Un amanecer desde la estepa neuquina en vistas del volcán Lanín
Por: Ignacio Bruno Spinetta.Mientras marcho a través de los congelados coirones que se extienden a mi alrededor voy entrando en calor; un calor que de todas formas no es suficiente para estar ligero de abrigo. El gorro de lana, al igual que los guantes, es indispensable para este tipo de excursiones matinales. Sé muy bien por desafortunadas experiencias pasadas que sin éstos, en pocos minutos mis dedos perderían toda sensibilidad y motricidad para manipular cámara, lentes y filtros, lo cual significaría una catástrofe total en términos fotográficos.
Poco tiempo atrás todo este campo que me encuentro caminando sin mayores problemas estuvo cubierto de un espeso manto de nieve que me llegaba por encima de las rodillas. Recorrerlo era un verdadero desafío, pero ya no quedan rastros en esta zona del crudo invierno que azotó la Patagonia. Inevitablemente pienso que si bien la naturaleza nunca tiene prisa está en constante movimiento. Somos nosotros quienes tenemos que estar atentos para observar estos permanentes cambios que pasan por delante nuestro cada día a cada rato.
Llego a destino cuando alrededor todo sigue en sombras, aunque distingo el pecho colorado de una solitaria Loica sobre un Chacay que contrasta con la escarcha del paisaje y que en el más puro silencio revolotea sus alas y se mueve entre las peladas ramas. Siempre me pareció que previo al alba, cuando la quietud y el silencio general todavía reinan en el ambiente, los movimientos de las aves parecen mucho más sutiles que a otras horas del día.
Preparo el trípode y la cámara, encuadro y enfoco. Espero. Mientras froto mis manos y me muevo un poco para combatir el frío que de a poco comienza a penetrarme, las primeras luces que llegan por el valle comienzan a iluminar al volcán Lanín. En tan solo segundos la cima de su perfecto cono blanco dominado aún por la nieve se enciende de un color magenta intenso que relumbra de fuerza natural.
La intensidad del fenómeno dura pocos minutos. ¿dos, tres, cinco? Febril como fugaz, permanece el tiempo justo para realizar algunas tomas y observar cómo, a medida que la claridad se hace más evidente, una sábana grisácea de altostratus empieza a cubrir el cielo en toda su extensión borrando su color azul y dejando un horizonte incoloro que señala el fin del espectáculo. He aquí la naturaleza otra vez en constante cambio. A veces sí, veloz.
Llegó el momento, una vez presenciado el comienzo del nuevo día emprendo la vuelta a casa. Aquí comparto la foto de esta historia. Será hasta la próxima crónica patagónica, quizás desde nuevos territorios, buscando nuevos paisajes para retratar y anécdotas para compartir.
Ignacio Bruno Spinetta
Licenciado en Comunicación Social, Fotógrafo y Montañero
Ignacio Bruno Spinetta es Comunicador Social recibido en la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) y fotógrafo recibido en el C.A.F de Morón. Este otrora vecino de Castelar Sur que ha caminado y pedaleado las calles del querido lejano y cercano oeste, desde hace cinco años partió rumbo a tierras patagónicas para vivir más cerca de las montañas que sube y los paisajes infinitos que retrata.
Primero en patagonia sur, actualmente se encuentra en Bariloche mientras continúa sus capacitaciones para convertirse en Guía de Montaña.
Pueden ver sus trabajos fotográficos en su Cuenta de Instagram o en su Perfil de Facebook.