Betty Siri: “La Cestería botánica me conecta con mis raíces, mi historia, mi familia”
Por: Gabriela Sánchez, Gabriel Colonna.En la antigüedad, se confeccionaban cestos con materiales provenientes de la naturaleza para conservar alimentos y transportar pertenencias, entre sus principales usos. De ahí que la cestería sea considerada una de las primeras artesanías utilitarias creadas por el ser humano. “Es anterior a la cerámica y a la alfarería. Los pueblos originarios hacían cestas con material en verde, como hojas de palmeras, para que sean moldes de alfarería. Las rellenaban con barro y una vez que estaban secas, las quemaban. Hacían el proceso de cocción y quemaban el molde. Se descubre por algunas tramas de cestería encontradas en la parte exterior de esos cacharros de barro. Para mí esto es fascinante”, expresó la artesana de Ituzaingó.
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“A mí siempre me gustaron los canastos. Cuando me mudaba compraba canastitos para poner los ajos, los cubiertos o los usaba como tal. Un día dije: “¡Tengo que aprender a hacerlos!”, era 1989, siglo pasado. Me preguntaba: ¿Dónde podré aprender? Me acuerdo de ir en un colectivo y ver por Los Portones, en Ituzaingó, un lugar que los vendía. A partir de ahí, empecé a investigar, fui a una profesora particular en Hurlingham, seguí con Nora Aslam en Béccar, tomé clases con Daniel Luna, hice conexiones en el Tigre y como soy muy autodidacta comencé a experimentar, a probar, a estropear canastos y yuyos, ver si eran hidratados, si eran secos, si eran verdes. Es la parte que más me gusta: la experimentación. En 1989 empecé a aprender y hace un rato estaba haciendo canastitos”, explicó quien mantiene intacta su pasión como el primer día.
Betty Siri proviene de una familia ligada al campo y la naturaleza. Sus días en Gowland, Mercedes, O´Brien y Bragado en la Provincia de Buenos Aires han tenido un lugar importante en su infancia y esto se refleja en su presente. “Todos vivieron en quintas y toda la vida estuvieron en contacto con yuyos, con hierbas, con el mundo verde. Cuando mis padres y mis abuelos vinieron a vivir a Castelar, dedicaron parte del terreno a cultivar, le daban mucha importancia. Recuerdo ser muy chica y ver a mi abuelo italiano arreglando una silla de madera con hilachas de formio que había encontrado por ahí. El formio es un material que se utiliza en atados de acelga y espinaca, es una lonjita verde. Para mí estar con este mundo tiene que ver con mis raíces, mi historia, mi familia. Si bien no hacían cestería, es lo que a mí me conecta. El estar reparando una silla con junco en mi casa y que me salte la imagen de mis cuatro años, de mi abuelo haciéndolo con un material aleatorio, me impactó y digo: ¡De acá viene!, detalló.
La Cestería botánica es una artesanía urbana que a diferencia de la cestería tradicional, que usa mimbre y junco para su confección, utiliza yuyos - residuos verdes de poda, de los jardines y plazas de la ciudad- que tienen como destino “la combustión o acumularse” junto a la basura común. De esta manera contribuye a una menor contaminación ambiental y da uso a los recursos naturales: “Se trata de una actividad de reciclado de material vegetal desechable. El residuo verde de poda es utilizado en piezas y en obras. Nuestro aporte tal vez sea mínimo pero es importante también. Tiene que ver con la reducción del uso del plástico y además, cuando un canasto se rompe, se desintegra. Se pueden tejer bolsas con este material. Yo voy a comprar con mi canasta de mimbre, que, más allá de esto, es preciosa”.
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La elaboración de un cesto consiste en una serie de pasos previos: “El primero es el Avistamiento del material, luego la Recolección – según los colores y el sonido el artesano se da cuenta si es un material apto o si está en proceso de putrefacción- y le sigue el Acopio y Preservación del material. Siempre en galerías bajo techo para que no esté en contacto con la lluvia o el sol. Si están cortados o divididos en partes tienen que ir en cajas o bolsas de cartón porque en las plásticas transpira y se hacen hongos. Después viene el momento de trabajarlo. La mayoría de los materiales tienen un proceso de Hidratación, yo lo hago en un bebedero de caballo que es muy largo y entran varas de gran tamaño. Otros no necesitan este paso porque se trabajan en verde, se recolectan dos o tres días antes, se deja que la savia fluya y no esté tan verde, tan crocante, y no se parta, hasta lograr la elasticidad del material y después se puede trabajar. No todos son materiales de recolección. En mi caso utilizo mimbre y esterilla de mimbre, y después como complemento uso mucha variedad de hilos, muchos hechos a partir de una fibra vegetal como el sisal, yute, rafia y lino”.
A la hora de comenzar con un proyecto de armado de cestería existe la posibilidad que se presenten “Dos caminos”, comentó. “Uno es diseñarlo en tu cabeza o en un papel y luego, buscar el material para hacerlo. El otro, tal vez mucho más bucólico, es encontrarte con un material en una caminata o cuando vas en el auto o que alguien te traiga un manojo de yuyos y decir: ¿Qué puedo hacer con esto? Ahí hay un desafío mayor porque no tenés una idea previa y en cuanto al material, a veces hay que probarlo porque quizás no lo conocés”.
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En cuanto a su modo de crear se explayó: “La creatividad te asalta. Es como la frase de (Joan Manuel) Serrat, `¿Por qué las musas han pasado de mí?´ Por eso no hago demasiada producción en serie porque te baja la alegría por el descubrimiento que da la creatividad. Puede ser que haya soñado con un canasto o pensado y dibujado uno mientras hablaba por teléfono y tengo que ir al taller y hacerlo cuando sea. A las seis de la mañana cuando me levanto o a las dos de la tarde cuando hice un hueco. Si son las once de la noche, terminé de hacer otras cosas y tengo ganas de empezar, por lo menos tengo que dejarlo planteado”.
Betty Siri también dicta clases en un Centro de Formación Integral para jóvenes en situación de discapacidad mental y en El taller del Ombú, en Ituzaingó. “Lo último que hice fue un taller los días sábados de 9 de la mañana a las 3 de la tarde con almuerzo incluido para que se lleven el cesto terminado. Tengo un método propio que va desde lo más simple a lo más complejo, pero en lo simple ya hay un canasto. Es un espacio para alguien que no sabe nada de cestería ni de otra artesanía. La gente se va contenta porque hace un autodescubrimiento de lo que no sabía que podía hacer y sale con su canasto en mano. Además es una tarea terapéutica donde se deja el pensamiento en segundo plano. Te da placer, te relaja, charlás con otro. Escuchamos música, tomamos una limonada o picoteamos algo dulce antes del almuerzo y después cada uno muestra su trabajo. Es un hermoso espacio”, remarcó y aclaró que no se encuentra dictando talleres – aunque no descartó hacerlo en algún momento del año- porque está abocada a la producción. “Eso me pasa cuando tengo muchos modelos en mi cabeza y los tengo que largar”, concluyó.
Gabriela Sánchez
Periodista
Gabriela Sánchez es Periodista, egresada de TEA, especialista en cultura y rock. Se capacitó con profesionales roqueros como Alfredo Rosso y Sergio Marchi. Es vecina de Castelar con amplia experiencia en medios de la región y Colaboradora de Castelar Digital.
Gabriel Colonna
Fotógrafo
Fotógrafo. Programador Web. Emprendedor.
Fundador y Director Ejecutivo de Castelar Digital.
Socio Fundador de GAMA Taller de Imagen.
Socio Fundador de Ocho Ojos.