¿Qué está pasando con el trigo transgénico?
Por: Camila Torres.El mes pasado nos levantamos para encontrar que la empresa Havanna estaba siendo cancelada: en el furor de la viralización, no se entendía mucho por qué. Y es que habían llegado a un acuerdo para producir los clásicos (y riquísimos) alfajores con ni más ni menos que trigo transgénico, lo que generó revuelo entre los consumidores.
Pero, ¿qué sabemos de este tipo de trigo? El trigo transgénico HB4 es una semilla modificada genéticamente para resistir las sequías, que fue desarrollada por la empresa biotecnológica argentina Bioceres en colaboración con investigadores del CONICET y de la Universidad Nacional de Luján.
En la actualidad, el mercado mundial se produce principalmente 4 variedades de semillas transgénicas: maíz, soja, colza y algodón, entonces… ¿Cuál sería el problema de incorporar esta nueva semilla?
No solo agravaría la crisis ambiental, fuertemente vinculada al manejo de las tierras, sino que el trigo se utilizaría directamente en la industria alimentaria por lo que pasaría a formar parte de la dieta habitual de la población argentina.
Por otro lado, quienes optaran por no usarlo en sus campos seguramente se enfrentarían a un problema de transferencia de genes, es decir, que el material genético de campos vecinos terminaría contaminando su semilla y posterior producción.
¿El consumo de transgénicos hace mal a la salud? Si bien hasta el día de hoy la ciencia no ha podido encontrar evidencia directa que vincule el consumo de un alimento transgénico con una afección de salud, la producción de estas variedades implica el uso de un paquete tecnológico específico cuyo efecto negativo sobre la salud humana y ambiental ya ha sido comprobado (casos de cáncer, malformaciones, abortos espontáneos y envenenamiento de aguas, por nombras algunas). De hecho, la Organización Mundial de la Salud clasificó al glifosato como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”, allá por el 2015.
En Argentina la introducción de la soja transgénica trajo consigo el uso del glifosato, el uso masivo de este agroquímico llevó a que haya que utilizar cantidades cada vez más grandes para que surta efecto, por lo que, hoy en día, la apuesta está en cambiar el químico utilizado, optando por uno nuevo más eficaz. Y esta es una de las mayores controversias en torno al trigo HB4: Es resistente al uso de glufosinato de amonio, un agroquímico 15 veces más tóxico que el glifosato y que se comercializaría junto a la semilla. El viejo y conocido paquete tecnológico.
En octubre del 2020 la Secretaría de Alimentos, Bioeconomía, y Desarrollo Regional dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación aprobó la solicitud del Instituto de Biotecnología de Rosario para la comercialización de la semilla, productos y subproductos derivados del trigo HB4.
Si bien Havanna se retractó de su acuerdo (¡los alfajores están a salvo!), no sabemos qué va a pasar finalmente con el trigo transgénico en el país. Hoy por hoy, la decisión oficial de producirlo o no depende de nuestro principal comprador de trigo, Brasil. Hace ya varios años, nuestro país vecino se opuso a la incorporación de la soja transgénica, sin embargo, el gobierno terminó cediendo frente al aumento del contrabando de semillas.
Todo parece apuntar a que la historia se repite: ofrecer una semilla a bajo precio remarcando sus atributos en cuanto a productividad, disparar las ventas e impulsar conjuntamente la comercialización del agroquímico correspondiente.
A nivel económico se traduce en un aumento de las exportaciones, al menos a mediano plazo y durante lo que tolere la tierra. A nivel científico, el perfeccionamiento de híbridos y la manipulación genética significan avances en el desarrollo tecnológico. Pero aprobar y comercializar el trigo transgénico implicaría seguir apostando por un modelo de producción y comercialización que se basa en el mercado externo y el uso masivo de químicos y medios de labranza que contaminan la tierra, el agua y los cuerpos y nos deja un paso más lejos de la soberanía alimentaria.
La solución a las sequías entonces... ¿está en cambiar la composición de la naturaleza? No pongamos solamente transgénicos sobre la mesa, hagamos lugar para estos debates: ya sabemos lo mucho que puede lograr un consumidor informado.
Camila Torres
Técnica en Producción Agroecológica
Camila Torres es estudiante de último año de la Licenciatura en Nutrición en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) y de la Tecnicatura en Producción Agroecológica de la Universidad Nacional de Hurlingham.
Actualmente es becaria de investigación en la UNLaM participando de un proyecto que busca desarrollar bases científicas para la formulación de políticas públicas en el ámbito de la agricultura familiar.
En sus redes y vida profesional orienta su contenido hacia la soberanía alimentaria y corporal así como la nutrición consciente en constante intercambio con la comunidad.