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Cultura
9 Nov 2021

El retorno de las milongas: volvió el abrazo del tango a la Zona Oeste

Por: Leandro Fernández Vivas.
En las últimas semanas volvieron las milongas y se baila hasta en las peatonales y plazas secas. “Ahora sabemos que el esfuerzo valió la pena” , explicó el organizador de la milonga de Tarzán.
Los cuerpos en contacto concentrados en el movimiento. Caminando la pista se ven giros, pasos y respiraciones a ritmo. Quienes bailan afirman que hasta se siente el latir del corazón del otro y una letra afirma que hasta se comparte el aliento. El tango es una experiencia que supera a la música y el baile. Quienes caen en el tango lo describen como una forma de vida, como una adicción o como aquello que les hace brillar los ojos. La pandemia obligó a congelar las milongas pero en las últimas semanas se volvió a escuchar y bailar tango en distintos rincones del oeste.

José Luis Barrios es musicalizador y organizador de milongas. El equipo conformado por él y Marcela Adriana Díaz lleva adelante la milonga de Tarzán. Todos los miércoles desde las 21 en la puerta del icónico bodegón de Castelar, una pequeña multitud se mueve siguiendo los tiempos difíciles del dos por cuatro. Incluso volvieron las clases y de a poco los curiosos se transforman en bailarines siguiendo las indicaciones de los vecinos profesores.


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Hubo un tiempo en que los tangueros no dormían, había una milonga cada noche de cada día. Con apenas moverse de Ramos Mejía a Ituzaingó, de Castelar a Morón o volver, se encontraba una milonga dispuesta recibir a todo tanguero del oeste. Desde la No Me olvides en Ituzaingó a la Casanova en Morón, pasando por el recordado Bombay de Castelar Sur al, siempre presente, Tarzán de Timbúes. De lunes a lunes había milonga. Pero un día llegó la pandemia y las milongas se suspendieron.

A principios de 2020 el coronavirus era sólo un rumor, noticias que llegaban de lejos, cruzando el mar, pero para mediados de marzo aterrizó en la Argentina. Con la información que provenía de Europa, como si se tratase del diario de mañana, se tomaron medidas para minimizar el impacto de la pandemia. El tango y los tangueros se adelantaron a cualquier Decreto y suspendieron sus encuentros incluso antes. “En el tango estás respirando con el otro, sentís al otro todo el tiempo, su respiración y hasta los latidos del corazón. Hay un tango que dice ‘compartiendo el aliento’ y es así. Además, el tango trabaja mucho con turismo, ya sabíamos lo que se venía”, explicó a Castelar Digital José Luis Barrios y completó, “nos reunimos los organizadores, musicalizadores, profesores y algunos bailarines y decidimos suspender. Incluso fue antes que el decreto presidencial. El 11 de marzo fue la última milonga en Tarzán”.

Como muchas otras actividades, el tango quedó suspendido en el tiempo a lo largo de todo el 2020 a la espera de que pasase la ola de contagios. Con las llegadas de las vacunas cambió el escenario y de a poco se empezaron a recuperar los espacios para el tango. A cielo abierto y con los protocolos vigentes, primero fueron las plazas secas y luego de a poco cada bar, cada restaurante que antes acogió a las milongas, incluso aquel histórico bodegón de la estación.

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“Empezaron en la Plaza Seca de Martín Yrigoyen, organizada por Mara Morettini, y en la peatonal de Timbúes-Los Incas organizada por Rubén Malaver. Ahora también volvimos con la milonga de Tarzán y hasta incluso volvieron las clases, el miércoles pasado pudimos tener clases de tango, antes de la milonga a cargo de Lara Battistesa y Pablo Mateo”, señaló el vecino.

 José Luis Barrios comenzó a musicalizar milongas en 2017, en el desaparecido bar Bombay, de la mano de los bailarines Maricel Carnevale y Damián González (Ver: Comenzó Barrio de Tango los martes en Bombay) su pericia lo llevó a musicalizar milongas todas las noches llegando a participar en hasta 8 milongas por semana: “Empecé a musicalizar en Bombay y en La Casona de Castelar (que estuvo ubicada sobre la calle Buenos Aires en Castelar Sur), después me fueron contratando en otros lugares. Trabajaba de lunes a lunes de musicalizador. Incluso los martes tenía dos milongas, estaba en El Beso de 14 a 19 y de ahí me tomaba el Sarmiento, bajaba en Ituzaingó y arrancaba en La Loca Tango Fest, una milonga que organizaba yo en Santa Rosa a pocas cuadras de Rivadavia. En ese momento había una milonga por día”. Su trabajo fue reconocido incluso en salones tradicionales de la Ciudad de Buenos Aires como La Nacional con La Milonga de Balmaceda: “La milonga tiene un orden en la musicalización, uno tira tandas y orquestas según los años, los intérpretes, los cantores. Que por musicalizar alguien que no te conoce te invite a pasar música, por el trabajo que haces, es un logro. Nos cuesta mucho a la gente del oeste que nos den el espacio, tenemos una gran movida de tango en el oeste pero cuando llegas a Capital es un logro, tanto para musicalizadores como para bailarines”.

Durante el período en que la pandemia lo fue todo, el tango también se reconvirtió hacia la virtualidad. La Milonga de Tarzán se empezó a hacer a través de Facebook y otras plataformas. La milonga virtual se transformó en un punto de encuentro para amigos, algo fundamental en tiempos de aislamiento y ante las malas noticias. Con las llegadas de las vacunas, aquel salvavidas virtual dio paso al regreso a las pistas: “La mayoría de los bailarines ya volvió. Con las dos dosis de la vacuna empezaron a acercarse a la milonga. Primero los veías en una milonga, después en dos, ahora ya van a todas. O venían con un grupo de amigos y bailaban en grupo, como burbuja. Al principio invitaban amigos y después empezaban a cambiar pareja, y ya ahora bailan con todos los bailarines de la milonga. Como musicalizador no es lo mismo poner play en una pantalla que poner play dentro de la milonga y se sacan a bailar. Ya los vemos caminar la pista y es otra cosa, es otra alegría. La gente de Tarzán nos apoyó un montón en la vuelta, siempre con la idea de mantener el protocolo, hasta que se acomodó todo. Tarzán siempre acompañó la movida cultural del oeste. No soy el primero que hace milonga, muchos organizadores que fueron pasando, pero siempre apoyaron la Milonga”.

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Cae el sol del sábado haciendo brillar las vías del Sarmiento hacia el oeste y en la Plaza Seca comienza a sonar tango, comienza la milonga organizada por Mara Morettini. Lo mismo ocurre los domingos en la Peatonal Timbúes los domingos bajo la conducción de Rubén Malaver con la Milonga Ocho Cortado a Cielo Abierto. Tarzán los miércoles y hasta incluso se reinicia la milonga de la No Me Olvides, aquel bar cultural que estuvo ubicado en la calle Mariano Acosta de Ituzaingó ahora se reformulo en Galería Cultural y se encuentra en la Galería de la Nueva Aldea de Carlos Casares y Montes de Oca y el viernes 19 de noviembre relanzarán su propia Milonga. De a poco el oeste vuelve a tener opciones tangueras cada noche de la semana: “todo lo que nos pasó, el tener que frenar sin saber si íbamos a volver, las milongas virtuales, y ahora empezar a tener baile en vivo de vuelta está muy bueno. Ahora sabemos que aquel esfuerzo valió la pena”, finalizó José Luis Barrios.


 
Leandro Fernández Vivas

Leandro Fernández Vivas

Periodista

Técnico Universitario en Periodismo.
Director Periodístico en Castelar Digital.
Socio Fundador de Ocho Ojos.

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