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Rincón Literario
6 Mar 2018

"Ser Vero"por Matías Ferrero

Martes 29 de Agosto
Versero, reverso, reservo, re verso, ser o ver, ser o res, ver reos, y de repente apareció Vero….
—Me estás haciendo el re verso.
—Vero, yo no miento.
—¡Sos muy versero!
—Jamás te haría el verso. Ni siquiera para darte un beso.
—Estás rimando ¡Eso es verseo!
—Fue sin querer.
—Yo, en cambio, soy transparente. ¿No ves? Mi modo de ser es ir de frente.

Es cierto, era transparente. Yo podía ver a través de ella la plaza, el escritorio, los clientes…

Miércoles 30 de Agosto
Y Vero siguió insistiendo con su frontalidad.
—Matías, no tengo reverso.
—Claro, si te acabo de inventar.  Todavía no te imaginé del otro lado.
—No ves que sos un versero.  ¿Cómo que me inventaste?
—En un taller literario.
—No sé de qué hablas.
—Bueno.  La profesora dijo que los anagramas podían volverse realidad si el autor se obsesionaba lo suficiente con ellos.  Los anagramas son dos o más palabras con las mismas letras; entonces se me ocurrió que podía hacer uno con la palabra versero, y después seguí: reverso, reservo, Vero y apareciste vos…
—No seas sonso. O sea, que tu profesora te dijo que, de unas palabritas, así nomás, podía surgir la realidad, vos te lo creíste, y así, como por arte de magia aparecí yo.
—Soy una persona muy influenciable.
—No creo que yo sea parte de un anagrama, me parece muy poco severo. Además, en ese anagrama en el que estoy sobran letras. ¿No ves? Le erró.
—La profesora dijo que podíamos prescindir de algunas letras.  Licencia poética.
—Ah y seré curiosa ¿Qué es una licencia poética?
—Cuando algo no encaja del todo y uno se hace el boludo.
—Ah, ya veo. Para eso, sos especialista.
—¿Todavía no me creés?
—Me reservo la opinión.

Jueves 31 de Agosto
Cada día que pasa, Vero se pone más irritable.
—Tenías razón Matías, me falta un lado. Pasé por un espejo y no me pude ver del revés.
—No te preocupes. Todos ven hermosa la luna y solo se ve de un lado.
—Eso es sanata. No ves que sos un versero. ¡Quiero un reverso!
—Aquí me pongo a cantar/Al compás de la vigüela…
—¡No quiero un buen verso! ¡Quiero ser del derecho y del revés!
—Ah bueno, no sé si es tan fácil. Quizás si me obsesiono un poco... voy a probar ¡Ya está!
—A ver, me doy vuelta, y me decís cómo me veo. ¿Qué ves?
—¡Uy!
—No me asustes. ¿No me veo bien?
—Al revés.

Viernes 1 de septiembre.
Hoy surgieron nuevos problemas.
—¡Nadie me ve Matías!
—Yo te veo.
—Vos solo.
—¿Cómo sabés?
—Cuando te fuiste salieron los ratones. No me veían. ¿Vos sabés lo que es? Ves roer y no te ven. Es terrible.
—¿Hay ratones en la casa? No sé qué otra cosa puedo hacer. Yo te veo bien.
—¿No ves mis manos? La luz las toca y se va. ¡Quiero que me vean los demás!
—Quizás no me haya obsesionado lo suficiente. Tené paciencia.
—Mi posición no la reveo. Obsesionate más.

Sábado 2 de septiembre
—¿Estuviste pensando en mí?  Sigo igual Matías.  El ser no se me ve.  Osé parar un taxi y solo me oreé.
—Quizás el problema esté en que no usé ningún verbo.
—¿Qué tiene que ver?
—La profesora nos leyó un texto del Génesis, Dios creaba el mundo con la palabra, pero siempre usando algún verbo. Hágase, sea, qué sé yo…
—¡Ya sé! ¡Hay que ver si ese verbo funciona! ¡Decilo fuerte!
—¡Que sea Vero!
—Ese no va. ¡Vamos! No le erres Matías.
—¡Hágase Vero!
—Mi ser no siente nada, ni el rose de una res.  ¡Otro más!
—Es que esas palabras no son parte del anagrama original.
—Me tenés podrida con tus jueguitos de palabras, yo quiero ser, ¿lo ves o no lo ves?

Domingo 3 de septiembre
Hoy es domingo, no sonó el despertador, pero me despertaron los gritos de Vero.
—Es Vero; Vero es; Sé, Vero; Ser Vero; Ser Vero; ¡Ser Vero!
—¿Qué hacés?
—¿Por qué no funciona Matías? Mirá, si digo “Ser Vero” nombro el verbo, mi nombre y el anagrama. Tiene que servir, decilo vos. ¡Pero con fuerza!
—Bueno, ahí va. ¡Ser Vero!
—No pasa nada. No me veo menos transparente.
—Por ahí el problema está en el verbo “ser”. Viste lo que es el infinitivo, como verbo es medio flojo, como que no concreta nada. O quizá, al dividir el anagrama en dos palabras, se debilita.
—No sé qué más hacer. Versé, oré, de Eros me olvidé y en todo le erré. Me siento un reo del anagrama. Ya sé, decile a tu profesora que te enseñe alguna licencia poética más poderosa.
—No sé, Vero… no quiero abusar. Ya le pedí muchas este año.
—Vos lo que no querés es comprometerte. Estás cómodo así. Me ves cuando querés, si te distraés no me ves y si vos no me ves, nadie me ve; pero yo de alguna manera voy a ser.

Lunes 4 de septiembre
En la mesa de la cocina encontré un papel con la siguiente nota manuscrita (así como está la pegué en mi diario como testimonio de cualquier cosa que pueda suceder):


 
Solo espero una cosa. Que nadie más que yo sea capaz de leer este mensaje.

Matías Ferrero es integrante del Taller literario de Marianela.

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