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Avioneros
27 Feb 2019

Efeméride: En 1922 despegó el primer vuelo internacional

El aeródromo de Castelar albergaba aviones de madera y tela. Una travesía con destino a Montevideo que, con diez pasajeros, se quedó sin combustible y debió inventar una pista de aterrizaje.
El cielo de Castelar siempre está habitado. Los pájaros comparten el espacio con los aviones. Todos los días, durante todo el día, es imposible levantar la vista sin ver el paso grácil de un avión en tarea de instrucción de las muchas escuelas de vuelo que funcionan en el Aeródromo de Morón. Las mal llamadas ‘avionetas’ son parte del paisaje de esta zona del oeste del Conurbano, los aviones siempre están presentes y desde hace más de un siglo ha sido así.

Hoy el Aeródromo de Morón tiene una actividad incansable dedicada principalmente a la formación de nuevos pilotos (Ver: Chicos de Morón festejaron el día del niño en el aire) y funciona en ella la Base Aérea Militar Morón donde también se puede disfrutar el trabajo de protección y memoria del Museo Nacional de Aeronáutica (Ver: Una reliquia de la historia de la aviación duerme en Morón). Hasta fines de la década del 80 en la base operó la VII Brigada Aérea, la unidad de la Fuerza Aérea destinada al vuelo de aeronaves con alas móviles, es decir, helicópteros. Era común en aquellas épocas sentir el ulular constante de los famosos Bell UH-1H o sus hermanos más potentes, Bell 212, veteranos de Malvinas (Ver: “Teníamos 20% de probabilidad de sobrevivir”). Distinto era el momento del vuelo de los pesados CH-47 Chinook, helicópteros gigantes con dos rotores y gran capacidad de carga de tropas y pertrechos que ya no vuelan. Los Helos compartían actividades con el Instituto Nacional de Aviación Civil que aún perdura.

Antes incluso de la llegada de los ‘helos’, Morón ofició de defensa aérea de la Capital Federal equipada con los poderosos Gloster Meteor. A fines de la década del 40 Inglaterra mantenía una gran deuda con Argentina por las provisiones y materias primas enviadas desde el sur hacia Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Parte de esa deuda se saldó con material de guerra y entre ellos llegaron 100 de los más avanzados aviones de combate. Con el fin de la guerra nació la era del avión a reacción y la Fuerza Aérea se incluía en el reducido grupo de aeronáuticas con este tipo de aviones con el Gloster Meteor. Cien de estos aviones operaron en el país y marcaron, para bien o para mal, las historias de los vecinos de Castelar (Ver: Un As de la fuerza aérea alemana sobrevoló Castelar Y Gloster, terror en Castelar)

Pero la base de Morón no nació como una base militar, antes aún fue el Aeropuerto Rivadavia. Aun no existía Ezeiza, el aeropuerto Ministro Pistarini, como puerta de ingreso y egreso del país y Morón era el primer aeropuerto internacional de Argentina, aunque el título glamoroso duró poco tiempo, se habilitó en 1948 pero un año después se inauguró Ezeiza por lo que delegó sus funciones. No obstante la aviación en Morón data desde principios de los cuarenta.

Hasta la llegada del primer avión a Morón la aviación se vivía en Castelar, en la intersección de las actuales calles Arias, España y Lincoln, hasta las vías del entonces Ferrocarril Oeste. Allí operó desde 1920 un Campo de aviación muy próspero que alojó a la Misión Italiana de Aviación, un emprendimiento extranjero con el fin de vender aviones en el país. Pocos años antes, en 1912, se creó en El Palomar, donde hoy se encuentra la I Brigada Aérea, la Escuela de Aviación Militar, dependiendo del Ejército Argentino, dando el primer paso de la aeronáutica militar en el país y fundando las bases de lo que luego sería la Fuerza Aérea Argentina. Por lo que el oeste del conurbano siempre contó con aviones en su cielo.

El Archivo e Instituto Histórico de Morón, en su trabajo por proteger y dar a conocer el pasado común de los habitantes de Morón, publicó una efeméride que da cuenta de la importancia que tuvo el Aeródromo de Castelar durante la década del 20. La llamada Misión Italiana operó con aviones elementales y rudimentarios como los Caproni y Savoia. Aviones construidos principalmente en madera y tela pero que eran la cima tecnológica de la post guerra. El 27 de febrero de 1922 despegó desde Castelar el primer vuelo internacional de Morón.

“Un 27 de febrero, pero de 1922 despegó desde el aeródromo que existía en Castelar con destino a Montevideo, un avión de guerra italiano marca Caproni reacondicionado para diez pasajeros. Se trató de la aeronave más grande y potente de Sudamérica, con tres motores de 300 HP alcanzando una velocidad crucero de 110km/h. El vuelo comandado por Luis Stach, se quedó sin combustible y aterrizó con los motores apagados en una estancia en Libertad, Uruguay. Cuando llegó a destino sufrió graves daños en el aterrizaje y se supone que terminó desguazado. Fue uno de los pocos vuelos comerciales de la Sociedad ítalo-Argentina de Aeronáutica que se asentó en Castelar entre 1920 y 1926”, según publicó el Instituto y Archivo Histórico.

Aquel vuelo se transformó en un hito histórico para la aviación de la época y para la región. Con los años el campo de aviación de Castelar cayó en desuso, muchas de sus escuelas de vuelo se trasladaron a otros aeródromos como el de Quilmes o el de San Fernando. De aquel espacio del pueblo destinado a los aviones se conserva solo una manzana, la que hoy ocupa la Plaza de los Españoles. Casi por coincidencia, a pocas cuadras de donde se encontraba este aeródromo, el vecino Gabriel Sammarruco construye también su propio avión de madera y tela pero con las técnicas y herramientas actuales (Ver: Vecino construye un avión en el garaje de su casa ). La aviación en todas sus formas sigue siendo parte del cielo y de la identidad de Castelar.

Redacción: Leandro Fernandez Vivas

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