La noche del martes cae sobre Castelar. De a poco, y con la huida del sol, la pequeña ciudad comienza a perder sus sonidos. Con menos tránsito y cada vecino en su casa, la noche pareciera que se dispone a dormir. Empero, en el sur del pueblo, a poco más de cien metros de la estación, un grupo de personas se arremolina en torno a un piano, una guitarra, violín o contrabajo. Suena tango en Bombay y las parejas no dudan en perderse en el dos por cuatro.

Cada noche hay un lugar, puede ser Tarzán, No Me Olvides, algún café de San Telmo o hasta alguna casona de Ramos Mejía. Ahora a la noche del tango se suma Bombay Streaming Bar que propone dedicar las últimas horas del martes a la milonga. El tango ha ganado un lugar en la ciudad y con cada vez más seguidores y bailarines, tiene su espacio también del lado sur. A cargo de Maricel Carnevale y Damián González se desarrolla un taller que busca que cada participante pueda sentir y disfrutar el tango, y salir de Bombay sabiendo bailar, caminar, moverse y seguir al bandoneón.

“Queremos que disfruten. Que puedan venir, pasar, disfrutar y se vayan pudiendo bailar un tango, aunque sea caminando”, explicó a Castelar Digital Carnevale. Completó González, “Es una clase relajada porque es un bar, mucha gente viene a comer, a distraerse. Buscamos la relajación porque los salones de baile tienen una estructura. Lo que buscamos es que empiecen a improvisar en el baile desde el principio, vengan y disfruten, que ellos mismos empiecen a crear, porque de eso se trata el tango, de improvisar”.

Las clases en Bombay comenzaron hace varias semanas. Quien inició el proyecto fue Belén Chiesa, referente de las noches de Tango en Tarzán y otras milongas de la zona. “Llegamos acá por accidente”, se sinceró Damián González y continuó “se dieron las cosas, se dio el lugar, faltaba la profesora y vino Maricel. Yo soy su ayudante”.

El lugar elegido no deja de sorprender, a las iniciativas surgidas en Bombay se suma el tango como taller, clase, o punto de encuentro con el detalle de contar siempre y cada martes con un show en vivo. Ya han tocado Las Brazas Dúo, Cuarteto Mulenga, La Quinta, Terco, entre otros. “Queremos que vengan y disfruten, de eso se trata y este lugar tiene mucha onda para eso. Se nota mucho la energía. Estamos muy contentos de hacer esto juntos”, señaló Maricel Carnevale.

“Es muy lindo bailar con una orquesta, el sonido en vivo no tiene comparación. La idea es que la gente pueda venir, entretenerse y llevarse un poquito cada día, cada martes que venga, llevarse algo nuevo aprendido. Y que pueda desarrollar baile, que lo puedan sentir. No que sea una estructura de figuras y secuencias, queremos que la gente pueda improvisar, bailarlo, sentirlo. Porque en una secuencia muchas veces no lo sentís lo que bailas, porque estas pensando en la secuencia”, completó González.


Taller

La propuesta de Carnevale y González comienza a las 20.30. Bombay corre sus mesas para despejar la pista de baile. Allí las parejas, con música ininterrumpida, giran siguiendo sus impulsos. La meta es lograr un ambiente distendido donde cada participante aprenda y disfrute. Dejando de lado las estructuras académicas o incluso los detalles clásicos de las milongas, sus tiempos y formatos, los bailarines buscan enseñar a sentir el tango: “es una clase práctica. Una milonga tiene una estructura: tres tandas de baile o cuatro, un separador en el medio divide la tanda, se vuelve a la mesa, uno cabecea e invita a bailar a alguien y se repite la estructura. Una cantidad de temas, de estilos. Tanda de milonga, de vals. Tienen sus estructuras. En este caso no tenemos esos separadores, tenemos música continua, va a haber un vals, un tango, una milonga, no sabemos el orden acá en Bombay. La idea es que puedan venir a practicarlo, en la práctica uno puede hablar con el otro, intercambiar idea o hacer un ejercicio. En la milonga no podés hablar porque estás bailando, sintiendo, uno con el otro conectado, si hablás no escuchás la música, entorpecés el baile y no estás bailando realmente, no hay relajación. En Bombay la idea es disfrutarlo, bailarlo tranquilo, intercambiar ideas y poder ir avanzando, practicar y ver cuáles son los errores. Es un concepto de taller”, explicó Damián González.

La docente a cargo del taller por su parte también destacó la dinámica de sus clases: “Nosotros estamos en conexión con la gente que viene. Queremos darles la confianza de que ellos van a poder lograrlo y todo tiene que ver con la relajación, con que los movimientos, los pasos tengan que ver con lo orgánico, no es más que eso, que la caminata sea orgánica. Todo es orgánico. Si lo miramos así todos podemos hacer todo”.

Maricel comenzó su vínculo con el tango a los 16 años, siempre estuvo vinculada al baile y las milongas de la zona. Damián por el contrario comenzó hace apenas tres años pero recorrió muchas pistas de baile para aprender y sentir el tango. Las inquietudes de su aprendizaje también nutren a la clase, al taller brindado en Bombay porque puede enseñar y consultar sobre aquellas mismas dudas que tienen los bailarines principiantes.


Sentir

En las últimas décadas el tango ha visto crecer el número de sus seguidores y bailarines. Se ha dado un fenómeno de exportación del tango con un gran éxito en países limítrofes y en otros tan distantes como los del continente europeo o Japón. Sin Embargo, muchas veces aquel tango presentado en show o con fines comerciales no se parece al que se baila y aprecia en Buenos Aires o en las noches del Conurbano.

“Los europeos que bailan tango están buscando el tango desde sus raíces, no se les vende más el tango acrobático. La gente quiere ir a la esencia. Como cuando vas a Europa, querés conocer la esencia. Tienen muy buen nivel de baile pero cuando vienen acá les encanta ir a un bar y ver este otro tango, van a Bombay y se encuentran con el tango desde otro lugar. El tango va por un lado emocional y lo que busca el extranjero es eso. Son emociones muy fuertes la que se encuentran en el tango. El argentino es muy amiguero, de abrazar. Y el tango es abrazar, sentir al otro, acompañarlo, la mujer acompaña al hombre y eso es lo que buscan, no algo frío o alejado, estamos bailando tango y la idea es sentir a la otra persona. Se baila de a dos”, opinó Damián de la disciplina que llenó de pasión cada una de sus noches, incluida la de los martes en Bombay, y completó, “es muy difícil explicar qué se siente al bailar tango, sólo la persona que lo baila en ese momento lo va a sentir. Depende también de la música, hay música que te genera angustia, de alguna manera lo vas a reflejar en el baile. Alegría, emoción, angustia, las emociones las encontrás en la melodía, cada baile es particular, nunca se te va a repetir la sensación, no es algo sencillo”.
Maricel acompañó con su mirada afirmando las palabras de su ayudante y sintetizó sus propias emociones: “se sienten un montón de cosas, pero básicamente es tener la conexión con uno mismo y poder disfrutar. Y obviamente mucho mejor cuando tenés a un compañero y esa conexión los une y son uno. No son dos personas bailando tango, es uno. También se forman grupos, aunque no se conozcan las personas, el clima y el tango hace agrupar a la gente. Es la costumbre argentina, somos amigueros, somos de abrazar, y a todo le ponemos sentimiento. La gente que tiene el tango tiene mucho sentimiento”.

La noche de Bombay comienza a terminar. Desde las 20:30 y ya ingresando en la madrugada, las parejas recorrieron la pista una y otra vez. Tras las clases los profesores se suman a la pista como uno más, lejos está la imagen en parecerse a un martes urbano, lejos está del comienzo de otro día hábil: “La gente necesita todos los días algo para sentirse bien. Tango hay en todos lados de lunes a domingo. Esto surgió un martes, la gente la pasa bien, se relaja. Todo el mundo está trabajando con problemas, pero acá podés disfrutar de un día de la semana y llevarte unos pasos de tango a tu casa”, finalizó Maricel Carnevale.

Entrevista y redacción: Leandro Fernandez Vivas