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Cultura
23 Sep 2021

The Walking Conurban: Esquivando prejuicios en el Gran Buenos Aires

La cuenta de Instagram que comenzó a postear contenidos en 2018 y logró cosechar más de 220.000 seguidores muestra todo el color y diversidad del Gran Buenos Aires y construye una narrativa opuesta a los lugares comunes asociados al “Conurbano”. Una entrevista a Guillermo Galeano y Diego Flores, los creadores de un fenómeno que trasciende las redes.
Por Gaspar Grieco - Noticias UNSAM


La Feria Persa que se alza en San Miguel, el teletubi gigante que sonríe desde un techo de Barrio Marina, el Tanque Absoluto que se eleva majestuoso en Monte Grande, el mural que enamora con la frase “Sos el arroz de mi alto guiso”, el dinosaurio de hojalata que gruñe desde el interior de una casa, el perro que invita a bailar rollinga en vaya a saber qué barrio y hasta el Pegaso que vigila la avenida 25 de Mayo desde el Campus Miguelete. Cada imagen que postea la cuenta de Instagram The Walking Conurban (TWC) cosecha miles de likes y centenares de comentarios, construyendo un relato fragmentario y coral en el que conviven la potencia de un territorio complejo y diverso con un orgulloso sentido de pertenencia.  

Lejos de limitarse a retratar el ingenio lúdico que todos los días se hace presente en los cientos de barrios del Gran Buenos Aires, TWC ofrece un espacio de reflexión. Consciente de la heterogeneidad y las desigualdades de un territorio tan extenso, la cuenta se posiciona políticamente para responder a quienes señalan al conurbano desde los dos prejuicios clásicos: la estigmatización de la delincuencia y la romantización de la pobreza. De esta forma, Michel Foucault, Frantz Fanon, el Negro Pablo y Abraham Simpson suelen responder desde las stories a algún periodista que habla de un “africanizado conurbano” o a algún diputado que plantea la “conurbanización” del país.

Oriundos de Berazategui, Guillermo Galeano y Diego Flores, dos de los administradores del Instagram que ya cuenta con 220.000 seguidores y más de 3300 publicaciones, guían un paseo por el “paraíso post-apocalíptico a minutos del obelisco”, esquivando prejuicios y surfeando estereotipos. “Cuando a vos te hablan del conurbano se refieren a un territorio en el que hay una desigualdad extrema y hay un caudillo que gobierna desde hace mil años. El lugar que más se asemeja a esa descripción es San Isidro. Pero cuando vos pensás en el conurbano no pensás en San Isidro. Una de las villas de emergencia más grande del país es La Cava y está en San Isidro, que tiene una familia que lo gobierna hace 38 años: Los Posse. Pero cuando te hablan del conurbano te hablan de González Catán, no te hablan de San Isidro”, dicen.

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¿Por qué crearon la cuenta? ¿Cuál fue la idea original desde la que partieron y qué les fue pasando a medida que el proyecto ganó visibilidad y adhesión en las redes?

Guillermo: Arrancó de una forma extremadamente fortuita y casi sin seriedad. Lo hicimos como un chiste interno. Siempre entre nosotros jodíamos con la idea de adónde rajar si había una invasión zombie en el Conurbano. A partir de eso empezamos a juntar fotos, a compartirlas entre nosotros para continuar el chiste. En 2012 hubo una tormenta importante en Zona Sur y a partir de eso empezamos a jugar con el nombre The Walking Conurban, pero todavía quedaba como algo interno. En 2018 hicimos la cuenta de Instagram solamente para abrir el juego con otros amigos, sin ninguna expectativa, y sin darnos cuenta empezó a pegar. A partir del rebote en las redes uno se tiene que volver un poco más serio. Decidimos ir modificando el tono de la cuenta para no solo buscar espacios completamente abandonados como al principio, sino hacer un relevamiento del conurbano, de sus sitios, independientemente de que estén abandonados o no para dar cuenta de un lugar en donde se vive, en donde nosotros vivimos, y ahí fue tomando otro sentido la cuenta.

¿Esperaban tanta repercusión? Por ejemplo, el posteo sobre “Las 8 Maravillas del Conurbano” trascendió las redes y llegó a la agenda de los medios tradicionales.

Diego: La verdad que no. En principio porque carecía totalmente de planificación y diseño. Hoy nos sigue sorprendiendo la poca capacidad que tenemos para medir los efectos que puede llegar a generar la cuenta. Nos pasó con Las 8 Maravillas, pero también con otros posteos en los que uno no sabe dónde termina lo que uno hace o escribe. Lo de Las 8 Maravillas nos supersorprendió porque tuvo mucha consecuencia mediática, lo que habla un poco del estado actual de los medios de comunicación.

¿Cómo es la dinámica de trabajo? ¿Cómo consiguen las imágenes y qué criterios usan para seleccionar y publicar, para hacer esa “curaduría”?

Guillermo: Mayormente, hoy las fotos son de colaboraciones. La pandemia nos impidió salir a sacar fotos, pero teníamos en archivo un montón de colaboraciones. Es un poco aleatorio el mecanismo. Las tenemos todas en drive y vamos viendo si hay alguna efeméride y subimos algo sobre eso, si hay algún tema en la agenda de la semana, también tenemos temáticas establecidas como pueden ser las paredes, perros o autos. Pero suele ser aleatorio y espontáneo, porque vemos una foto y decimos “che, esta está buena”. Hay veces que uno sabe que la foto puede gustar mucho y se esperan muchos likes, y otras que de repente nos sorprenden porque decimos “vamos a poner una de relleno” y la termina rompiendo y llega a todos lados. En ese sentido TWC sigue siendo lúdico porque no es que está establecido, medido y calculado para tener impacto. Sale. Es espontaneidad pura.

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Por lo que se lee en los comentarios de las publicaciones, la gente se emociona mucho cuando reconoce sus barrios en las fotos.

Diego: Hay mucho de reconocimiento del barrio por fuera de lo noticioso criminal. Laferrere es noticia en los medios porque apuñalaron o chorearon a alguien. Que subas una foto de ese lugar con otro tipo de perspectiva genera cosas. Siempre reconocemos la autoría de quien la sacó. Pero muchas veces nos equivocamos, porque con el caudal de fotos que tenemos a veces 10 personas nos mandan la misma foto ¡A veces recibimos más de 100 fotos por día!

Las miradas que más circulan sobre el conurbano en los medios y las redes suelen caer en la estigmatización o en la romantización. ¿Ustedes creen que TWC logra salir de esa trampa?

Diego: Siempre estamos caminando entre esos dos prejuicios. Fuimos muchas veces acusados de romantizar el Conurbano y siempre reconocemos que es una línea muy delgada entre la romantización y mostrar el conurbano real. Nosotros reconocemos todas las problemáticas que atraviesan a los barrios y les son transversales, como el transporte,  la desigualdad y la delincuencia. Lo que pasa es que si solo mostrás eso, muchas veces te asemejás al discurso mediático que dice que básicamente el Conurbano es un lugar peligroso y es todo igual. Nos interesa mostrar que a pesar de esas problemáticas también pasan otras cosas que pueden ser la alegría, un festejo, tomar el espacio público para hacer una celebración comunitaria. También subimos fotos con arroyos hipercontaminados. Nosotros tratamos de mostrar que el conurbano no es un lugar sepia, gris, triste y peligroso, sino que tiene otras variables.Por otro lado, nosotros siempre tratamos de complejizar la mirada del discurso mediático, porque cuando no están jugando los estigmas también juega la ridiculización. Nuestra idea es poner en discusión esas cuestiones, con data, mostrando otras realidades. El conurbano representa el 25% del PBI nacional y el 70% del PBI industrial. Es un lugar lleno de trabajadores y trabajadoras.

Guillermo: Cada una de esas dos miradas (estigmatización y romantización) tiene su lado B. De un lado te dicen que chorean y del otro lado te dicen que sos un negro tonto. Del lado de la romantización te dicen “cómo no vas a ser solemne cuando mostrás otra realidad”. La gente en el Conurbano jode, se ríe, vive como puede, a veces peor o mejor, y de última uno no está romantizando lo que hay, es lo que hay. No es correcto decir “esta gente pone el pecho y saca adelante al país pisando barro”, porque es una cagada caminar 10 cuadras de barro para tomarte el primer colectivo para ir a laburar. Pero al mismo tiempo los pibes juegan en la calle de tierra y el que no tiene un fondo en la casa saca la pileta a la vereda. Y eso no es romantizar, es lo que hay y hay toda una lectura que se puede hacer por detrás, y no es una lectura palermitana. Para los medios es mucho más fácil ir por la variante criminal. Además es más efectista ¿quién no tiene miedo de que le roben y lo maten? Todos tenemos miedo de eso. Ahora, ¿quién quiere que un pibe de un barrio alejado de los centros urbanos pueda estudiar independientemente de los vaivenes económicos del país? Hay gente que quiere, hay gente que dice que sí pero se desentiende y hay gente que dice “los pobres no llegan a la Universidad”.

Desde las stories de Instagram le contestaron a un periodista que habló del “africanizado conurbano” o a un diputado que dijo que se quiere “conurbanizar a la Argentina”. ¿Por qué contestan de esta forma?

Diego: ¿Cómo nos paramos cuando aparecen estos discursos sobre el conurbano? Lo pensamos porque tampoco queremos ser los representantes del conurbano, ni somos conurbanólogos. Entonces, empezamos a meternos en cuestiones más políticas porque nos salía mucho más natural que esconderlas en pos de buscar una armonía y un likeo masivo. Cada vez que nosotros ponemos estas cuestiones en discusión mucha gente se va, y otra tanta entra. Nosotros preferimos hacer eso a quedar bien parado con todos. Esto lo hacemos porque nos sale y nos parece interesante usar una plataforma para poner estas cuestiones en discusión y, por otro lado, porque es imposible que nadie se ofenda. Nos parece que TWC es una plataforma piola para hacerlo y podemos mesclar al Negro Pablo con Fanon para hablar del colonialismo cultural, o podemos jugar con Foucault y las piletas para hablar del goce en el capitalismo.

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Otro prejuicio sobre el que TWC trabaja tiene que ver con el Conurbano como un lugar que sólo produce mano de obra para trabajos precarizados, cuando se trata de un territorio con universidades, estudiantes, profesionales, industrias tecnológicas, laboratorios que fabrican vacunas…

Guillermo: Claro. Hay tipos y tipas que, como están frustrados, no encuentran otra mejor forma de elaborar sus frustración que bardearnos a nosotros porque no hacemos lo que ellos quieren. Como no saben resolver el problema político que tienen, la culpa es nuestra porque somos muy negros, muy tontos, africanizados… ¿Por qué tenemos que aceptar eso? ¿Y si nosotros decimos que el proyecto de país de quienes repiten eso es Corrientes, la provincia más pobre del país? ¿Si decimos que la gente se va de Corrientes y viene al conurbano porque no puede vivir? Porque el conurbano también se hizo con la pobreza de muchas provincias del norte argentino. Hay que sublevarse a esa mirada que no solo discrimina, sino que también habilita un discurso que dice que todo está mal y cada vez peor por culpa del conurbano.

¿Cómo piensan las fronteras y continuidades entre la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano? ¿Qué notan en los comentarios de sus seguidores sobre este tema?

Diego: Desde la cuenta tratamos de no alimentar esa tensión. Es fácil construir un estereotipo de porteño y enfrentarlo con un estereotipo de habitante del conurbano. Eso ya circula en otros lados: el porteño canchero, en auto, indiferente al resto; y el del conurbano que está con la mochila, toma el bondi, es sacrificado…es fácil eso. Nosotros lo que encontramos y decimos es “che, los barrios periféricos de CABA (La Boca, Constitución, entre otros) tienen prácticas que se asemejan a los barrios del conurbano. Vos vas a La Boca en verano y hay piletas en la vereda y pasa lo mismo en un barrio periférico de Quilmes. Vas al centro de Quilmes y no encontrás una pileta. Vas a Caballito y tampoco. Lo mismo pasa con los consumos culturales, gastronómicos… La gente del Centro tiene más o menos las mismas prácticas: viven en edificios, llaman a Rappi…Y eso pasa tanto en el conurbano como en la Ciudad de Buenos Aires. Con lo cual, esa construcción CABA vs Conurbano no existe. Obviamente, por una cuestión identitaria uno construye un otro para revalorizar o poner en valor tu conducta en el plano práctico y simbólico. El cheto puede ser el de Palermo o el que vive en el centro de Berazategui. Esa construcción del otro sirve también como construcción identitaria y va a estar siempre. Pensar al conurbano sin su relación con CABA es imposible.

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Guillermo: La lógica de centro/periferia se da todo el tiempo y tiene que ver con una construcción simbólica. Es decir, nosotros como somos del conurbano tenemos la idea de que la tenemos que aguantar más. Entonces todo parece convertirse en una competencia de rusticidad: “yo al asado lo hago con paleta”, “yo lo hago con falda”, “yo le pongo piedras arriba para masticar más”… El discurso del aguante está muy presente en muchos seguidores de TWC que viven en el conurbano y comentan los posteos. Y ese mismo discurso dice que los porteños son todos chetos, los de los centros urbanos son todos chetos y entonces cuanto más rústico seas, más conurbano sos. Y todos sabemos que no es así, porque a nadie le gusta andar masticando piedras. Yo no creo que alguien que vive en Constitución tenga la misma idea de qué es ser porteño que alguien que sólo circula por Palermo.

La palabra “conurbano” se usa tanto que se fue vaciando de contenido ¿De qué hablan ustedes cuando hablan de conurbano?

Guillermo: “Conurbano” tiene una definición geográfica, que es el continuo urbano de una ciudad que se desborda. Porque también existe el conurbano de Córdoba, de Rosario, de Mendoza… Las conurbaciones van tomando el territorio y se expanden. Hay distintas conurbaciones. La conurbación de Buenos Aires fue uniendo ciudades que antes no estaban, diferente a la de Nueva York o París, donde se fueron uniendo ciudades que ya existían hace muchísimo tiempo. Después hay una definición cultural del conurbano, que es una cosa más bien novedosa. El conurbano tal cual lo entendemos ahora es algo de mediados de los ‘90.  Es la aparición de la marginalidad urbana. Nuestra idea es presentar el conurbano como un territorio heterogéneo. No es todo lo mismo, pero hay cuestiones que son transversales al conurbano, como tener que viajar una hora y media para ir a trabajar o estudiar, o que el lugar donde antes había laburo dejó de existir por políticas macroeconómicas.


Nota publicada en Noticias UNSAM. Gentileza del vecino Gaspar Grieco.

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