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Sociedad
19 Jun 2013

Castelar y el Sarmiento, una vida de ida y vuelta

Dio vida a la ciudad pero también le trajo dolor y miedo. Una historia ambigua de un servicio que, siendo el más rápido, económico y ecológico, aun no es el preferido por sus pasajeros. Su historia y sus secretos.
Uno tras otro los trenes pasan por la estación de Castelar. La ciudad es la onceaba estación contando desde su cabecera, Once, en el corazón de la Ciudad de Buenos Aires. Como si se tratara de un pulso sanguíneo, el oeste del Conurbano es atravesado diariamente por las formaciones que llevan y traen pasajeros. El tren, y en este caso la línea Sarmiento, es el medio de transporte más económico y más rápido. Empero, en algunas ocasiones también es peligroso.

Castelar debe su vida al ferrocarril, ya que en la década del 20 dio sus primeros pasos como pueblo al ubicarse un apeadero en el kilómetro 22, cerca de algunas pocas casas y quintas. Le debe también su conexión con el centro y el caudal de personas y comercial, pero también le debe dolor como el padecido el jueves 13 de junio en un irracional choque.

El Ferrocarril Oeste y el kilómetro 22.

El ferrocarril que luego se llamaría Sarmiento, nació como un emprendimiento privado y se transformó en el primero de su especie en estas tierras. La primera línea de ferrocarriles nació en 1857 uniendo apenas el centro de Buenos Aires, desde donde hoy se ubica el Teatro Colón, con la estación Floresta, en esa época pertenecía a Flores, el cual era un pueblo distante de Buenos Aires.

Con los años el tendido ferroviario se extendió llegando a la zona de Castelar en 1860. Pero este paraje no se llamaba así, sino que apenas se lo conocía como kilómetro 22. Con el tiempo y la población allí se instaló un apeadero, es decir que si bien subía y bajaban pasajeros, no se vendían boletos. Recién en 1913 llegó el primer tren a la, ahora si, Estación Castelar. En 1923 el progreso y la modernidad llegaron al oeste por lo que se electrificó todo el tendido. De aquellas épocas aún se conserva un viejo tanque de agua, que abastecía a las máquinas a vapor, que se aprecia desde la calle Rivadavia al 20100 en Castelar Sur.

Con el paso de los años y el crecimiento de los pueblos que crecieron en su trayecto, la cantidad de pasajeros aumentó y se aumentaron las frecuencias y servicios. Castelar supo ver la transición del vapor a la electricidad, como también el paso de coches de origen europeo, como los británicos Metropolitan Vickers,  a coches de origen asiático, como los Toshiba que aún corren sobre el Sarmiento.

Estos trenes, llegaron al país en barco desde Japón y se comenzaron a utilizar a comienzos de la década del 60. Para la época demostraron ser un salto cualitativo en cuestiones de seguridad, por sus sistemas de frenos y de puertas automáticas, como de confort ya que supieron contar hasta con radio en cada uno de los coches. Estos Toshiba, remodelados y actualizados en algunos de sus componentes, completan la dotación actual de la Línea Sarmiento.

La administración del ferrocarril pasó de manos privadas a estatales y visceversa de manera pendular. Sobre los coches que integraron las formaciones se supo ver las siglas históricas de Ferrocarriles Argentinos, pero también las de FEMESA, a principios de los noventa, y las de TBA, hasta el 2012. Desde entonces es administrada por el consorcio UGOMS.

Castelar siempre es un punto obligado para las formaciones del servicio urbano ya que en la ciudad se encuentra la Base Operativa Castelar, en Rivadavia al 20200, desde donse suben y bajan maquinistas y guardas de los trenes, y el Depósito Castelar, en Rivadavia al 20400 del lado sur, donde se limpian y reparan algunos elementos de los trenes.

Además, hasta no hace muchos meses, desde la ciudad partían servicios locales que unían solamente Castelar con Plaza Miserere (debajo de la estación Once) y desde allí de regreso. También se contó con un servicio diferencial que partiendo desde esta ciudad unían Ramos Mejía con Puerto Madero. Aunque en su último momento llegaba solamente a Once.

En los últimos años, y más aún con la reactivación económica tras la crisis del 2001, toda la zona oeste vio incrementarse el movimiento de pasajeros, y el Sarmiento fue la principal vía de movimiento hacia y desde la Ciudad de Buenos Aires. Así las formaciones transportaron cada vez más pasajeros y el sistema ferroviario comenzó a mostrar sus flaquezas y la fatiga en el material rodante.

Desde el 2005, el Sarmiento ha sido protagonista de momentos trágicos y de tapas noticiosas. El 1 de noviembre de ese año una seguidilla de demoras, ya habituales en el servicio, y cancelaciones llevó a que un grupo de pasajeros incendiara varias formaciones en la estación de Haedo. Durante esa jornada también se quemó la estación, una de las más antiguas de la red.

No fue el único caso de incendio de trenes. En septiembre del 2008 también las demoras y cancelaciones dispararon la furia de los pasajeros. Esta vez el escenario fue Castelar. La estación fue atacada y la jornada terminó con el enfrentamiento de algunos pasajeros con la infantería de la policía. Ese mismo día se quemaron trenes en Merlo.

Un año después, en un insólito suceso, una formación sin pasajeros embistió la estación derrumbando parte de la boletería del lado sur, ubicada en la boca del túnel. Pocos días después, una formación descarriló y embistió el Depósito Castelar cayendo a una fosa.

A pesar de la seguidilla de sucesos, el hecho más significativo ocurrió el 22 de febrero de 2012 y se lo conoce como la Tragedia de Once. Ese día, a las 8.30, una formación repleta de pasajeros no frenó cuando llegó a la Estación Once impactando contra los frenos del andén. Los primeros vagones colapsaron atrapando a muchos pasajeros. El saldo fue de 52 muertos y cientos de heridos. El trágico acontecimiento desencadenó una investigación que aún no termina, la quita de la concesión a la empresa TBA y la revisión del sistema ferroviario de la zona.

Apenas un año después, otra tragedia golpeó al Sarmiento, pero esta vez teniendo a Castelar como escenario. El jueves 13 de junio cerca de las 7 de la mañana, una formación detenida con pasajeros entre Castelar y Morón fue embestida por otra que transitaba por la misma vía y en el mismo sentido. El resultado también fue trágico. Al menos 3 muertos y más de 300 heridos. El choque se dio a la altura de Segunda Rivadavia al 19400 (a la altura de la calle Lobos) y fueron los propios vecinos los primeros en auxiliar a los heridos. Durante toda la mañana se trabajó en el lugar para atender a los pasajeros, quienes fueron derivados a hospitales de toda la zona. Aún no se sabe que sucedió. Las principales hipótesis apuntaron a los frenos, al mal estado de las formaciones, a pesar de ser una de ellas de doble piso y modernizada, o a un mal desempeño del maquinista y los empleados. Castelar quedó consternado y su nombre se repitió en todo el mundo relacionado directamente al dolor y a las imágenes trágicas.

El Sarmiento no volvió a ser el mismo para los vecinos de la ciudad desde aquel incidente. Si bien transcurrió a la fecha poco tiempo desde el choque, se ven menos pasajeros en el andén. Para paliar el mal servicio, desde el 2012 existe un sistema de colectivos que unen la estación con Once a través de autopistas. Los colectivos que cumplen este servicio se estacionan sobre segunda Rivadavia, a metros de la estación, frente al Bowling Palos.

Otra alternativa elegida por los vecinos son las combis, las que unen puntos estratégicos de Castelar con el centro de la ciudad de Buenos Aires. Empero, los más multitudinarios fueron las líneas de colectivos que unen el oeste con la capital. Entre ellas destacan el 136, el 153 y el 253 que llegan a Primera Junta, en el barrio porteño de Caballito o a Liniers y su principal parada en Castelar se encuentra en la intersección de Almafuerte y Martín Irigoyen en Castelar Sur. Otra opción utilizada por los vecinos para suplementar el Sarmiento es trasladarse a Morón y viajar en el colectivo 166, el que llega a Palermo, o el 1 que finaliza su recorrido en Primera Junta.

El Sarmiento es una arteria que atraviesa la ciudad de lado a lado y hasta a marcado la nomenclatura de cada parte. Dio vida a la zona pero en los últimos años se ha transformado en ejemplo de mal servicio y hasta de tragedia y dolor. Empero, continúa siendo un transporte rápido, económico y ecológico. En los próximos años las viejas formaciones Toshiba dejarían de correr para ser remplazadas por coches de origen chino. En ese momento será crucial garantizar el buen servicio, la seguridad y la eficiencia en el ferrocarril más multitudinario del país.


Fotos: Leandro Fernandez Vivas
Redacción: Leandro Fernandez Vivas

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