El día que Maradona jugó al bowling en Castelar
Por: Leandro Fernández Vivas.El Bowling Palo's de Castelar atesora un momento anclado en el tiempo, una tarde en la que Diego Maradona lo eligió para jugar y disfrutar un rato. Romina Valentino vivió, creció y se crió en el bowling de Castelar. Hija de Nora y Antonio, los dueños del lugar desde 1976, conoce todos los secretos del comercio icónico del oeste y estuvo allí el día que Diego congeló Castelar para jugar.
En abril de 2004 Maradona fue internado por un cuadro de hipertensión en la Clínica Suizo Argentina donde en mayo fue trasladado a la Clínica del Parque, ubicada en Parque Leloir para iniciar un tratamiento de desintoxicación. Durante su estadía en Ituzaingó un día se ‘escapó’ a Castelar: “Diego estuvo internado cuando tuvo su problema de salud y él quería jugar al bowling. Había una enfermera que era la hermana del mejor amigo de mi mamá que trabajaba con nosotros y arregló para que viniera. Tenía que ser en secreto, no le podíamos decir a nadie”, explicó a Castelar Digital Romina en una entrevista realizada por Instagram. “Era un domingo y jugaba la Selección, nos dijeron que venía a una hora en particular, pero Maradona llega a la hora que quiere. Cuando lo vimos pasar por la entrada del negocio no lo podíamos creer”, completó.
El bowling se había preparado para la ocasión, el secreto se había mantenido casi a rajatabla, pero la llegada de Diego al centro de la ciudad no pasó desapercibida: “llegó con 48 camionetas, cortaron Rivadavia, un domingo en Castelar. Salió todo el mundo a ver qué pasaba. Vino con 25 personas, la abrazaba a mi mamá, le agradecía”.
Los detalles de aquella tarde quedaron impresos en la memoria de todos los presentes: “Jugó en la cancha número 5. La bola que él usó está guardada, no está disponible. Lo primero que nos habían dicho era que no podíamos sacarle fotos, por eso no tenemos fotos. Nos pidieron no idolatrarlo, no mirarlo a los ojos y lo respetamos porque era por su tratamiento”.
La tarde tenía otro suceso importante para el diez, jugaba la Selección y no se lo podía perder por lo que no fue un juego extenso. Empero, hubo tiempo para algún recuerdo: “Cuando se quiso ir le dijo a mi mamá ‘señora disculpe me tengo que ir porque juega mi argentina querida’. Yo ahí me dije ‘no me pierdo la oportunidad’, agarré mi camiseta de Boca fui corriendo y le pedí que me la firme. La doctora que lo acompañaba le dijo que no, que no firme y él le respondió ‘dejame que yo soy el Diez’ “, finalizó la vecina.
La anécdota hoy se recuerda con otra emoción, con el recuerdo de aquello que ocurrió y no podrá repetirse. Tras su último adiós en la Casa Rosada, el cortejo fúnebre que lo llevó al cementerio de Bella Vista atravesó el Oeste del Conurbano a través del Acceso Oeste. Miles de vecinos se acercaron a la autopista, colmaron colectoras y puentes para darte también su despedida recordando los goles, las palabras, las actitudes y la sonrisa del último ídolo popular argentino.
Leandro Fernández Vivas
Periodista
Técnico Universitario en Periodismo.
Director Periodístico en Castelar Digital.
Socio Fundador de Ocho Ojos.