndolos diariamente se avanza hacia la felicidad. Pero esto viene con una aclaración. Como la vida es difícil y los vaivenes de la misma nos atacan y tiran abajo; podemos caer presas de pensar que nuestra vida se define por esos momentos o por lo contrario, como estamos en la cima del éxito somos lo más felices que seremos jamás y cuando no lleguemos a ese estado de éxtasis somos infelices. Sin embargo, Aristóteles nos dice: “Se trata de esta actividad a lo largo de toda una vida. Una golondrina no hace verano, ni tampoco un día excelente. Por eso un día o un breve período buenos no convierte a un hombre en bienaventurado y feliz.” Porque “Feliz es un predicado que ha de aplicarse a toda una vida.”
Rodrigo Aguiló
Estudiante de la Lic. Y Prof. en Filosofía (UNSAM)
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