Conocé la Villa Italiana que se esconde en Castelar Norte
Por: Gabriel Colonna, Leandro Fernández Vivas.Sólo 50 metros la alejan de Arias y unas diez cuadras de la estación. Un paredón infranqueable, en Pehuajo 950, impide la vista y el paso, pero tras sus portones se encuentra una mansión con estética italiana que hoy Castelar Digital sacará a la luz de la mano de la inmobiliaria María Provenzano. Una serie de coincidencias llevó a que el fotógrafo Gabriel Colonna, Director de Castelar Digital, recorriera la casa y pudiera capturar la Villa Italiana de Castelar.
Tras ser el espacio de disfrute de sus moradores, hoy está en venta y espera una nueva familia que llene de risas cada uno de sus rincones. Se trata de un lote de más de 1700 metros cuadrados con dos viviendas en su interior, pero la ficha técnica no puede hacer justicia en su descripción la imponente fachada y comodidades que brinda la propiedad, no describe en su esplendor las decenas de columnas que forman la galería del entorno de la casa principal, las venecitas de la pileta, ni del mural firmado por Gelindo Favore que decora el quincho. Además, la historia propia del lugar es un condimento especial.
“Mis padres compraron esa casa en 1993 y la reformaron al año siguiente. Era una casa quinta, de la familia Smuggler. Viví mi adolescencia en esa casa, la disfrutamos mucho”, explicó a Castelar Digital el arquitecto Adriano Vagnini, propietario de la villa italiana de Castelar Norte.
Un escudo de armas en lo alto de la arcada principal de acceso a la casa informa el nombre de la mansión: “Villa Citta Di Fano”, en referencia a la ciudad italiana origen de Viviano Vagnini, padre de Adriano y quien encaró la reforma de la casa junto con otro arquitecto amigo y los consejos de Ana María Grossi, su esposa. “La quinta original tenía dos dormitorios, era una casa de fin de semana. La tuvimos muy poco tiempo original, la ampliamos hacia los laterales, todo galería en el perímetro para resguardarla del viento sur y del sol, quedó muy linda la casa. Mi papá siempre quiso tener una villa italiana. Le hemos puesto pisos de mármol, piso de viraló entarugado, en esa época todavía se conseguía. El bar era el bar original del lugar pero nosotros le hicimos una barra hecha por un ebanista, el cielo raso es de yeso, las columnas tienen hierro interno para soportar el peso… quedó muy bien, muy cómoda, fue un proyecto hermoso, una casa muy linda”, señaló Vagnini.
La propiedad cuenta con dos viviendas. Una central, la casa propiamente dicha, y detrás otra vivienda que si bien cuenta con todas las comodidades para ser considerada otra casa, es realmente el quincho de la primera. Salón comedor, parrilla, horno a leña, cocina independiente, baños y habitaciones, entre los detalles.
“Se aprovechó todo al máximo. La distribución de la casa no la cambiamos tanto, pero la ampliamos. Tiene un sótano que es una bodeguita, la torre de la casa es original. No le cambiamos la pendiente a los techos, los hicimos simétricos. Se le agregó un ala que es el comedor principal. La casa tenía una galería para adelante con un techo a un agua que daba a la pileta, hicimos la modificación y quedó esa fachada imponente que quedó bárbaro. Y la parte de atrás es un quincho integrado de 30 metros de ancho por 6. Un lugar para disfrutar. Y arriba tenemos el estudio de arquitectura. Ese sector era el frontón original de la casa, pero no servía ninguna pared, no se aprovechó nada, se construyó todo de cero, todo de hormigón”, completó el vecino. En el salón del quincho se aprecia una obra del artista Gelindo Favore quién era vecino de la zona y amigo de los abuelos y del padre de Adriano Vagnini. En la imagen se ve el puente de Rialto, el más antiguo de los puentes de Venecia.
A las casas la completan la pileta y el parque. Donde se encuentra la pileta con forma de riñóñ antes había un estanque por lo que se mantuvo el lugar y características, pero se la revistió completamente con venecitas.
“Para nosotros es un tesoro oculto, era nuestro tesoro personal. Fue hecho con cariño, con pasión, lo hemos disfrutado en familia”, cuenta emocionado Adriano para dar pié a la historia que llega hasta la decisión de vender la propiedad, “falleció mi viejo hace tres años y la verdad que la casa quedó para mi mamá y le quedó muy grande. Nosotros cada uno tiene hecha su vida, vivimos en otros lugares y ninguno quiso volver a la casa. Mantenerla cerrada es un gasto y se deteriora, no queremos que se deteriore en su estructura, se deteriora la pintura, se echa a perder. Que la disfrute otro y valore lo que es realmente la casa”, finalizó el vecino.
La recorrida por sus galerías, salones y jardín invitan a fotografiar cada rincón, cada detalle. La calidad y belleza son evidentes. Desde las épocas de las casas quintas hasta el presente, la villa italiana supo detener el tiempo, dedicarlo a la familia, al disfrute y el encuentro. Así se la ve en las fotos, detenida en el tiempo, brindando su estilo particular.
Gabriel Colonna
Fotógrafo
Fotógrafo. Programador Web. Emprendedor.
Fundador y Director Ejecutivo de Castelar Digital.
Socio Fundador de GAMA Taller de Imagen.
Socio Fundador de Ocho Ojos.
Leandro Fernández Vivas
Periodista
Técnico Universitario en Periodismo.
Director Periodístico en Castelar Digital.
Socio Fundador de Ocho Ojos.