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Sociedad
23 May 2016

La Unión Vecinal Arias y Jonte cumplió 60 años

Nacida en 1956 es un ejemplo de comunión y esfuerzo compartido. Con el objetivo común de mejorar la vida de sus vecinos es la vía de comunicación entre los habitantes y las autoridades municipales, policiales y de servicios. Además en su sede brinda cursos y talleres de decenas de disciplinas. "Es un trabajo ad honorem pero da satisfacciones a través de los logros", dijo María Angélica Socino.
Ni luz ni asfalto. Ni agua ni gas, apenas un colectivo y no mucho más. El pueblo de Castelar crecía del lado sur de la estación, con iglesia, plaza y comisaría. Pero del lado norte apenas había unas quintas. Castelar era muy distinto a la actual ciudad colmada de edificios, la década del 50 apenas comenzaba cuando se realizaron los primeros loteos que darían lugar a los primeros barrios.

Aquellos primeros pobladores necesitaban ayudarse mutuamente para hacer crecer la zona y así nació la Unión Vecinal de Arias y Jonte (UVAyJ). En mayo de 1956 los socios fundadores pusieron sus firmas y le dieron vida a la sociedad que los ayudaría a tener alumbrado público, calles de asfalto y hasta cloacas.
La Unión Vecinal Arias y Jonte cumplió 60 años. Como institución civil y de fomento para el barrio es, y lo fue durante toda su historia, el canal de comunicación de los vecinos con las autoridades municipales, policiales y de servicios. María Angélica Socino, miembro de la Comisión Directiva de la UVAyJ contó a Castelar Digital como -tras seis décadas- la asociación civil sigue buscando el bien común para los habitantes del barrio.

Aquellos primeros pobladores, reunidos por los mismos objetivos, le dieron vida a la Unión Vecinal que les permitió mejorar las condiciones de los habitantes de la zona. “Castelar nació del lado sur. Acá (lado norte) había muchas quintas. Eran todos matrimonios jóvenes, que llegaron con los primeros loteos de la zona. Formaron una unión vecinal. Sociedad de Fomento no pudo ser porque ya estaba la del lado sur, entonces fue una categoría menor. Ellos lograron el asfalto, la iluminación pública, el entubado de los arroyos. Toda esta zona era una boca de lobo de noche”.

El 15 de abril de 1956 se creó la Unión Vecinal que llevó como nombre el punto de encuentro del barrio, Arias y Jonte, esquina donde había un bar y primer punto de reunión de vecinos, donde se conocieron y comentaron las primeras problemáticas. Luego lograron adquirir el espacio actual: “Esto era Parque Costa. Este terreno se le compró a la viuda de Costa. La compró el Presidente en nombre de la entidad. Se hizo la escritura recién cuando estuvo la personería jurídica en 1964. Se pagó 35 mil pesos de adelanto y otros 35 en doce cuotas. Esa comisión vivió juntando plata para pagar el lugar. Organizando eventos en baldíos; asados del 25 de mayo, muchas fiestas patrias y así recaudaban. Las familias llevaban su mesa, sus platos, todo al aire libre. Se hacían rifas, carreras de embolsados”, rememoró María Angélica. El génesis de la unión vecinal puede consultarse en la nota de Castelar Digital que narra aquellos primeros sucesos de historia del barrio.

Los reclamos de los vecinos se canalizaron a través de esta institución hacia las autoridades de gobierno quienes implementaban los planes o financiaciones para las obras. Las actas de los primeros años hablan de los problemas ocasionados por el desborde del Zanjón Martínez, de las inundaciones y de la poca luz en las calles del barrio. 60 años después de su nacimiento la Unión Vecinal sigue siendo el canal conductor de los pedidos, sugerencias y reclamos de los vecinos. Algunas problemáticas han cambiado, otras no.  “Cloacas en todas las zonas, ese es el principal reclamo vecinal actual. Las cloacas llegaron hasta la calle Lincoln y otras cuadras están sin conectar. Se inició la obra pero no se terminó. También es el tema del agua potable, si bien está instalado en casi toda la zona, hay vecinos que cuando quisieron conectar explotaron las cañerías. Otro problema es la duda sobre si sube o no el agua a los tanques, si tiene la presión suficiente. Otro problema es el bacheo. Hay calles que tienen cráteres o escalones que rompen todos los autos”.

Otro tema que preocupa a los vecinos y a los miembros de la Unión Vecinal es el reciclado domiciliario, la selección de aquellos materiales que habitualmente iban a la basura pero que pueden ser reutilizados o reciclados: “nosotros le hacíamos difusión  al reciclado, juntábamos  todo lo que puede reciclarse y era guardado para los viernes, no iba a la CEAMSE, no iba a los rellenos, entonces a los basurales iba sólo lo orgánico, no vidrios, plásticos y cartones. Pero a fin de año pasado se incendió el galpón de materiales y la planta recicladora, se quemó el camión, los materiales, todo. Nuestra preocupación es cómo sigue el plan Morón Recicla”, señaló la vecina.

“Hay un problema mayor que es común a todo el Conurbano, la inseguridad.  Robos de todo tipo, pero principalmente robos de celulares. Los motochorros andan por todas las calles, no sólo en el centro. Es un tema de difícil solución”, destacó María Angélica. La Unión Vecinal también funciona como canal de comunicación entre los vecinos y el Foro de Seguridad. Además eleva cada caso a la comisaría que corresponde y a las unidades descentralizadas del municipio para mejorar la gestión de la solución de los problemas.

“La preocupación por el bien común es un principio de esta sociedad desde que nació. Hay un reparto de boletines informativos, 1500 se reparten y no siempre en las mismas cuadras para tratar de llegar a mayor cantidad de vecinos, hoy la mayoría ya no viene a plantear problemas; vienen más a consultar por las actividades” explicó.

El horario de atención a los vecinos, para recibir reclamos, problemas y propuestas, está limitado por la cantidad de miembros de la Comisión Directiva. De lunes a jueves de 10 a 12 se realiza la “guardia administrativa”. Así como sucede en otras organizaciones barriales, aquellas sociedades que fundaron los primeros vecinos de cada barrio, son pocos los jóvenes que se suman y se comprometen con el objetivo común. Quizás es un síntoma del correr del tiempo, de los cambios en las estructuras sociales o de la falta de identidad en la comunidad: “Estamos buscando que gente más jóven se vaya incorporando a la comisión. Formar una comisión directiva en una entidad de bien público, con cargos ad honorem, en donde cada uno da gratuitamente su tiempo, cuesta tanto como formar una cooperadora de una escuela. Nadie tiene tiempo, pero nosotros estamos grandes, terminamos rendidos, agotados, somos gente grande, pero necesitamos una generación de gente joven que se vaya incorporando para que tomen la posta y sigan ellos. Está costando pero es el objetivo. Queremos hacer una subcomisión de jóvenes para hacer eventos gastronómicos y que se vayan entusiasmando. Es un trabajo ad honorem pero da satisfacciones a través de los logros”, en palabras de María Angélica.

En los últimos años la Unión Vecinal alcanzó un logro muy importante, la cesión en comodato de un predio sobre la Avenida Sarmiento. Ubicado a metros del colegio Santa Magdalena Sofía Barat es compartido entre las dos entidades y fue brindado por el Municipio de Morón para que allí se construya un centro cultural. Aún falta mucho para comenzar a construir, pero será un esfuerzo y un objetivo claro para la Unión Vecinal en beneficio de todos los vecinos.

Además de ser el espacio de discusión de los problemas y reclamos de los vecinos, la UVAyJ también es un rincón para la formación y el crecimiento de los habitantes de Castelar. Entre las disciplinas que se brindan en los salones y aulas de la institución, y aquellas que se ofrecieron a lo largo de su historia, destacan los idiomas italiano, inglés, portugués, francés, las artes como la música y el teatro, representado también por el grupo Teatraje, talleres literarios, de pintura, cursos de folklore, de tango y hasta un taller de fotografía. Completan la lista el feng shui, el yoga, gimnasia aeróbica y tai-chi.

Con alrededor de 300 socios la Unión Vecinal quiere seguir creciendo para poder mejorar el barrio y la vida de los vecinos. Un porcentaje del valor de las actividades que se desarrollan en la sede de la calle Lincoln 777 se deriva directamente a la institución y ayuda a seguir impulsando los proyectos y mejoras, tanto del futuro centro cultural, como de las instalaciones de la Unión Vecinal. Así como en sus inicios, los miembros de la institución celebran asiduamente eventos gastronómicos para fortalecer los lazos entre los vecinos, conocerse y recaudar fondos: “en junio vamos a hacer nuestro famoso locro. También va a haber empanadas y duraznos con crema. Aún no pusimos la fecha, la vamos a anunciar cuando estemos más cerca del evento”, adelantó la vecina.

El esfuerzo de la comisión directiva y de los socios espera ser reflejado en las generaciones venideras. En los vecinos que hoy pueden aportar su tiempo y experiencia para seguir ayudando: “si hubiera un número mayor de personas comprometidas podríamos trabajar mejor y con menor desgaste individual. Hoy en día cuesta mucho que la persona diga ‘me comprometo con esto, me entusiasma’. Hay muchísimas personas que a lo mejor no trabajan, tienen tiempo pero no tienen compromiso. Todos nosotros estamos grandes y va a llegar un momento en que no podremos venir más. ¿Qué va a pasar con esta casa? ¡Que es de todos! Tiene que haber un grupo de gente que continúe. Si nos conocen y ven cómo hacemos las cosas seguro suman”, finalizó María Angélica Socino.

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