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Cultura
21 Oct 2018

Pipo Nazaro: "hay energías que se van entrelazando"

Por: Gabriel Colonna, Leandro Fernández Vivas.
El luthier y músico Gustavo "Pipo" Nazaro presenta su nuevo disco antes de su lanzamiento. "Erre con Erre Guitarra", producido artísticamente por Mariano Barnes y que cuenta con la participación de Dani Suárez de Bersuit, Marcelo García, Baterista de León Gieco y varios otros músicos amigos. "Si toco y hay músicos en el publico los invito, "vení, tocá"", contó a Castelar Digital.
El sonido de las cuerdas de una guitarra se interrumpe por algún golpe suave de martillo o el sonido de alguna otra herramienta deslizándose sobre la madera. El taller de luthería no descansa y oficia de testigo de la entrevista. Gustavo ‘Pipo’ Nazaro sonríe cada vez que se refiere a su nueva obra: Erre con Erre guitarra. Será su próximo disco, con un cargado matiz auto referencial y lleno de amigos músicos que se sumaron a la grabación: “Erre con Erre Guitarra tiene que ver con la acentuación en la letra erre al hablar y al cantar. Hay personas que en la fonética al hablar la pronuncian como yo y al cantar no, yo nunca pude cambiar eso”. Una de las dislalias más comunes es el rotacismo, la dificultad para pronunciar correctamente la letra erre en algunos fonemas. “Me ha pasado con profesores de canto que me decían si no mejoras esta parte fonética, si no mejoras… había mucho para hacer con fonoaudiólogo, hay teorías de por qué patina la r, por el frenillo corto, la disposición de los dientes. Pero me dije ‘es mucho moño, más vale canto así’. Lo que si tengo que hacer es que las palabras con erre se note que dice así, barro, darle su pausa armónica, buscar la nota para que esa palabra se note”, señaló el vecino.

Erre con Erre guitarra es el tercer material discográfico de Pipo, el segundo conceptualizado como disco. Su primera producción data de mediados de los noventa, Esperando el sol, que se lo conoció en casette y portaba canciones jóvenes, frescas, relacionadas a lo que Pipo vivía con sus 19 años de edad. El segundo trabajo, De la madera a la canción, ya en la década del 10, influenciado directamente por su taller de Luthería. Pipo, junto a otros vecinos artesanos, lleva adelante una escuela de Luthería a pocas cuadras de la estación de Castelar (Ver: Instrumentos de la Tierra: escuela taller de Luthería), se trató de un disco intenso con una impronta especial que emana de cómo fue grabado: en solo dos días inagotables dio vida a su segundo material.

En el caso de Erre con Erre Guitarra se trata de un disco conceptualmente distinto, con una producción de varias semanas frente a los micrófonos, con los instrumentos y sobre la consola de grabación: “Va a ser un disco de diez temas. Hicimos una pre selección de 20 y pico de temas. Tiene la producción artística de Mariano Barnes, de Luzmama Casa Productora. También trabajó Dani Suárez, de Bersuit, en la producción de voces. Estamos haciéndolo en el estudio de él, eso nos dio una manera relajada de trabajar el disco, de más producción, de invitar artistas grosos como Marcelo García ex baterista León Gieco,  Andres Armuu del Ensamble del Sol en bajo, Anibal Forcada ex bajista de Leon Gieco en guitarra acústica y voz, Natalia Contreras , Santiago alvornoz, Maximiliano Rodriguez , los tres en percusión, Patricio Cutain de Leon Chalon en sitar indu, Jorge Sotile de Sándalo, Alejandro Grillo Ferrero trompetista de Las Pelotas, Silvano Borghi en voz, Juan Varani de Valles -un compañero en el caminar musical- en voces y Alejandro Andreu entre otros.  Muchos músicos que son grosos y están laburando mucho se acercaron al estudio, participaron, dieron su parecer, fue hablado, nos juntamos a ensayar, la producción fue más elaborada, ensayada que el disco anterior. ‘De la Madera a la Canción’ fue presentarme, volví al oeste con lutheria, con el todo, desde la madera hasta llegar a la canción, coincidió con el nacimiento de mis hijos, con volver al barrio, donde yo me desarrollé de chico, de adolescente, es un disco de canciones de lo que me sucedía. El disco nuevo tiene más contenido social, hay un tango, la empecé sólo con la guitarra y termina con una orquesta de tango detrás con Jorge Sotille en el bandoneón, Cecilia Garabau en el piano, Mariano Barnes en el contrabajo y Cecilia Tedeschi en el violín y le saqué la guitarra que había grabado porque ya está la orquesta de tango. Quedó a forma de tango. Es un tango pero yo no canto tango, tiene muchos tintes que yo no suelo cantar, me está llevando a cantar distinto. Hay otro que es ´Me voy para el campo´, que será el corte, hay una canción ´Mora Morada´, es una canción que le hice a mi hija la vez que la vi jugando por primera vez y caí en que era padre de una nena que ya jugaba. Más allá de que juego mucho con las erres; las canciones se llaman ´Recalculando´, ´Re loco´, ´Reflejo´, jugando mucho con las erres y las acentuaciones, es una gran labor de Mariano Barnes en producir todo y que se entienda. Meter muchos músicos y que siga siendo un disco solista y no una banda es un trabajo de desarrollo muy grande, de producción artística muy grande”.



El disco cuenta con la participación de músicos tales como Jorge Salinas, Alejandro Grillo Ferrero, identificado por ser los vientos en Las Pelotas, entre otros. “participa Marcelo García, 26 años como baterista de León Gieco, es un chabón que hace cantar a los tambores. A las canciones me las llevó para otro lado. Estuvo Daniel Natero, percusionista de los Carabajal y también llevó la canción hacia su impronta.  Hernán Martel con una tuba, en una canción que en vez de tener  un bajo cuenta con una tuba. Gustavo Domínguez de La Cosa del Pantano vino a grabar el clarinete. Las canciones fueron mutando y se le dio tiempo a esa mutación, se dio la libertad de que el productor lo permitió también. Podes decir, si, no, o hasta acá. En este disco me defino como como un cantautor de canciones latinoamericanas, porque está el folklore, pero también fui rockero, es fusionar y tener convivencia. La tolerancia suficiente para mediar entre mi folklorista y mi rockero, para hacer música para el pibe de 18 y al tipo de 60. Porque hay algo esencial en la música que es la raíz o el color, en base a eso se desarrolla el show mismo, te das cuenta cómo tenés que tocar. En el vivo uno hace la música para el otro, el disco es más egoísta, suena para uno, como uno quiere, con quienes uno elige”.

“El mejor escenario que tuve en mi vida fue un colectivo”.

El vínculo de Pipo con la música comenzó en el seno familiar. Con tres años de edad visitaba a sus primos quienes tocaban música, “tenían una guitarra acústica con cuerdas de acero, me llamaba más la atención todavía. A los 5 años vi a León Gieco y me dije: ‘quiero ser como León’”. Tras ese primer flechazo con la que sería su vocación, su padre le regaló su propia guitarra: “mi viejo me regaló una guitarra que era de él y que arregló un luthier que vivía frente a mi casa en Mariano Acosta, cuando Mariano Acosta era todo campo. Había un señor, Don Valentín que era albañil y arreglaba guitarras, y ahora yo soy luthier… hay cosas energéticas que se van entrelazando. Ahí empecé a estudiar guitarra a un nivel que, cuando empecé la  primaria, me confundía la P con la Blanca y me mandaban a la psicopedagoga porque yo a la P le decía blanca”.

La adolescencia lo encontró con las ganas contenidas de conocer los aplausos del público: “Ya a los 14 años me subí al Sarmiento a tocar la guitarra y pasar la gorra. No me importaba nada lo que pensaba la gente. Un día me agarró mi viejo: “¡Te vieron en el tren tocando!” Un vecino me vió y le dijo a mi viejo. Le expliqué que quería hacer un mango y que quería ser músico. Tuve que explicarle a mi viejo que no era mendigar, era mi trabajo, como el de un vendedor. Mi viejo me pidió que esperara a ser más grande para trabajar en la calle y tenía razón porque me pasaron cosas terribles. Mi forma de ir a la facultad era subirme al colectivo con la guitarra y tocar, fue también para formarme acostumbrarme al público, aprender a manejar la parte sonora y la parte gestual con la gente, aprender que puede surgir cualquier cosa. El mejor escenario que tuve en mi vida fue un colectivo”.

Desde entonces no se bajó de los escenarios, ya sea como solista, integrando bandas o a través de sus instrumentos. De una manera u otra, los shows de Pipo siempre sorprenden: “Me gusta mucho el show en vivo. Ahora estoy empezando a amar más el trabajo de estudio, de cesionista fui grabé y chau, fue siempre un trámite el estudio. Ir, tocar, tres tomas y listo, porque disfruto mucho del vivo, si toco y hay músicos en el público los invito: ‘vení, tocá’. El show en vivo tiene que ver con eso también, que sea una experiencia única. Las canciones son siempre las mismas. Cuando toco en la Tarzán, el 30% es gente que me conoce y fue a ver el show, pero hay otro montón de gente que me conoce pero no sabía que tocaba. Hay algo que tiene que ser distinto, lo emergente del vivo. Tenés una lista pero no la respetas porque el emergente te sugiere otra cosa. Si tiro este tema ahora, funciona o no, los subí a un lugar y después los tengo que bajar de otra manera… eso me lo dio la musicoterapia y el colectivo”.

Otra vía de contacto con los músicos son los instrumentos: “como luthier aprendí qué es lo que quiere un músico en su instrumento, en su forma de tocar. La forma de tocar un instrumento es única, podes tocar como Steve Vai pero nunca va a ser igual, porque cada mano es única. La música es eso, mis canciones son tres acordes, cuatro. Es una forma muy folklórica de componer con una impronta muy rockera, pero quizás con un cuatro venezolano, o con un instrumento loco como un bastón con una cuerda”.

“Todo lo que viene tiene que ser más difícil para evolucionar”

Pipo Nazaro se vincula con la música no solo a través de las canciones sino también a través de la concepción de instrumentos. Su escuela taller de luthería es reconocida en el oeste y por ella han transitado, aprendido y creado más de 100 artesanos. Nació a principios de la década del 10 y para el 2014 se consolidó como cooperativa. Castelar Digital pudo conocer los trabajos del luthier en la nota realizada en 2012. A la fecha se brindan cursos y talleres de instrumentos acústicos e instrumentos eléctricos, a cargo de Pipo, Gustavo Domínguez, Patricio Cutain y colaboradores como Lucio Espinoza, quien fue cantante de la banda La Púa que los Parió, y Jorge Santa María, el primer egresado de la escuela de luthería e Ivan Altamirano uno de los primeros alumnos y ayundante.
El músico asegura que tanto las canciones como los instrumentos son comunicación. Y qué tras años de crear guitarras, charangos, violas, violines, chelos, no hay obra difícil aunque de algunos de sus instrumentos le costó despegarse: “Difíciles son las obras que vienen, siempre estoy investigando la luthería por tener una escuela. Quizás difícil fue mi primer violín acústico para vender, me tenía muy tensionado, al punto que cuando lo estaba terminando se partió la tapa y la tuve que hacer de vuelta, la tensión en mi se notaba en el instrumento, hasta que me di cuenta que tenía que relajar. No sé si fue el más difícil pero si el que más me costó, todo tiene solución, todo lo que tiene madera se puede restaurar. Todo lo que viene tiene que ser más difícil para evolucionar, si estamos siempre en la misma, te funciona la receta pero nada más. A mí me mantiene vivo el proyectarme todo el tiempo, si me proyecto los pajaritos en la cabeza están bien. Después el resto. Me encariñé con varias de mis creaciones pero hubo uno especial que fue un charango que estaba haciendo para mi viejo, cuando estaba haciendo luthería latinoamericana, estaba haciendo el tercer charango y mi viejo me dijo ‘ese es para mí’. En medio de eso como tenia laburos se lo iba haciendo muy de a poco, entonces pasó un año y no lo terminé, mi viejo fallece y el charango queda ahí un par de años más y un día lo terminé. Lo estuve tocando un tiempo y un día estaba por San Telmo, iba a un ensayo y conocí a un músico boliviano que subía a tocar a los colectivos con su señora y sus dos nenitos. Tocaban vientos y charango los cuatro, tenía un charango muy destruido entonces le regalé mi charango a la familia. Y cuando me iba, me iba llorando, pensé en volverme y explicarle, pero no, lo tenía que soltar. Fue muy loco porque nunca más lo volví a ver. Le regalé un charango a un boliviano, yo, un gringo como yo. Me costó despegarme y me re marcó.  Lo regalé porque vi la necesidad. Porque la vida me cruzó con esa gente en esa parada de colectivo. Él tenía un charango muy roto y yo tenía mi charango. Se lo mostré, me lo pidió, lo tocó su hijo también y se lo regalé. No me lo querían aceptar, pero se lo regalé, quizás los puso mi viejo en esa parada de colectivo. Me lo habían querido comprar y todo, pero en un acto de entrega, de locura espiritual lo entregué y me fui llorando, pero después entendí que ese llanto era necesario, porque cuando uno suelta, suelta todo, soltás los sentimientos también, en algún punto siento que es así en todo”.

La música sigue sonando en la escuela de luthería. Todo el tiempo entran y salen músicos, amigos, estudiantes o vecinos que por algún instrumento en particular, o solo para saludar, se suman por unos segundos a la entrevista. Todas las charlas rondan el tema de la música, las canciones, las cuerdas y el arte. “La música es todo, yo pienso en música, creo en música, mi espiritualidad es música, no me imagino un mundo sin música. Pero yo vivo con la música, dentro de lo que hago todo está vinculado: hacer instrumentos, dar clases, tocar. Me da un dinero para vivir y mantener a mi familia, pero no es vivir de la música sino con la música. Proyectando cosas nuevas, con desarrollo, como hacer un disco en este momento que es impensable pero se está haciendo. Es la actividad social de la música, mis canciones son canciones de comunicación social, me gusta considerarme comunicador social desde la música. Comunicador social musical, no un orador político, sino cantar lo que veo socialmente. Re direccionarnos, ver, parar, ver a los otros recalculando, re loco. Erre es un disco comunicacional desde el subtitulo. Si de la madera a la canción lo canté desde mi lugar de luthier, desde la cooperativa, en este disco soy yo mismo, con la erre de guitarra que va a ser mi toque, aceptando que esa erre es mi forma de cantar y de decir”, finalizó el vecino.

Entrevista y fotos: Gabriel Colonna
Redacción: Leandro Fernandez Vivas

 
Gabriel Colonna

Gabriel Colonna

Fotógrafo

Fotógrafo. Programador Web. Emprendedor.
Fundador y Director Ejecutivo de Castelar Digital.
Socio Fundador de GAMA Taller de Imagen.
Socio Fundador de Ocho Ojos.

Leandro Fernández Vivas

Leandro Fernández Vivas

Periodista

Técnico Universitario en Periodismo.
Director Periodístico en Castelar Digital.
Socio Fundador de Ocho Ojos.

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