Música popular, tango, rock, impresionismo y una mixtura de sonidos y tiempos en las manos de Sándalo, la orquesta que busca traer otros sonidos al oeste del Conurbano. Con un bagaje de rock de los “noventa” pero mirando hacia otros sentidos, la combinación de bandoneón, piano, vibráfono, clarinete, violín, batería y otros instrumentos llena el aire en cada una de sus presentaciones. Una banda distinta nacida en el Oeste.
La Cucha fue otra vez el punto de encuentro, donde dos de sus integrantes contaron a Castelar Digital la génesis y crecimiento de la banda. “El sándalo es un árbol sagrado. En oriente es sagrado, es una madera que tiene propiedades, dicen que ayuda a meditar, resumió Jorge Sottile, líder, compositor y bandoneonista del grupo.

Sándalo nació en la primera década del nuevo siglo, cuando Sotille cansado de las bandas y de tocar en grupo empezó a jugar solo. “Sándalo surge como una propuesta individual. Quería hacer algo solo, que decida yo qué suena y qué no”.

Así, durante 2007, Sottile hizo sus primeras presentaciones con su bandoneón. “Es un instrumento melódico y armónico, yo también toco la batería. Piano no sé tocar… era lo único que podía hacer. Me di cuenta de tocar solo que me salen otros sonidos naturalmente y me motiva la orquestación; lo que es cocinar los timbres, la cuestión de la dirección, de coordinar los instrumentos, donde uno se escucha con el otro, más que componer para un instrumento solo”.

En 2008 la primera formación de Sándalo empezó a rodar por Castelar. A Jorge lo acompañaban Mónica Toledo, Gonzalo Braz, luego se sumaron Mariano Arrigoni y Javier Schirmo. Pero en palabras de su creador, aún le faltaba crecer: “No llego a tener fuerza el grupo en ese momento. Hicimos un repertorio pero no llegó a sonar como ahora la orquesta, necesitaba más maduración de arreglos. Tocamos un par de veces y después hice una pausa para ver bien el tema de los arreglos. Empecé a componer y a arreglar yo solo en la computadora, a escribir, y terminé convocando a más gente para hacer esos arreglos sumando instrumentos. Fue bastante fluido y desde el 2010 la de la banda se mantuvo bastante estable”.

Sándalo lo componen Carlos Fernández en la batería, Mariano Arrigoni al bajo, Javier Schirmo, en piano y viola, Facundo Sacco en el Violín, Ignacio Larrañaga en Violonchelo, Sebastian Puntillo con Clarinete, Jorge Glocer en vibráfono y Jorge Sottile en composición, arreglos, dirección y bandoneón.



Es en el 2007 cuando se suma a la formación Jorge Glocer en el vibráfono: “Con Sottile tenemos una relación de muchos años de conocidos, del conservatorio y del ambiente del rock, él tocaba en una banda, yo en otra y compartíamos muchas fechas. En un momento me convoca para otra agrupación que iba a hacer la música de una obra de teatro, algo que finalmente no ocurrió, igual nos seguimos viendo. Más adelante me llama y me cuenta del grupo, me alcanzó las partituras, las leí y nos juntamos. Me gusta la música y disfruto de los ámbitos del ensayo y de los conciertos”, relató Glocer y continuó, “toco el vibráfono, es un instrumento de percusión de la familia de las placas, como el xilofón y la marimba, con sonido determinado. Una de las cosas lindas de Sándalo es el impacto visual del público, que lamentablemente, no conoce tantos instrumentos y de repente se encuentran con vibráfono, bandoneón, clarinete en vivo y después el impacto de la música en si misma.

La formación académica de los músicos proviene del gusto y de los conservatorios de la zona. Jorge Sottile, el bandoneonista y compositor de Sándalo se formó en el Conservatorio de Morón. “En general a todo el mundo le gusta la música desde chicos, a alguno le gusta más que a otro y lo desarrollás al empezar una formación en algún instrumento. A todos nos gusta jugar a la pelota pero no a todo el mundo le interesa ser un profesional de fútbol. Esto es lo mismo. Un día me di cuenta que estaba bueno dedicarme a esto: Estudié en el conservatorio de Morón terminé la carrera de percusionista y ahora estoy arrancando la carrera de composición” contó Glocer.



Sottile, por su parte, hizo su formación tocando y en el interior de su casa. “En el secundario, en segundo año estábamos enganchados con la música Harcore, Red Hot Chili Peppers, Beasty boys, Nirvana… por ese lado. Tengo 35 años, son épocas que nos marcaron. Creo que ninguno sabía tocar instrumentos, tenía una batería de mi viejo, empezamos a hacer temas de otros pero ya desde ese momento me surgía inventar algo, estaba en casa con la guitarra o bajo y creaba algo”. Comenzó tocando con la banda Cabeza Mama que más tarde pasaría a ser conocida como Morlo pronso. Participó luego en proyectos de distintos estilos hasta llegar a Sándalo. “Tengo un par de letras hechas pero no me salía la canción… cuando me di cuenta estuvo bueno. En la música podes ser muchas cosas, músico, productor de música, periodista de la música. Las canciones no me salen naturalmente, uno tiene que saber su rol. En el rock, la imagen tiene importancia, la actitud de los tipos en los videoclip, entonces había que tocar enchufado al mango. Pero cuando te dedicás a la música te das cuenta que hay intensidad de matices y ahí es cuando empezás a dejar las bandas”.

Los temas de Sándalo muestran una coordinación limpia entre todos los instrumentos. Con pasajes casi teatrales y puestas en escena especiales, la música fluye en cada uno de sus músicos. La composición de cada canción está a cargo de Jorge Sottile: “son infinitas las formas, pero en mi caso yo estudie orquestación de forma autodidacta, empecé en el conservatorio y seguí, era eso lo que más me motivaba. Para poder componer varios instrumentos, te sirve la experiencia pero estudiar te deja aprender las cualidades de cada instrumento; teniendo eso en cuenta es mucho mejor. A mí se me ocurre una melodía con determinado timbre entonces ya sé que instrumento es, o una melodía en una determinada altura y ahí vos analizas a quién se lo mandas, si lo hace el clarinete o el piano, cada instrumento tiene su tesitura. Ese es el trabajo, antes de usar el cerebro trato de que la máquina no interfiera en la creación. Inevitablemente es mental pero me gusta pasar por otros lados, sensaciones estados climas intensidades, sueño con melodías o cuando voy por la calle después las gravo y veo si las puedo trabajar”.

“Sentarse a hacer algo con la música… siempre surge algo, capaz no una melodía pero surge quien va a tocar la melodía y el tipo de acompañamiento en que deriva esa melodía. La rutina es ponerse a hacer música sin que salga nada pero es estudiar algo y eso te inspira. En un tema que estamos haciendo lo terminé de componer en conjunto con una bailarina, yo me trabé en un momento, entonces le mostré hasta donde había llegado y a ella la inspiró. Me comentó las imágenes y movimientos que se le venían y así continuando ese movimiento pudimos terminarlo. Con otro tema, tenía una idea principal y se lo mostré a un amigo y me escribió un cuento que me ayudo para escribir otra cosa”, destacó Sottile.

La confianza, el conocimiento y el fluir de los sonidos los llevó a tener un “idioma propio” según relataron. Consiste en miradas, gestos dentro del estudio de grabación o la sala de ensayo que llevan a que se cambie algún sonido o arreglo sin siquiera decir una palabra. “No es algo cerrado pero te convierte en un cómplice. En los recitales también, cada uno tiene lo suyo. Cada presentación tiene su propia impronta”, resumió Glocer. Las presentaciones traen consigo pasadas teatrales o cortes en donde la música se brinda a una breve actuación o a efectos que buscan emociones a la par que se completan con los sonidos.



Escenarios como los del bar Old Rotten en Ituzaingó o el teatro Mala Madre son los lugares elegidos por Sándalo para sus presentaciones, pero también han participado en fiestas privadas de dónde han surgido infinidad de anécdotas: “Una vez tocamos en un casamiento, que no conocíamos a nadie, y la madre del marido paraba el show y nos preguntaba por qué se llamaban así el tema y nos decía que ella se imaginaba cosas”, recordó Sottile entre risas. “El humor está en la música, apoyada por nosotros del lado actuado o gestual, con alguna coreografía pequeña. La gente que viene se va muy contenta. Nos escuchan y se hacen películas. En este caso el casamiento estuvo buenísimo. Hicimos lo que hacemos siempre y la gente lo disfrutó mucho”.
El trabajo de Sándalo se plasmó en un disco, el primero del grupo, que está pronto a ver la luz. Grabado en los estudios ION: “Tiene once temas, grabamos como veníamos trabajando en los ensayos, en vivo todos juntos, hasta la batería. Pudimos lograr con un trabajo dedicado a que suene muy bien”, destacaron los músicos. El armado de los once temas que integran el disco demandó dos años de trabajo que se materializaron en dos días completos de grabación en el estudio. “Filmamos también para hacer unos videos. La mezcla y edición durante el año, nos llevó un año con una pausa en el medio”, recordaron. El disco aún no tiene fecha de lanzamiento pero estará a la venta durante este año.

El futuro de Sándalo los encontrará sobre los escenarios. Según relataron, esperan el lanzamiento del disco para presentarse tanto en teatros y bares del Oeste como en espacios de la Ciudad de Buenos Aires. Esperan mantener y multiplicar la repercusión que logran en su público y seguir creciendo.

“A la gente le queda una buena sensación, lo disfrutan. La gente que viene en un principio son los afectos pero después se empiezan a sumar y se acercan y tienen palabras de mucho afecto. Sándalo es una música que te lleva por distintos estados, desde el más onírico a fuerte rítmico, hay humor y hay cosas muy profundas…” finalizó Jorge Sottile.

Entrevista: Gabriel E. Colonna
Redacción: Leandro Fernandez Vivas