El verano ya quedó atrás junto con Castelar, el punto de partida de Andrés Romero para el viaje de su vida (ver: El Rulo rodante: Unirá Castelar con México en bicicleta). Con el objetivo de llegar al país azteca, primero recaló en Mendoza (El Rulo Rodante: aventura en bicicleta en primera persona) para ahora comenzar a subir, tan alto como a las estrellas.

El día estaba nublado pero a esta altura ya me había acostumbrado a que en Mendoza nunca lloviera y las nubes no eran una amenaza. Así que decidí partir rumbo a Potrerillos, la idea era acampar ahí, para luego ir a Uspallata.

El mes que estuve sin pedalear me iba a pasar factura y a pesar de ser profesor de Educación Física, no salí a entrenar como correspondía y solo use la bici para salir a vender los panes rellenos (en casa de herrero). Pero nada de quejas a meterle no mas que la ruta nos espera!

Llegue a Potre (como le dicen en Mendoza) para buscar donde pasar la noche y seguir al otro día. Pero antes me despedí de Fede, Fer y Amelie que fueron hasta ahí a saludarme con sándwiches de milanesa. Fue muy difícil, pasamos un mes juntos y vivimos muchas cosas, los tres sabíamos que desconocíamos cuando volveríamos a vernos (si te interesa saber más acerca de lo que viví en Mendoza, en mi pagina web les dedico un capítulo aparte: www.elrulorodante.com.ar )

De vuelta estaba solo, a la espera de lo que pudiera pasar, nadie me esperaba, pero siempre alguien te espera aunque no lo sepas.

Acampar en Potre en un bosque con el Dique a unos pasos y que unos chicos que viajaban en una camioneta (me recordaban a Scooby doo) me invitaran a cenar era señal suficiente para mí. El camino se abría otra vez.

La ruta hacia Uspallata no fue tan compleja como pensaba. Llegue sin problemas al Camping Municipal en donde luego de armar la carpa, compartí unos mates con un pareja de Geólogos que me contaron acerca de su labor y son esas profesiones en las cuales les ponen mucho el cuerpo y gente como yo desconoce el gran trabajo que hacen estudiando los suelos, los movimientos, las rocas y todo por el bien común de la población, un ejemplo claro de “héroes anónimos”.

Al otro día me esperaba una de las etapas más duras de todo el viaje, el camino hasta el Parque Nacional El Leoncito en San Juan, eran 100km con 30 km de ripio y una larga subida hasta el Parque, con piedras otra vez. Sinceramente sufrí bastante el tramo de ripio, la bici se me iba muchas veces dado el peso que transportaba, tenía que hacer mucha fuerza para sostenerla, eso derivó en un cansancio extra y me caí más de una vez.

Y apareció la primera lección.

Cuando se acercaba la noche (eran las 18:30 y sabía que hasta las 20 hs tenía luz) pase por un puesto de Gendarmería a preguntar si estaba bien rumbeado y en vez de acampar por esa zona, antes de que caiga el sol, pasó lo que no debe pasarme nunca…me agarro la noche cansado y sin fuerzas.
La aplicación del teléfono (se llama maps.me y funciona sin conexión, la recomiendo mucho) me avisaba que faltaban solo 4 km y vos pensas en ese momento ‘¿Qué son sólo 4? Si hiciste 96’: ERROR

Era de noche, todo subida y caminaba empujando la bici entre arena y piedras, solo iluminando el camino con una linterna en mi cabeza. La mejor opción que encontré fue acampar al costado del camino, no sabía si había animales, no conocía el terreno, estaba muy enojado conmigo por no haber previsto esto. Me metí en la carpa lo más rápido que pude y a pesar de haber pedaleado 8 horas me fui a dormir sin comer nada y me quede dormido con la ropa puesta.

Al otro día cuando llego a la entrada, la guarda parque me llama la atención: “¿Vos sos el que dormiste afuera? No lo hagas mas, hay pumas en la zona”
Y mi cara fue como la de Jim Carrey en The Mask. Más allá de que me explico que no tienen registro de ataques de pumas, no valía la pena correr el riesgo.

Luego de pedirle disculpas y explicarle el porqué acampe ahí, me fui al camping pensando que de haber sabido lo de los simpáticos felinos no hubiera pegado un ojo.
 
Ya con todo armado, esperaba ansioso ir al observatorio a unos 3 km. Iba a ser una de las noches más hermosas de mi vida. El observatorio Cesco se encontraba a 2400 metros, pertenece a la Universidad de San Juan y todos sus equipos fueron donados por la Universidad de Yale (Estados Unidos).Nunca me sentí tan cerca de las estrellas, San Juan tiene uno de los cielos más increíbles para observarlas.
 
El guía se llamaba Héctor al igual que mi viejo y me fue imposible no pensar en él. Mi papá es ferretero pero hizo todo tipo de trabajo a lo largo de su vida: fletes, cocinero, operario de fábrica y remisero. Recuerdo cuando era chiquito que me gustaba mucho salir a trabajar con él, porque desayunaba café con leche con medialunas en un bar y mientras mi taza humeaba en mi cara, me daba el gusto de mojar mis medialunas en ella leyendo los chistes del diario, sintiéndome que transgredía y rompía todas las barreras posibles a mis 6 años. Todo eso era Disney para mi. Siempre que entro a un Café, no solo me invade el aroma de sus máquinas, también lo hacen  los recuerdos de esos momentos (como en la película Ratatouille).

¿Y porque pensé en mi viejo, aparte del nombre? Porque él siempre soñó con el Coliseo Romano, las Pirámides de Egipto, El Imperio Maya. Fue él, el que alquiló Indiana Jones cuando compró la videocasetera en los 80 (fue nuestra primera película como familia) “Los cazadores del Arca perdida”. Me acuerdo que si no devolvías la película rebobinada te cobraban recargo. (Si tenés menos de 30 años y sos de la generación del DVD antes había que hacer eso).

Mi cabeza esa noche de Observatorio volaba e imaginaba a Héctor, pero a “mi” Héctor trabajando de ver las estrellas, viajando con cada turista a un planeta diferente y en una realidad paralela me encontraba con él ahí…
Viste papi, hay que animarse a soñar, mira donde nos encontramos.
Tanto mundo, tanta gente esperando conocerlo.
Así fue como esa noche nos abrazamos al Universo.
Mi viejo, la bici y yo.

¿Qué me esperaría más adelante?
Te lo cuento la próxima
Abrazos rodantes!

Si queres saber mas de mi y seguir mi viaje podés encontrarme en
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