Cuando el arte de los padres es un regalo para los hijos
El Colegio San Carlos Borromeo de la localidad de Haedo lleva adelante, por iniciativa de los padres de sus alumnos, un proyecto que con más de una década de vida, sigue sorprendiendo al oeste del Conurbano. La propuesta, basada en el compromiso de los padres, llevó al colegio a otras instituciones y a ayudar a instituciones educativas y comedores de la zona. Desde el 2001 el Teatro Solidario lleva obras infantiles al escenario como regalo para los más chicos.
Con la intención de juntar alimentos, útiles escolares y alegrías, los padres pasan el año ensayando y dándole forma a las obras. Con los años se perfeccionó la puesta en escena llegando a un nivel que poco tiene que envidiarle a las propuestas de los teatros céntricos.
Creado por padres, alumnos y ex alumnos, el Teatro Solidario se basa en obras clásicas, y multitudinarias, como La Bella y la Bestia, Peter Pan, Pinocho, el Gato con Botas, entre otros. Los unió el fin solidario y a la fecha siguen ayudando a su comunidad. “Para nosotros es fundamental conseguir obras que sean comedias musicales ya que la música es muy importante para mantener la atención de los chicos. Buscamos obras donde contemos con las pistas de la música original, que sean de aventuras, con juegos y divertidas para los chicos”, explicó a Castelar Digital Rubén Ruis Paz, uno de los padres que sin ser actor le dio vida y forma al Teatro Solidario.
“Somos muchos en escena, no hay papeles chicos ni grandes, sino algunos que acompañan a otros que son tan importantes como los principales, así buscamos obras con muchos personajes para que podamos subir todos a divertirnos”, destacó.
El Teatro Solidario nació con la crisis del 2001. Los padres, sin ser actores ni estar relacionados con el teatro o el arte, se decidieron por darle algo más a los chicos en su día. Con el ímpetu de las ganas, pero sin la experiencia, se trató de una difícil empresa. Sin embargo, el resultado fue muy exitoso, cosecharon sonrisas y carcajadas entre los alumnos del colegio. El arduo trabajo y la calidad de la obra obtenida no podían limitarse al día del niño, por lo que los padres decidieron abrir las funciones al público en general con un fin solidario, juntaron alimentos para donar a Caritas. “Somos todos papás, ninguno estudió teatro, es todo un tema empezar armar, pensar en una obra. Generalmente las obras que hacemos no las vamos a ver. Ahí entra en juego la imaginación, y ver cómo lo adaptamos a nosotros, a nuestro teatro. La gente no entiende cómo entramos tantos en un espacio tan reducido, pero para nosotros es cómodo”, señaló Rubén.
De aquel primer esfuerzo, y primeras funciones, el proyecto se extendió por más de una década. Año a año, con el comienzo de las clases, se realiza la convocatoria de actores. A través del cuaderno de los estudiantes se invita a los padres a sumarse al elenco teatral, aunque la apuesta demanda un compromiso y un esfuerzo que supera a la participación habitual de los padres en el colegio. Al no contar con fondos, la utilería, vestimenta y equipos son financiados por los mismos padres, conseguidos en canje o bien con donaciones de vecinos que se suman con sus trabajos y equipos al proyecto solidario.
La organización y administración de esfuerzos está a cargo de Rubén Paz, su esposa, María Fernanda Facciorusso; Patricia Martínez y Alejandro Palavecino. En total, el grupo siempre cuenta con entre 25 y 30 personas divididos entre escenario y técnica, muchos de ellos - además de actuar - ayudan con el maquillaje, la vestimenta, el sonido, la escenografía, etc.
“Somos un grupo de papás cara rotas y fuimos aprendiendo, poniendo todo de nosotros. A lo largo de los años a nadie se le dio por estudiar, por falta de tiempo y para no perder el espíritu. Somos papás que ayudan a quien lo necesita. No nos comemos que somos actores, porque nos va comer el personaje; lo más importante es el grupo y la función que hacemos, no quien es más o menos actor, es divertirse y ayudar. Cuando empezamos el vestuario fue anárquico, cada uno buscaba modista, o quien sabía coser se hacía su propio disfraz, pero con los años fuimos unificando. Conseguimos una vestuarista excelente, como colaboración dona parte de su trabajo. La escenografía es nuestra, no vemos la original, y sale con los elementos que tenemos y según el texto, con el escenario donde se desarrolla. En base a eso lo armamos”, explicó y continuó, “cuando arrancamos teníamos un grabador y pasábamos la música de casete, ahora tenemos un equipo de audio, iluminación, equipos robóticos. Mucho es donación de Alejandro, el sonidista, trabaja de esto, es sonidista, dj, y pone su equipo a disposición del grupo. La evolución del grupo fue muy grande, muchos cambios desde el arranque hasta ahora. Con ganas de aprender y divertirse. Siempre le decimos a los chicos que no nos olvidemos que es una comedia musical infantil, y si nosotros nos divertimos el público también. Con actitud suplimos las deficiencias actorales, lo suplimos con las ganas de hacer las cosas”.
El esfuerzo y la dedicación se notan en la calidad y calidez de las obras presentadas. La puesta en escena es increíble y no revela que realmente se trata de un grupo amateur, sino que muestra el compromiso de los padres con el colegio, sus alumnos y la comunidad. Además, el fin solidario le da un valor extra a cada una de las funciones, que a lo largo del año llegan a ser unas 12. En los últimos años cada presentación fue en beneficio de varias instituciones de la zona: El hogar Dar Vida, de Morón, en el barrio Manzanares, que atiende chicos, tiene merendero y dan apoyo escolar a unos 50, 60 chicos. El hogar Virgencita de Luján, de General Rodríguez, que apadrina Esperanza Joven, un grupo de chicos del colegio que hacen colectas para ayudar a los comedores. "Todos los años siempre algún que otro comedor va a apareciendo y vamos ayudándolo. Y también a Caritas parroquial. Además, desde hace unos cuantos años, ayudamos a un comedor del barrio Carlos Gardel, con ayuda del colegio Elmina Paz de Gallo, de Haedo. Y todo lo recaudado en esa escuela va al hogar de la villa Carlos Gardel”, resumió Rubén.
Con la cooperación completa del colegio, que brinda las instalaciones y servicios, incluso hasta la madrugada, en los días más intensos de los ensayos, el Teatro Solidario también se exportó y llegó a otros colegios y rincones del municipio y de la región. El grupo se ha presentado en colegios e instituciones de Laferrere, Merlo Gómez, Rafael Castillo, Villa Constructora, entre otros.
El esfuerzo de todo el año se plasma en las presentaciones. Con reuniones durante la semana, durante el invierno y sin presupuesto ni apoyo más allá del de los padres y la comunidad, el resultado es increíble y muy gratificante. Las funciones solidarias siempre están precedidas por “la más importante”, aquella que se le regala a los alumnos del colegio el viernes previo al día del niño. En esa jornada se dan tres funciones consecutivas para que los dos turnos del colegio San Carlos de Borromeo puedan reír y disfrutar de la obra. La paga de tanto esfuerzo llega en risas.
“La sonrisa que recibimos paga con creces todo el esfuerzo del año. Que nos pidan un autógrafo, un beso, ver las caritas, reconforta el alma. Todo el trabajo, si a este nene o nena le hicimos pasar un buen momento, que se emocione, vale el sacrificio. Sacrificio nuestro y también de todo el grupo familiar. Porque o tenemos que llevar los chicos al ensayo o los dejamos con alguien que nos hace la gamba, o que se queden solos cuando son más grandes. El sacrificio es de todos, hasta de los abuelos que los cuidan en casa, el sacrificio es grande pero también la satisfacción es muy grande y muy linda” finalizó Paz.
Entrevista: Gabriel Colonna
Redacción: Leandro Fernandez Vivas
Fotos: GAMA Taller de Imagen