AIR FEST MORON 2010
Cada persona tendría su motivo. Los más chicos desesperados por ver esos aviones que no se ven todos los días. Los más grandes no sólo por el espectáculo sin igual, sino por recordar que ese mismo día hace 18 años, nuestros valientes pilotos le dieron la gloria a la Fuerza Aérea Argentina de ser protagonistas de su Bautismo de Fuego, dentro de una guerra cuya discusión de sus fundamentos no es materia en esta oportunidad.
En el recorrido desde la entrada y mientras me acercaba a la pista se gestaba uno de las primeras sensaciones culminantes, así al llegar a la pista la fascinación invadió a los visitantes a medida que descubrían los distintos aviones que estaban en exposición. Ahí está el Pucará! Ahí está el Mirage! Un enorme avión de pasajeros de Aerolíneas Argentinas! No, No… mirá.. mirá…es el Hércules! Una y otra vez, frases que sonaban.
La gente circulaba y disfrutaba a cada paso cada uno de los ejemplares aeronáuticos presentados. En algunos de ellos las filas eran larguísimas, pero la paciencia sería recompensada por la singular experiencia de conocer una aeronave por dentro.
De pronto, los parlantes anunciaban los espectáculos y casi en forma instantánea se podían ver las piruetas de los aviones acrobáticos. Los reconocidos y habituales pilotos Pasano, Rampezotti y Malatini se lucieron con las inigualables destrezas en el aire.
La sorpresa internacional fue la exhibición del “Escuadrón da Fumaca” de la Fuerza Aérea Brasilera. Los ocho aviones “Tucano” y dieciséis pilotos que componen ese escuadrón (sin contar al personal de mantenimiento de aeronaves) no se cansaron de ejecutar ejercicios de alto riesgo en los cielos de Morón, como tampoco de regalarnos un homenaje escribiendo con humo la frase BICENTENARIO 2010.
De a poco las expectativas fueron creciendo viendo los pasajes a baja altura de nuestros gloriosos IA58 Pucará y luego los IA63 Pampa, en complicadas muestras de maniobras de combate.
En vuelo directo desde Villa Reynolds en la provincia de San Luis, llegaron a toda velocidad los A4 AR Skyhawk, ensordeciéndonos con el rugir de sus turbinas.
Y la vedette de esta jornada apareció desde la cabecera sur de la pista. Proveniente de la ciudad de Tandil el escuadrón conformado por dos aviones Mirage cortó el cielo y junto con el cielo nuestra respiración. El tronar de sus motores conmovió nuestros pechos confundiendo la vibración con los latidos. Una y otra vez pasaron hasta perderse en el cielo por última vez, de regreso a “casa”.
A este punto, la motivación del público dio paso a la euforia con la cual también aplaudieron a la banda musical de la Fuerza Aérea que nos deleitó con algunas marchas.
La jornada fue culminando y un conjuntó de rock tocó el Himno Nacional y otras canciones con las que nuestro alterado corazón volvió a la normalidad.
El evento había terminado y la desconcentración tranquila de la gente nos habló de almas que se fueron llenas de cosas para recordar y tal vez revivir en sueños esa misma noche. Ví a la gente mirar hacia atrás, un gesto que se repetía en cada persona. Y sin necesidad de palabras escuché a cada uno decir… “Hasta el año que viene”.
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Fotos: Santiago Cortelezzi, Juan Bartoszek y Germán Rozada