Columna: La casa más linda del mundo
Por: Julia Sierra.Charlábamos sobre este fenómeno con mi hermano Andrés, que hace más de 20 años vive en Salta y que, al venir cada tanto de visita con los ojos limpios de cotidianidad bonaerense, puede darse el lujo de estas epifanías.
Son varias las casonas en extinción.
La nuestra es una más de ellas. Con la salvedad de que es la casa más linda del mundo.
No lo digo sólo yo; y si bien el concepto de belleza está absolutamente ligado a la subjetividad (y a las pretensiones de objetivismo académico de investigadores y críticos de arte), tengo motivos de sobra para destinar ese epíteto a mi casa.
Una casona vieja, enorme, de arrugas de cáscara de pintura y grietas. Una casona tomada por las plantas y de maderas que, en su estridencia, cantan la necesidad de renovación.
Una casa con alma, con libros y cuadros y músicas y artilugios y reliquias. Con gente entrando y saliendo. Con cosas que pasan, todo el tiempo, a veces programadas, a veces espontáneas. Una casa que convoca, que invita a quedarse, que es punto de partida y de llegada, que es cuarto intermedio.
La forma más inmediata de eternidad es vivir en el recuerdo de alguien. La casa algún día no va a estar más. Hoy está llena de vida, de movimiento, de gente.
Y como el arte es una forma poética de perduración (el recuerdo es la forma prosaica), desde hace algún tiempo siento la imperiosa necesidad de eternizarla a través de la palabra y la fotografía.
Nace así un anecdotario colectivo: @lacasamaslindadelmundo, un espacio donde ocasionalmente comparto rincones de la casa e invito a que, quienes quieran, me regalen un recuerdo, una instantánea, un comentario sobre esta o cualquier casa amada.
Pero el anecdotario es excusa: en realidad, lo que ya está sucediendo es un texto de ficción cuyo escenario será la casa. Los personajes: ficticios, pero con el espíritu de todos los que formamos parte de ella.
Porque la ficción se construye con retazos de verdad, sin dejar de ser ficción: la literatura puede tener un valor testimonial, sí, pero no necesariamente desde el dato histórico. Ese proceso de búsqueda, ese reverso de la trama literaria también tiene su propio desarrollo en un blog donde, en forma de ensayos, reflexiono sobre el proceso creativo de este relato. Su nombre, “Hydráulica”, está vinculado a todas estas cuestiones.
Un Instagram con fotos, un blog de literatura, y un cuaderno de apuntes son la base de un proyecto que acaso sea más una despedida que un homenaje, para esta y todas las casonas de Castelar que se desvanecen en el devenir de los tiempos y las nuevas edificaciones.
Pero como somos el alma de las casas que habitamos, transmigramos. Hoy habito otra casa (también vieja, refaccionada, que conserva la estructura, las aberturas y el espíritu originarios), y espejo en ella todo lo que la casa más linda del mundo me regaló. Sigo, intuitivamente, la tradición familiar de los libros, los cuadros, las músicas, las reuniones eternas, la casa -taller, los ensayos, los eventos.
La casa más linda del mundo habita en mi corazón, mi vida diaria, mi literatura y mi casa actual. En este proyecto de habitáculos analógico-digitales busco configurar una constelación que sea reflejo de lo que significa, para cualquier persona, una casa amada.
Julia Sierra
Profesora en Letras (UCA)
Recopilo disparadores de escritura en @lacasamaslindadelmundo y en el blog hydraulica.medium.com.
También ilustro un poco de poesía cotidiana en @mamajulaok y, a veces, juego con melodías en @tranquitilo.