Inés, la narradora de Castelar
Por: Gabriel Colonna, Leandro Fernández Vivas.Inés Bombara no nació en Castelar, pero adoptó la ciudad hace 25 años y en ella desarrolló su arte y su técnica. Casi sin saberlo, acompañando el crecimiento de sus hijos, se convirtió en narradora oral.
Un juglar moderno tiene que competir contra la televisión, la internet y tantos otros entretenimientos digitales y electrónicos, sin embargo, como ella misma cuenta, ningún invento puede superar al cuento, porque les falta el sentimiento: “narrar no es un espectáculo. Contra esto no hay tecnología que se oponga, porque la comunicación es un vínculo netamente humano”.
El arte de Inés Bombara nació en 1994 en una escuela de Castelar Sur que ya no existe: Mi hijo menor iba a la escuela Crecer que surgió de la división de la antigua Crecer, que se dividió en “Crear y Ser” y “Crecer”. ( Esa escuela estaba en Martín Irigoyen al 700 (actualmente el mismo edificio es utilizado por la Escuela Secundaria Número 9). Esa escuela nos daba la posibilidad a los padres de dar talleres. Yo empecé a darles Yoga, pero a los chicos les gustaba más las pausas de relajación en las que les contaba alguna historia. Entonces empecé a leerles los cuentos que les leía a mis hijos. Se transformó en un taller de cuentos, después en un taller de narración, se contaba la historia, sin un texto presente”, recordó la artista.
El taller de la escuela creció y los chicos, acompañados por Inés, se animaron a narrar los cuentos en otros cursos, otras escuelas y hasta en geriátricos de la zona. “Hoy sería impensable sacar los chicos de la escuela. Los mismos chicos eran los que elegían los textos, y se vinculaban con los otros chicos, más chicos, o con los abuelos del geriátrico. En el 97 cerró la escuela y se terminó el taller”.
Pero la fama de Bombara como cuentera ya había empezado a andar por sí sola y la inspectora que visitaba esa escuela la invitó a continuar con su taller en otros colegios de Capital Federal. A la par que llevó sus relatos a la Ciudad de Buenos Aires, realizó la carrera de Técnica en Narración Oral: “esto que estaba haciendo intuitivamente, por placer, porque me gustaba lo gratificante y arriesgado, tenía un cauce formal. Había una carrera, y con título oficial. Una carrera que proporcionaba un marco teórico y preparación práctica en la cursada de doce materias, ahí se comprende la responsabilidad enorme que implica narrar. En el 2000 me recibí de Técnica, fuimos la primera promoción de Narradores Orales” contó orgullosa a Castelar Digital.
Con el título bajo el brazo, y un montón de cuentos en la lengua, asegura que narrar no es difícil, pero tiene sus características propias: “Suele suceder que complicamos lo más sencillo, buscando crear efectos. A la hora de contar una historia es importante elegir la que te haya gustado, que tengas ganas de contar. Si es la que te gustó, naturalmente, sin artificios, le vas a poner todo lo que necesites. Porque es la que te conmovió, y a partir de tu conmoción se va a conmover el otro. Sería muy sencillo aprender una historia y contarla, pero eso no es narrar. Narrar es participar de la historia, convivir la historia con el otro. Vos no podés transmitirle una emoción al otro si vos no la sentís. Porque eso se lee, se ve la mentira”.
“No es complicado pararse sobre el escenario, lo mas difícil es mirar a la gente a la cara, contarle una historia y que el otro sepa que no le estás mintiendo. En broma dicen que el narrador es un mentiroso. Pero el narrador en serio se está abriendo completamente delante del otro. Estamos mostrando a partir de la historia que contamos, quiénes somos, qué nos gusta, qué nos conmueve. Estamos abriéndonos con las costillas al aire, eso que sería una vulnerabilidad extrema, porque lo es, también es una fortaleza, que se siente. Al abrirte tanto frente al otro, no hay ridículo posible. Porque entrás en la sensibilidad del otro a partir de tu sensibilidad, no hay lugar para cargadas” opinó Bombara y continuó, “todavía hay un lugar en el ser humano donde se hace empático con la emoción del otro. Ya sea un cuento humorístico, de amor o de misterio, si a la emoción donde se sustenta el cuento el narrador la siente, el otro también la siente”.
La narradora cuenta que el primer paso es elegir el cuento desde una primera lectura “ingenua, inocente”, después hay que madurarlo hasta que llegue al punto justo en el que se lo puede contar. Esto implica un arduo trabajo con el texto, una traducción a la oralidad, un cambio de formato. A diferencia de otros cuenteros, ella no narra cuentos propios, y tampoco lo recomienda a quienes se inician, ya que cree que obstaculiza la objetividad crítica necesaria para poder procesarlos hasta lograr una narración. No obstante sostiene que parte del trabajo del narrador consiste en tejer las conexiones entre una historia y la otra con propias experiencias: “Suelo decir que voy escribiendo en el aire”. Aunque, según nos relata, es inevitable caer en algunas subjetividades e influencias: “Uno puede contar lo que quiere, pero por gusto uno cuenta más unos autores que otros. En el espectáculo, o la contada, estás hablando con la gente, a veces no hay un corte entre cada cuento, sino un tejido que va enlazando una historia con otra, que a veces se nutre de vivencias propias, personales. Yo cuento relatos de autor, y siempre menciono autor, título, libro incluso. También hay cuentos populares y ahí no es una responsabilidad menor, porque estás llevando la palabra de un pueblo a través de tu voz. Entonces es aconsejable saber de qué estamos hablando, buscar esa idiosincrasia, esa cosmovisión, aunque sea distinta de nuestras creencias”.
El trabajo del narrador cuenta con una etapa previa a la puesta en escena, una preproducción que no siempre es fácil ni se realiza rápidamente. “Tengo un cuento que lo trabajé durante cuatro años, “El Ilustre Amor” de Mujica Láinez, fue madurando, y ahora ya lo puedo contar, ya está. En cada caso habrá que ver hasta dónde llega la ambición propia y lo que cada uno siente. Yo creo que tenemos que ser responsables de la palabra que transmitimos. Hay que ser cuidadoso, y no pensar tanto en si va a gustar. Si sentís que lo tenés que contar, lo tenés que contar. Hay otro cuento, “La Sirena” de Ray Bradbury, que todavía está en maduración, es bellísimo, pero está basado en diálogo. Estoy buscando la manera. El diálogo lo pone tan presente que se parece más a una obra de teatro. Es necesario hacer un pasaje de formato, del diálogo a la narración; referenciar los diálogos, para que el cuento tenga entidad de cuento, sin que pierda el aquí y ahora que tiene el diálogo. Es un cuento de gran potencia, que me conmueve cada vez. Entonces, lo voy tratando cuidadosamente. ” explicó Inés sobre su trabajo.
Durante la entrevista brindada a Castelar Digital, Inés reveló que la ciudad de Castelar está presente en todos sus cuentos. También habló de las diferencias en el arte de narrar que conoció en México y otros países y de cómo interpreta los relatos de autores locales desde el escenario. No obstante habrá que esperar hasta la publicación de la segunda parte de la entrevista para conocer más de la cuentera de Castelar.
Inés Bombara actuará el próximo 18 de diciembre en el bar Mussac, ubicado en Sarmiento 2501, esquina Rodríguez Peña, de Castelar Norte. Presentará “Entretejidos” desde las 18 horas con otros narradores amigos. Más información http://bombaraines.blogspot.com
Entrevista: Gabriel Colonna
Redacción: Leandro Fernandez Vivas
Gabriel Colonna
Fotógrafo
Fotógrafo. Programador Web. Emprendedor.
Fundador y Director Ejecutivo de Castelar Digital.
Socio Fundador de GAMA Taller de Imagen.
Socio Fundador de Ocho Ojos.
Leandro Fernández Vivas
Periodista
Técnico Universitario en Periodismo.
Director Periodístico en Castelar Digital.
Socio Fundador de Ocho Ojos.