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Cultura
9 Feb 2010

Entrevista a Marisa Alonso

Por: Gabriel Colonna.
Con la calidez de una encantadora tía, Marisa nos abre las puertas de su casa y nos recibe en su extraordinario mundo de arte y creatividad.
Aunque nació en Capital Federal, Marisa Alonso (1941) es vecina de Castelar desde siempre y comienza la charla haciéndonos saber que ella no se considera como una artista local. Sino que, antes que nada, ella es principalmente una "vecina de muchísimos años a la que conocen la mitad más uno". A pesar de tener una frondosa trayectoria y ser una docente muy reconocida, nunca se hizo bombos ni platillos, ni se fue a relacionar con los municipios de turno. "Fue una elección mía, debo haber sido la única que no lo hizo. Desgraciadamente soy muy ética" (risas). "Tengo alumnos por todas partes. Todos los talleres de cerámica de Castelar, salieron de acá" comenta Marisa, dándonos una idea de la magnitud de la artista con la que hablamos.

Presentó sus obras en prestigiosas exposiciones, incluso a nivel internacional. Y a nivel barrial, fue la mente creadora detrás del extenso mural de San Pedro y Francia, frente a su casa. "Esta esquina era un basural. No había un árbol. Habían puesto contenedores y traían basura de los negocios de comida. Era un olor asqueroso, vivíamos con las ventanas cerradas. Entonces a mi se me ocurrió pintar eso. Fue en el año 83, éramos muchos en el taller, entonces lo dividimos en paneles. Y cada turno, adolescentes, niños y adultos pintaban una parte. Pedimos a todos los vecinos pintura que le sobrara, pinceles que no usaran, y que nos ayudaran a sacar la basura. Empezaron a traer plantas, tarros de pintura enteros, fue una cosa maravillosa. Pintamos 4 o 5 murales sucesivamente. El mas lindo fue el que esta ahora porque fue todo un trabajo de elaboración de taller. Dibujamos bosquejos que se fueron superponiendo e hicimos una selección, propusimos colores. Era una propuesta muy ambiciosa y no sabíamos si íbamos a conseguir la pintura suficiente. Nos donaron pintura y cerámicos, por eso tiene apliques en algunos lados".

¿A que edad tomó contacto con el arte?
"Yo empecé de vieja, decía cuando era mas joven (risas). Comencé a los 25 años por una cuestión de relación con la cerámica. Yo en realidad soy perito mercantil y me inicié en sistemas" recuerda Marisa y se ríe pensando en que hoy no sabe como entrar a Facebook. Siendo sistemas una orientación donde se conduce a un pensamiento rígido, lógico y estructurado, llama la atención el contraste con lo artístico en la vida de Marisa, donde conlleva básicamente lo opuesto, un mundo en donde aparece todo sentimiento plasmado en un lienzo o en una pieza de plata. "Cuando empecé me encantó, me acuerdo que trabajábamos con unas tarjetas perforadas, que usaban las primeras computadoras. Y trabajando de eso en La Castelar, arranqué a hacer cerámicas, para decorar mi casa. Yo ya tenía a mi hijo mayor. Fui un mes a un taller que daba Fumi Kato, una mujer japonesa, en Rodríguez Peña y Arredondo, pero quería otra cosa. Probé dos o tres talleres de por acá porque no quería irme al centro. Empecé a buscar y justo en la escuela nº 6 de Ituzaingó, habían puesto profesores de la escuela de cerámica, que venían a dar una carrera de cerámica que se daba por las noches. Los profesores eran una maravilla y con ellos me di cuenta que me gustaba mucho la alfarería y otras cosas y decidí irme al centro"

Marisa no siente que haya aprendido la vocación aquí, sin embargo existen algunos contactos de los que ella sí ha recibido clases. Gente como Di Bruno, Gagliardi o Garavaglia fueron de los pocos maestros que tuvo en la zona. Pero asegura que lo que mas le gustó fue lo que aprendió en la capital. "No me gusta para nada la forma de enseñanza de la zona. Además es por eso que yo pienso que tuve tanto éxito en el taller, con una forma totalmente diferente de instrucción, con un respeto hacia el alumno. Yo estudie mucha pedagogía, me intereso siempre mucho la psicología. Empecé a trabajar con chicos y arranqué, aparte del taller y la escuela, a estudiar psicología infantil, empecé terapia también" explica sobre sus comienzos. Con el "Nuevo Taller" ubicado en las calles Buenos Aires y Anatole France, Marisa y su socia Norma Balzaretti lograron gran renombre y alcanzaron a tener más de 100 alumnos. Anteriormente, con Norma y Eduardo Garavalgia habían tenido otro famoso taller en las calles Alem y Lobos, funcionando en lo que era una antigua "casa chorizo" con un gran terreno. "Allí nos fue muy bien, en realidad nos fue espectacular, siempre a nosotros nos mato los ministros de economía" se lamenta Marisa y nos detalla las situaciones que paso con los desaciertos de cada ministro desde Celestino Rodríguez con su 'Rodrigazo', hasta Martinez de Hoz.

Los alumnos que tuvo Marisa a través de los años son incontables. Dentro de los más destacados se encuentran: Alfredo Eandrade, José Demasi, Elsa Scanio, Evelyn Ramos, Lucía Perez, Nancy Fernandez y Margarita Bartellone, por nombrar algunos.

La creatividad de Marisa sale a la luz en cada charla o encuentro de sus talleres, y nos habla de una época en donde se mezclaban el arte con la gastronomía. "Junto con Cecilia Nicolini - licenciada en arte - propusimos que tenían que ser unas charlas de arte diferentes. Entonces, lo que hacíamos era elegir un tema, se proponía por ejemplo "impresionismo" y yo cocinaba una comida que estuviera en algún cuadro de los impresionistas, miestras Cecilia daba las charlas. Fue un éxito total, no aceptábamos más de 30 personas. Hicimos Gaudi, comida catalana, los expresionistas alemanes, hicimos chucrut con salchichas alemanas y un buen vino. Se llenaba la cuadra de autos, había mucho movimiento y nos dio miedo de llevarnos un susto un día".

Discutiendo un poco sobre los proyectos del municipio, como el traslado del estadio de Deportivo Morón y el consecuente parque que se construirá, surgen temas como una pretendida plaza principal de Castelar y un supuesto tranvía que funcionaba por aquí hace muchos años. "Desde el año 50 hasta hace 10 o 15 años yo vivía arriba de la bicicleta recorriendo Castelar. Vivía, estudiaba acá, y todos mis amigos eran de acá, de 'La Barra' y te puedo asegurar que jamás hubo un tranvía en Castelar. El que había funcionaba solo en Ituzaingó. Iba desde cerca de la estación y llegaba a Los Portones. Yo iba a la pileta a la casa de unos amigos de mis padres, ahí en Los Portones, y ya estaban las vías en desuso. Tuve una alumna mucho mayor que yo vivía en Ituzaingó, y me contó que el papá consiguió que para cuando ella cumplió 15 años, llevaron a todos en el tranvía hasta una quinta para festejar" recuerda Marisa y agrega "Mi papá compro este terreno en el año 28 y se vino a vivir acá. Él venia a volar a un campo de aviación que había acá en la calle Trenque Lauquen. Mediante un remate lo compro por tres pesos. Se casó con mi mamá en el año 40, se sentaban, veían pasar los trenes y se veía todo campo. Incluso estaban sentados en el fondo tomando mate cuando vieron caer el avion que piloteaba Carola Lorenzzini.
En esa época los trenes ya eran viejos. Esta era una zona de quintas y vivían muchos políticos. Mi papá viajaba en los ferrocarriles ingleses con asientos tapizados en cuero, con Mario Bravo, solos sentados en el vagón"

A medida que pasaron los años, Marisa fue moviéndose entre las distintas técnicas artísticas. Comenzó en los años 70 con la aplicación de la cerámica para sus obras, luego en los 80, la técnica que mas uso fue escultura, y hacia los 90 se inicio en la joyería y dibujo. "En realidad me fue llevando la vida, porque las hernias de disco me alejaron de la escultura (risas). Me encantaban los grandes volúmenes y después empecé a hacer cosas chicas y la joyería me gusto siempre, así que arranque con eso. Pero mi pasión es la escultura".

¿Cómo hace para tasar una joya que tiene que vender?
"Es dificilísimo. Me lleva el precio del metal, que en este momento es lo que mas fluctúa. La plata en un año cuadriplicó el precio. Entonces me baso por lo que pesa, porque la mano de obra es muy difícil de tasar, sobre todo en las piezas únicas. Yo no sé lo que me lleva de tiempo una pieza. Tiene un plus cuando hay piezas que no me quiero desprender" nos explica y agrega que no comercializa sus obras "Las piezas que yo hago en serie, son diferentes de las piezas únicas, y tengo 4 o 5 negocios en Capital que me venden. También tengo una señora que me vende en Bariloche, donde va a armar una muestra en el Llao Llao; y en Pinamar o a través de galerías de arte. En Castelar en ningún lado".

¿Cómo le inspiró Castelar en sus obras?
"Castelar marcó mi vida, es muy importante para mi. Yo amo Castelar. Incluso con la amenaza de los edificios. El año pasado fue un año de muchísima reflexión para mí, porque mis hijos que viven en Capital, querían que me vaya a vivir allá. Pero yo amo mi jardín, mis plantas, mis esculturas. No me voy a mudar de acá. No me importan las paredes que me quiten el sol. Uno se acostumbra a un montón de cosas, a lo que no me voy a acostumbrar es a dejar Castelar. Además el conocer a todo el mundo. Hay vecinos nuevos en los edificios, y cuando salgo nos cruzamos y charlamos. Todas esas cosas de pueblo que a mí me gustan".
Las fiestas de fin de año del taller de Marisa, son otras de las cosas que se fueron haciendo famosas con el tiempo. Se celebran desde hace más de 25 años, la última semana de diciembre y con la particularidad de que son fiestas temáticas. "Tenés que venir vestido acorde, pintado o con algún sombrero. Este año nos basamos en una tribu etíope, que se pintan la cara y usan unos tocados de fruta. Fue una maravilla lo que hicieron los chicos. Tienen que ver las fotos" nos asegura.

¿Qué recuerda de su infancia de Castelar?
"Estaba la pizzería Junín, que no está mas. La verdulería de Jorge en Arias y San Pedro, donde hoy hay una casa de ropa. Era una quinta donde cosechaban la verdura y la vendían en un carrito. La óptica Alonso, que no tiene nada que ver conmigo, tiene muchísimos años, también Chipys y Atenas. En mi época no hacíamos vida de club. Nos reuníamos mucho en la Escuela Modelo, donde yo estudié. Se hacían peñas y nos la pasábamos allí. Además, yo era amiga de la hija de la directora y siempre estábamos en todos lados molestando, metidas en el medio" recuerda con cierta nostalgia.
"Del Castelar de mi adolescencia, tenía la suerte de tener amigas y amigos con casas muy grandes. Los bailes en lo de Pisano eran memorables. Ellos vivían en la calle Sarmiento y eran dueños de la antigua ferretería Pisano en la calle Buenos Aires, a 3 cuadras de la estación. Esta gente nos recibía en su casa una vez al mes, más o menos, y hacíamos una gran fiesta gran, tipo asalto, todos llevábamos algo. Terminaban a las 7 de la mañana, yo me iba a mi casa caminando y mi papá me esperaba para tomar mate. También los Migliori hacían reuniones en su casa. Todos lo que tenían casa grande la ofrecían para hacer fiestas. La generación siguiente a mí ya iba al club, al Argentino a bailar. Y nosotros los mirábamos raro y nos decíamos '¿Como van a ir a bailar a un club?'. Castelar era un mundo aparte. No se iba al club. Y piletas de natación tampoco se usaban. Yo tenía los amigos de mis padres, en Los Portones que tenían pileta e íbamos allí todos los veranos. Era una forma diferente de vivir.

Nuestra extensa charla nos abre hacia distintos caminos pero todos confluyen en el arte. Le pedimos su opinión sobre el arte conceptual. "El arte es una búsqueda permanente y eso es maravilloso. Entonces vos ves que hay caminos novedosos permanentemente. A mi me sorprende y hay cosas que digo que no las entiendo, desde el punto de vista de que es algo que tengo que aprender a mirar. Porque me están mostrando cosas nuevas permanentemente. Lo que sucede con el arte conceptual es que lo mas importante es la idea. Porque estamos en una época conceptual. Sino te quedas en el Renacimiento y en los impresionistas.(…) De ninguna manera pienso que alguien tenga que explicar una obra. Si vos tenés que explicar lo que hiciste, si te tengo que enseñar qué es lo que tenés que ver, la obra no sirve. Yo te tengo que atrapar con mi obra y lograr que vos des vuelta, sin que te des cuenta que estas dando vuelta. Cuando miro obras modernas tengo que verlas mucho, y descubrir si hay algo allí que me emociona. Si no me emociona, ya a esta altura no pienso que soy una limitada, porque tengo cierta preparación, quiere decir que a mi sensibilidad no la encontró".

¿Qué cambios notó en Castelar con el paso del tiempo?
Cambió algo en cada época. En este momento son los edificios. Castelar era considerada una ciudad jardín y le están haciendo perder la historia y la fisonomía. Los comerciantes dicen que es oponerme al progreso. Al progreso de sus bolsillos (risas). Pero bueno, hay distintas versiones.


Entrevista: Gabriel Colonna - Agencia SIEN
Redacción: Agencia SIEN
Gabriel Colonna

Gabriel Colonna

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Fotógrafo. Programador Web. Emprendedor.
Fundador y Director Ejecutivo de Castelar Digital.
Socio Fundador de GAMA Taller de Imagen.
Socio Fundador de Ocho Ojos.

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