A tan sólo tres cuadras de la estación de Morón, sobre Casullo y las vías, se erige una casona de otras épocas que supo sobrevivir al paso del tiempo y del viento. Con forma de L y varias habitaciones, fue el casco de una estancia de fines del Siglo XVIII dedicada al agro que ocupaba gran parte de lo que hoy es el Barrio Viejo Urbano. Allí se ubica desde hace 70 años el Museo de Morón.

El Museo Histórico y de arte General San Martín de Morón, más conocido como MuMo, nació en a mediados del Siglo XX con el objetivo de contar la historia de Morón. Conserva en su interior objetos desde la época colonial en adelante y abrió sus puertas al público por primera vez el 3 de junio de 1951, fecha que quedó fijada para su cumpleaños. A 70 años de su inicio de actividades, la celebración se dará en sus redes sociales por medio de distintas entregas que narran su historia, incluso algunos secretos o detalles poco conocidos.

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Con objetivos comunes, el MuMo trabaja en conjunto y complementándose con el Instituto y Archivo Histórico de Morón pero el museo se especializa en objetos y el archivo en documentación.  

La historia del museo está fuertemente ligada con la de la casona que lo cobija. La historia en objetos del partido de Morón está protegida bajo una casa también histórica: “El primer objeto museológico del museo es la casa”, explicó a Castelar Digital Rubén Visñovezky, coordinador del MuMo. La casona fue el casco de la estancia Quinta Grande que fue expropiada en 1949 con el objetivo de ser terreno para un barrio obrero, pero luego se decidió ceder parcelas a distintas instituciones sociales y deportivas del pueblo de Morón. Así el MuMo comparte historia y orígenes con el Colegio Manuel Dorrego, el Club Deportivo Morón, la Asociación Arenil y el Club de Rugby los Matreros.

En su interior se conservan y exponen elementos de la vida cotidiana del Morón de otras épocas. Desde la primera ambulancia que tuvo el distrito a utensilios de cocina de siglos pasados. No obstante su coordinador reconoce que muestra una historia parcial, sólo aquello que se conservó en el paso del tiempo: “Trabajamos con los objetos que están y los que no están. Tenemos que evidenciar la parte de población de Morón que no está porque no hay objetos. Se puede conservar un plato de loza del siglo XIX, se recupera del pozo de la basura. Pero un plato de madera o de lata no se conserva, se degrada, se pudre y desapareció en el pozo de la basura. Entonces se creía que Morón era sólo habitado por burgueses, comerciantes, políticos, religiosos y militares, todo lo demás no estaba. La casa misma es así, quedó la casa principal pero la de los caseros no está”, completó el vecino.

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La Quinta Grande integró el patrimonio del mayor terrateniente de la Cañada del arroyo Morón, Antonio Illescas desde 1770, y se dedicó a la producción de frutas y verduras y llegó a contar con más de 1800 árboles de duraznos, manzanas y los membrillos. Cubría una superficie de 74.370 m2 en una parcela que hoy incluiría parte del trazado ferroviario del Sarmiento, aunque es anterior a la llegada del ferrocarril. Su último propietario privado fue Aquilino Carlos Colombo a quién se indemnizó con 500.000 pesos de 1949 por la expropiación de la quinta. “Hay un déficit que en las escuelas, se enseña historia nacional pero no se tiende a enseñar la historia local. Entonces la historia local la contás por medio de los documentos y los objetos de uso cotidiano, para eso está el Museo”, completo el especialista.

Rubén Visñovezky lleva 17 años trabajando en el MuMo. Se sumó a principio de siglo como pasante y le dedicó toda su energía a la conservación y puesta en valor de la colección histórica. Hoy es el Coordinador del Museo, el cargo más alto dentro de la estructura del MuMo, que depende de la Dirección de Cultura del Municipio de Morón: “es mi segunda casa. Llevo trabajando acá mucho tiempo. Además todos lo que trabajamos con estas disciplinas somos bastante fanáticos, te tiene que gustar mucho. Vivo en Haedo, así que el museo es parte de mi vida, y uno tiende a tomárselo como si fuera propio. No tenemos la superestructura de un museo nacional, esto es chiquito y es parte de uno, quienes trabajamos acá terminamos siendo amigos más que compañeros”, finalizó el vecino.

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Durante todo el mes de junio el MuMo publicará en sus redes sociales, en sucesivas entregas, la historia del museo y de la casona que lo alberga. En la primera publicación se enfocó sobre cómo la casona del siglo XIX llegó a convertirse en museo, y en la segunda entrega se señaló la historia de los propietarios originales de la casa y los detalles arquitectónicos que aún hoy se conservan.