Caminar: una lucha contra el automatismo y el tiempo
Por: Lucas Perata .Caminar se convirtió en una fascinación que roza la obsesión en mí desde hace unos años pero principalmente estos últimos meses. Cualquier acontecimiento funciona como excusa: un día largo de estudio; un día en el que me la pasé encerrado sin hacer nada; una comida pesada, una liviana; una discusión, un paseo; un antojo de golosinas, etcétera. Antes creía que había algo de cliché en salir a caminar, de lugar común, recomendación vacía de sentido, sin embargo, una vez que lo experimenté por mi cuenta comencé a necesitarlo cada vez con más intensidad.
Se puede salir por la mañana, por la tarde, por la noche, hasta por la madrugada. Uno se encuentra distintas imágenes dependiendo del momento: la misma calle con los mismos árboles y los mismos peatones es completamente diferente si se la recorre por la mañana o al atardecer. Se podría decir que ahí se encuentra el atractivo principal de esta actividad.
Permitir perderse en el barrio que habitas desde la infancia, con sus esquinas, sus céspedes a veces desprolijos y con las casas que día a día parecen adoptar formas nuevas. Similar a caminar en sueños pero durante la vigilia: una fascinación y un descubrimiento de pequeños detalles olvidados e ignorados por los demás compañeros transeúntes. Imagino descubrir nuevas tierras a cada paso que doy: explorador de ciudades trazadas y cartografiadas intensamente.
Hace tiempo, en el sur del país, caminé sin parar. No recorrí de punta a punta, me deje llevar por el impulso de trazar un nuevo mapa mental de una pequeña ciudad que desconocía. Encontré escenas, encontré pinturas, cada vez que salía algo nuevo: no podía contener ese deseo de explorar y sentirme como en casa. Un día me senté en una cafetería de la peatonal principal, pedí un café con leche y miré por horas el tráfico de turistas y locales. Quería ver si se movían igual que en el centro de mi ciudad Castelar, si se tomaban los mismos descansos, si hacían los mismos ruidos, si les irritaban las mismas cosas. El día pasó así y se hizo hora de volver al hotel para armar las valijas: el avión partía al otro día.
De regreso, ocurrió que por un momento no lo reconocí a mi barrio, lo sentí lejano. Una sensación de melancolía por el lugar pasado me recorríó de pies a cabeza y sentado en el asiento trasero del auto pensé: no hay término que contenga la multitud de experiencias del caminante, del flâneur, tal vez, haya que pensar más en el tipo de caminante que no se quiere mezclar en la multitud y seguirlos, sino que quiere explorar y descubrir los posibles secretos que se ocultan tras el automatismo. Apartado del matiz peyorativo de caminar como pérdida de tiempo, la actividad del caminante individualizado y a la vez amalgamado con el gentío es de índole revolucionaria. Es una lucha silenciosa contra la tiranización del tiempo: vagar sin rumbo es la libertad materializada.
Lucas Perata
Estudiante de Letras
Lucas es estudiante del Profesorado de Letras en la Universidad de Buenos Aires. En la actualidad se desarrolla como profesor particular y escritor tanto de ficción como de no-ficción. Además, es columnista de Castelar Digital.